Ya sé que un cuento de navidad tiene poco que ver con un blog de política y cocina, pero aprovechando que lo tengo y porque me da la gana, aquí os dejo uno que escribí hace un tiempo, a modo de felicitación para aquellos que habéis sido tan amables de seguirlo. En el fondo también guarda relación con todos los tejemanejes de estos sujetos que nos gobiernan.
Para todos vosotros.
Que seáis muy felices estos días...Y cuidado, las navidades pueden ser traicioneras y peligrosas, jejeje
OPERACIÓN MERRY CHRISTMAS
La noticia no había dejado
indiferente a nadie. En las redes sociales no se hablaba de otra cosa y el
titular presidía la portada de los diarios de todo el mundo: Papá Noel había
sido secuestrado.
Según la versión de un testigo presencial, sobre las 4 de la madrugada
3 encapuchados saltaron la valla de la lujosa residencia de Mr. Klaus ubicada
en una exclusiva urbanización a las afueras de Copenhague. Los asaltantes, al
parecer ataviados con una especie de túnicas de amplio vuelo presuntamente
diseñadas para el asalto de casas y con babuchas de suela de pie de gato,
mostraron una osadía y agilidad sorprendentes a pesar de su evidente sobrepeso
y los abultados sacos que llevaban a la espalda. Las capuchas utilizadas no
disimulaban una amplia cabellera y poblada barba al menos en dos de ellos.
Según parece , una vez dentro de la propiedad se dirigieron al
establo-garaje con el fin de narcotizar a los renos propiedad de Mr. Klaus, conocida
como es su extraordinaria capacidad para alertar de la presencia de intrusos,
entre otras cualidades como volar en estado de sobriedad. Para ello se
sirvieron de varios sacos de marihuana que mezclaron en sus morrales con la
hierba con que se alimentan. Los simpáticos animales continúan siendo asistidos
en estos momentos por psicólogos expertos en toxicomanías, en un intento de
aliviar el estrés al que han sido sometidos, a pesar de que el efecto de la droga suministrada los
mantiene aún en un estado de euforia incontrolable y esperemos transitoria. Pero
es el estado del popular Rudolf, el decano de los renos y auténtica mano
derecha de Mr. Klaus, el que más preocupa en estos momentos. Dada
su avanzada edad, la droga le ha sumido en una especie de estado catatónico,
similar a la narcolepsia que imposibilita que pueda avanzar su versión de los
hechos. Con las reservas oportunas, los médicos han confirmado que su estado de
salud permanece estable dentro de la gravedad y no descartan un cambio de
estrategia en un futuro inmediato si el paciente no reacciona a las terapias
utilizadas hasta el momento.
Todo parece indicar que ya en el interior del lujoso domicilio los
secuestradores accedieron a las habitaciones privadas de Papá Noel aprovechando
que las alarmas estaban desconectadas y los Elfos encargados de la vigilancia
tenían el día libre. Las pruebas periciales demuestran que, pese a que la
puerta se encontraba abierta, los asaltantes entraron por una ventana, en el
quicio de la cual se encontró una saca con regalos que debieron dejar olvidada,
no se sabe si a su llegada o en la huida. El testigo presencial, que en esos
momentos se encontraba en las inmediaciones del lugar paseando a su perro,
afirmó que desde el exterior de la propiedad pudieron oírse gritos y el sonido
de golpes y objetos rompiéndose. La policía científica ha corroborado que el
secuestro tuvo lugar probablemente sin el consentimiento de Mr. Klaus, dado el
desorden de sus dependencias, los objetos rotos y toda su ropa dispersa por el
suelo de la habitación, lo que hace suponer que fue sacado de la misma desnudo
o en ropa interior. Los restos de un potente narcótico encontrado en una
pequeña botella, parecen demostrar la hipótesis de que el popular filántropo y
empresario fue drogado para facilitar su sustracción del domicilio. Esta
posibilidad, pendiente de confirmación, tiene confundidos a los investigadores
dado que su enorme volumen en estado de inconsciencia, pudo dificultar su
traslado y de confirmarse explicaría el olvido de la saca.
Los investigadores encontraron en las inmediaciones de la propiedad
tres montoncitos de excrementos equidistantes entre sí y sorprendentemente
idénticos, cuyo análisis ha demostrado pertenecer a camellos. Por el volumen de
las deposiciones y teniendo en cuenta la cantidad media que un camello depone
al día han calculado el tiempo que permanecieron en el lugar de los hechos,
confirmando que el suceso se produjo entre las 4h AM y las 4’15h AM. La
presencia de camellos en estas latitudes permite aventurar que los asaltantes
no son del lugar. Con las reservas oportunas, los investigadores apuntan a que
los presuntos secuestradores sean los
Reyes Magos o personas muy cercanas a su entorno. Lo populares Mr. Melchor, Mr.
Gaspar y Mr. Baltasar, filántropos como Mr. Klaus y que como él gozan de enorme popularidad,
están pasando por sus horas más bajas desde que este último ha ido ganando
incondicionales en países tradicionalmente dominados por ellos. De entre las
tesis que se barajan ésta parece ser la que se confirmaría como el móvil del
secuestro. Son famosos los pleitos existentes entre lo que se conoce como las
dos franquicias de la filantropía y el humanitarismo más importantes del
planeta, con permiso de la potente China y su
espectacular e incipiente crecimiento en este negocio.
Negocio, porque esa es una de las claves de tanta generosidad. A nadie
escapa que más allá de la labor filantrópica son los sustanciosos beneficios de
mercadotecnia y el enorme entramado financiero y de empresas que se ha creado
en torno al mismo lo que está en juego. Lo que comenzó siendo un ejercicio de
auténtica generosidad llevado a cabo por estos simpáticos personajes, después
de haber adquirido poderes sobrenaturales como el don de la ubicuidad y la vida
eterna tras un suceso simultáneo en dos puntos tan distantes del globo como
Arabia y Laponia, se ha convertido en una fabulosa máquina de generar dinero.
La leyenda, que ellos mismos han transmitido, cuenta que un día algo caído del
cielo a una velocidad extraordinaria golpeó sus cabezas y después de desprender
una luz cegadora que pudo verse a cientos de Km. los sumió en un profundo sueño
del que despertaron con el aspecto con que se conocen. Una vez asumido que
nunca más iban a volver a gozar de una apariencia apolínea y juvenil como la
que tenían instantes antes del insólito acontecimiento y de acostumbrarse a su
prematura madurez, comprobaron que su edad no avanzaba, y que todo intento por
engañar su destino, esforzándose en cortar y teñir sus barbas y cabellos o en
cambiar de ropas, era vano, descubrieron una irresistible inclinación a hacer
el bien y ser generosos. Nada había que pudiera alejarles de su sino. Pero los
tiempos cambian y hasta la generosidad desmedida se adapta a los dictados
mercantilistas de la época, convirtiéndose hoy en las dos multinacionales especializadas
en la decoración navideña más importantes del mundo. Solo del papá Noel de los
Huevos de Oro se han vendido más de 200 millones de unidades. El exitoso muñeco,
que se cuelga en balcones y ventanas y deja entrever sus testículos que cambian
de color al ritmo del sonido y temperatura ambiente, adquiriendo tonalidades
que varían de los blancos luminosos a los rojos más chillones, esta temporada
ha causado furor entre sus incondicionales, que se cuentan por millones. Pese a
todo, son cifras que aún están lejos de la versión clásica: el papa Noel Enano
Trepador, de la que se llevan vendidas más de mil millones de unidades en todo
el mundo.
Fue el primero en un suculento negocio al que no tardaron en apuntarse
sus directos competidores, los Reyes Magos. A pesar de que hay quien dice que
la calidad de sus productos es superior a la de los artículos producidos por
Mr. Klaus, lo cierto es que el volumen de ventas dista mucho de alcanzar a las
de este último. El rápido e insólito crecimiento comercial que está teniendo en
la zona de influencia de los primeros, está provocando mermas considerables en
su cuenta de resultados y una cotización a la baja de sus acciones. China es el otro gran
protagonista en este jugoso pastel al hacerse con la exclusiva en la
fabricación de todos los productos de ambas multinacionales.
Las tensas relaciones entre ambas compañías quedaron de manifiesto
incluso en las redes sociales al convocar un concurso de popularidad pidiendo
el Me Gusta de los usuarios. “Pon me gusta si te gusta el roscón. Tú si que
sabes” “Pon me gusta si te gusto. Jou, jou,
jou”, fueron algunos de los lemas utilizados en aquella campaña, que no pocos
tildaron de narcisista. Mr. Klaus obtuvo más Me Gusta en estos peculiares
comicios de la popularidad, en un juego en el que el amor propio de los Reyes
Magos quedó resentido y su prestigio en entredicho.
La otra prueba que parece corroborar la tesis del secuestro y de los
presuntos secuestradores es que ha aparecido en el lugar de los hechos una
carta de los reyes magos de una conocida cadena de hipermercados dirigida a los
Elfos, donde se pide un rescate cuya cuantía no ha sido revelada ni las
condiciones para efectuar la entrega del mismo. Fuentes consultadas por este
diario han confirmado que la misiva, escrita de puño y letra en perfecto Times
New Roman y 12 de fuente, iba dirigida a Mr. Albert, jefe de seguridad Elfo,
circunstancia que no ha sido confirmada por los investigadores.
Hasta el momento es todo cuanto hemos podido conocer de este lamentable
suceso que mantiene en vilo a la población mundial en vísperas de unas fiestas
de encuentro y de ilusión. Más allá de los deseos, más allá de las buenas
intenciones, de compartir momentos entrañables con nuestros seres queridos, es
el espíritu de la navidad lo que está en juego.
Sentado en la mecedora, el gordo
Melchor, en camiseta de tirantes y con corona, dejó caer el periódico sobre las
piernas. El espíritu de la navidad, pensó, y eructó. Frente a él, maniatado a
una silla tras los barrotes de una sólida reja que les separaba, Klaus, en ropa
interior, recobraba la consciencia. Melchor se acercó a la reja.
-Vaya, vaya, así que el más
popular, así que el más generoso, así que el más bonachón, el más, el más, el
más…Me tienes hasta los cojones Santa, y no sabes cuánto. Te has pasado por el
forro lo pactado. Te has saltado todo lo acordado. Has hecho lo que te ha
salido de los cojones durante mucho, mucho tiempo y te aseguro, te certifico,
te confirmo, que vas a pagar por ello. Ya lo creo que sí.
Klauss tan solo pudo mirarle
fugazmente antes de que sus ojos
volvieran a cerrarse. Un leve hilo de voz bastó para incendiar el ánimo de
Melchor al escucharle.
-Jou, Jou, Jou.
125 años atrás. En algún lugar de
la isla de Malta. En medio de una extensa planicie azotada por un viento húmedo
y abrasador, una lujosa Jaima blanca y púrpura. Elfos y pajes, las miradas
cruzándose y en actitud muy poco
amigable, forman un cordón alrededor de la misma. Camellos y renos comparten
sombra bajo un toldo blanco; los renos, sudan; los camellos, ríen al mirarlos.
Ni el carismático Rudolf escapa de la mofa. Unos pastorcillos despistados se
dirigen a Belén a adorar al dios nacido, pero declinan preguntar si llevan buen
camino dado el ambiente tenso y protocolario.
En el interior de la espléndida
tienda Mr. Klaus, Mr. Melchor, Mr. Gaspar y Mr. Baltasar ultiman las
condiciones de un tratado donde se reparten el mundo en áreas de influencia
infranqueables y los días de trabajo de cada uno de ellos, el 25 de diciembre
para el primero y el 6 de enero para los segundos. En un clima de entendimiento
y camaradería concluyen incluso ayudarse en caso necesario en sus
correspondientes días de trabajo. Toman fondillón frío.
-Excelente, excelente vino. Digno
colofón de un acuerdo provechoso para todos ¿No crees, Mel?, comenta Klaus
repantigado en su sillón.
-Sin duda, sin duda, Santa. Han sido horas de
deliberaciones para un acuerdo que esperemos zanjen definitivamente nuestras
pequeñas diferencias. El mundo es muy grande y hay sitio más que de sobras para
los 4 ¿no te parece?, contesta Melchor.
Chocan las copas y beben. Un paje
se afana en llenarlas de nuevo mientras que una elfo les ofrece dátiles en una
bandeja. Al otro extremo de la Jaima, Mr. Gaspar y Mr. Baltasar tontean con
unos elfos hembra. Beben y ríen y les dicen cosas al oído mientras las besan.
-¿Alguna vez habéis practicado
sexo con una elfa? Les pregunta Mr. Klaus. Son un auténtico placer. Tienen
muchas virtudes pero la que más valoro sin duda es la de quitarme el frío cada
vez que entro en mi casa de Laponia, jou, jou, jou. Ríe mientras mete mano a la
de los dátiles. Sin embargo aquí, maldito calor; no sé cómo lo aguantáis, no
hay manera de levantar nada que no sea la copa, jou, jou, jou.
- Umm, ya veo, contesta Mr.
Gaspar. Pensaba que se me iban a quedar las manos heladas y sin embargo veo que
arden en deseos con tanto calor que desprenden tus elfas. -Oh, sí, sí, confirma
Mr. Baltasar, mientras agasaja con un poco de mirra a su chica. Y tú, Santa
¿alguna vez te has calentado las manos con uno de los nuestros? Prueba y verás
¿Qué prefieres paje o paja?
-Oh, Balta, por supuesto paja;
pero de esas, te lo aseguro, soy capaz de arreglármelas solo, jou, jou, jou.
El diario de sesiones de aquella
reunión secreta dio fe que aquella noche hubo una gran fiesta hasta altas horas
de la madrugada y que nadie durmió. Tan solo algunos disparos y carcajadas
atravesaron la llanura solitaria como una estrella fugaz. Nunca se supo si
aquellos pastores llegaron a Belén.
En la actualidad. Populosa
avenida peatonal de cualquier gran ciudad. La Sagrada Familia se ve al fondo.
En las dos horas que llevaba allí
de plantón tan solo dos perros se habían acercado a mearle los pies. ¿Qué hacía
allí apostado un hombre estatua con un traje de rey mago y una corona de porte
real y sin viso de hacer algo que moviera a la curiosidad? Continuaba
petrificado mientras la gente le ignoraba por completo. Nadie había echado un
céntimo; nadie de entre los miles de turistas lo había mirado tan siquiera.
-Cabrones, pensó Gaspar herido en
su orgullo. Y luego querrán que les traigan regalos los reyes magos; y una
mierda. Me he quedado con vuestra cara, hijos de puta, que lo sepáis. Ag., qué
asco de trabajo; trabajo de desocupados.
El plan era perfecto. Ni tan siquiera haría
falta disfrazarse porque nadie lo reconocería en esas circunstancias. Mr.
Gaspar se apostaría en aquella avenida simulando ser un hombre estatua a la
espera de que Mr. Albert hiciera la entrega del rescate. Nada de policía; nada
de medios de comunicación. Esas fueron las condiciones exigidas por los
secuestradores para que todo fuera bien. Después liberarían a Mr. Klaus. Todo
estaba calculado hasta el mínimo detalle, pero nadie había tenido en cuenta esa
posibilidad: que no fueran a pagar.
-Serán cabrones. No lo quieren.
No dan un puto euro por él. Mascullaba Gaspar al pinganillo camuflado entre las
barbas. Venid por mí de una puta vez. Me
he quedado entumecido y no puedo ni mover las pestañas.
Cuando llegó la furgoneta otro
perro le meaba los pies; uno de los pajes le dio una patada para alejarlo y
ayudó a los otros cuatro a cargar con el rey hasta el vehículo. Una paje
comenzó a masajearle los hombros desde atrás y a hablarle con dulzura para
facilitar su recuperación. Con gran esfuerzo el rey volvió la cabeza, hizo una
señal y ésta se acercó, momento que aprovechó para darle un tremendo bocado en
la nariz y mandarla a la mierda. Tardó varias horas en recuperar la movilidad
por completo. En ese tiempo nadie se le acercó.
Entró en la habitación hecho una
furia. Dio tal portazo que todos cuantos estaban dentro pensaron que habían
sido descubiertos. A Baltasar, que como de costumbre se batía el cobre con una
preciosa paje sobre el sofá, se le atragantó la cerveza que tomaba y tuvo el
tiempo justo para apartarla con brusquedad y esconderse detrás del sofá. Los
pajes allí presentes corrían sin sentido por la habitación en busca de un
agujero por el que huir o esconderse; algunos, los más atrevidos, por un
momento sacaron pecho en un intento de proteger a sus jefes, pero fue solo eso,
un fugaz instante que el miedo no tardó en disipar. Melchor se encontraba sobre
el infiernillo, preparando la pasta. Los días de trabajo y en las ocasiones
especiales siempre cocinaba él. Le entusiasmaba la pasta y la opera y en unas
circunstancias como aquellas no iba a ser diferente. Sus espagueti boloñesa
eran realmente exquisitos y le encantaba cocinarlos para todo el mundo, cuantos
más mejor. Un buen Chianti haría de acompañamiento perfecto para tan suculento
plato mientras la Traviata deleitaba sus oídos. Desde el asalto a la casa de
Santa no se había cambiado de ropa interior y la camiseta de tirantes que
llevaba puesta mostraba tantas manchas que era difícil adivinarle el color
entre los cercos de sudor y las salpicaduras de tomate. Con el sobresalto se le
ladeó la corona y los ojos estuvieron a punto de saltarle de las órbitas; llevaba
las barbas anudadas a la nuca para no mancharlas. Al abrirse la puerta de golpe,
giró de un salto y amenazó muerto de miedo a los intrusos con el cucharón de
mover los espaguetis.
-¡Te voy a matar hijo de la gran
puta!, gritaba Gaspar entrando como una exhalación en aquella habitación.
Nadie, absolutamente nadie ha movido un puto dedo por ti. 3 putas horas allí de
plantón y nadie ha dado señales de vida. Se tiró contra los barrotes de la reja
y empezó a tirar de ellos para arrancarlos. Mr. Klaus de un respingo cayó hacia
atrás atado como estaba a la silla y realmente se asustó al ver cómo había
entrado el rey. Cuando todos los presentes recuperaron el aliento y fueron
conscientes de lo que en realidad estaba pasando, comenzaron a asomar las
cabezas desde sus escondrijos. Melchor corrió hacia Gaspar para intentar
calmarlo y los demás también, conforme iban saliendo del estupor. Lograron
sentarlo en una silla y le sirvieron un vino.
-¿Ya estás más tranquilo? ¿Ya
puedes hablar como las personas? ¿Nos puedes explicar que coño esta pasando? le
preguntó al alteradísimo Gaspar, que comenzó a relatar lo sucedido. Al hilo de
su argumento, de tanto en tanto, todos los presentes se giraban al mismo tiempo
y se quedaban mirando a Mr. Klaus. Éste desde el suelo les sacaba la lengua.
Melchor se levantó y comenzó a andar por la habitación.
-Vaya, vaya. Así que nadie ha
dado señales de vida. Nadie ha dado un duro por ti. Solo había que entregar
1000m de € en acciones de tus empresas y después firmar un compromiso para
abandonar los territorios ocupados ilegalmente y nadie ha acudido en tu ayuda.
Revelador. Deliciosamente revelador diría más bien, si no fuera por el pequeño
inconveniente que supone para nuestros planes. Veo que te quieren mucho los
tuyos ¿eh Santa?, casi tanto como nosotros te queremos. Jou, jou, jou, rió con
ironía mientras los demás se acercaban y reían también en un ambiente tenso y
frío.
-Ni en vuestros mejores sueños
firmaré ningún documento de renuncia, gritó papá Noel. Estáis acabados. Estáis
muertos. No tenéis futuro. Yo regalo ilusión y días de disfrute posteriores,
pero vosotros, vosotros ¿qué regaláis? ¿Para qué regaláis si al día siguiente
hay escuela? Jou, jou, jou. Daríais risa si no fuera porque dais pena,
patéticos putos reyes magos. Estáis muertos y aún no os habéis dado cuenta,
jou, jou, jou.
A veces el silencio es más frío
que el propio frío. Hay silencios que hielan y silencios que matan. Y el de
aquella habitación era de los dos. Todos se apartaban al paso de Melchor. Tan
solo el sonido del cuchillo al afilarlo rompía el mutismo del momento. Pasaba
la hoja del enorme cuchillo por el afilador con lentitud y precisión añadiendo
dramatismo a una situación ya de por sí dramática. Con aquél aspecto brutal y
salvaje se arrimó Melchor a la reja y se agachó.
-Así que estamos muertos. Así que
estamos acabados. Somos patéticos y damos pena ¿Te has visto ahí tirado en ropa
interior y muerto de miedo? ¿Te has sentido en el frío y solitario suelo?
¿Sabes? Me encanta cocinar, sobre todo pasta. Y me encanta cocinarla con
tomate, con ajo, con albahaca y con
carne; con mucha carne. Con una estupenda, jugosa, suculenta y nutritiva carne
de cerdo. Y ¿sabes, Santa? Tu aspecto es el de un estupendo, jugoso, suculento
y nutritivo cerdo. No sé por qué, pero algo me dice que este año comeremos
espaguetis de navidad. Todos se quedaron mirándole y rieron sin contención.
Ala oeste de la casa Blanca. En
ese mismo instante. Entre el trajín cotidiano que se observaba en el soberbio
edificio, sorprendía la quietud y tranquilidad que se respiraba en la amplia
habitación. Suelos alfombrados, cómodos sofás, muebles de caoba y una chimenea
encendida contribuían al clima distendido y relajado. Sobre las paredes los
retratos de prohombres de la nación. Cómodamente sentados, tres hombres fumaban
enormes puros y bebían licor en amplias copas. Apoyaban los pies sobre la mesa
de centro a pesar de que a uno de ellos se le veían los calzoncillos por debajo
de las faldas. Parecían sentirse satisfechos y reían complacidos alabando la
calidad de los cigarros. Son los tres hombres más poderosos del planeta, el
presidente de los EEUU, el presidente Chino, al que por su tamaño el puro le hacía
parecer un chupachup y el representante de dios en la tierra, el Papa, quien
por la misma regla parecía una dulce viejecita enloquecida con semejante habano
en la boca. Otro asistente permanecía discretamente alejado de la escena, el
director de la CIA, la Agencia de Inteligencia Americana. Había excusado su
ausencia el emisario celestial por encontrarse indispuesto, no sin antes aclarar
que el cielo no pondría objeciones a cuanto se decidiese. Su palabra y la papal
sería una misma palabra en aquella ocasión, a pesar de su distanciamiento desde
que el Vaticano desclasificó un documento en el que se desvelaba que el portal
de Belén no tenía ni buey ni asno,
acarreando el alarmante descenso de ventas de estas figuritas en los belenes de
todos los hogares y el consiguiente margen de beneficios. Estaba teniendo lugar
una reunión de alto secreto.
-Bien, caballeros, como veréis no
hay taquígrafa en la sala ni medio alguno que registre cuanto aquí se diga y
decida. Comenzó a decir el presidente de los EEUU. Esta reunión nunca ha tenido
lugar. Ya sabéis por qué estamos aquí. El asunto entre Santa Klaus y los Reyes
Magos ha sobrepasado todo lo ética y moralmente permitido y se ha convertido en
un problema intolerable. Todos conocemos la tensión existente entre ambos desde
hace años, pero esto último va más allá de lo admisible. Son un pésimo ejemplo
para los niños. Son una ridícula excusa para los padres. Y lo que es peor,
mantienen en vilo a la humanidad sobre la continuidad de la navidad. Su
problema se ha convertido en nuestro problema. Su problema los ha transformado
en unos seres odiosos y zafios que a duras penas van a poder conservar los
índices de popularidad que con tanto esfuerzo nos hemos preocupado en ayudarles a mantener. Nadie de su entorno les
quiere. Cualquier pajecillo o elfo desearía deshacerse de ellos. Si ese odio
transciende uno de los pilares de nuestra civilización se desmoronará. Son un
cáncer y hay que evitar a toda costa la metástasis. Creo que ya es hora de que
tomemos cartas en el asunto. El pueblo no se merece esto. No pueden seguir
jugando de este modo con la ilusión de millones de niños y familias. Son los
deseos, las esperanzas y los sueños los que como un barco de papel navegan a la
deriva en unas aguas cuya furia depende de la voluntad de unos egoístas y
caprichosos narcisistas. Es el espíritu de la navidad el que está en juego.
Cuando acaba su mirada se pierde en el infinito y las lejanas notas del himno
norteamericano se dejan escuchar.
-Amén, dice el Papa y se persigna
al mismo tiempo, mientras que el presidente chino aplaude sarcásticamente.
-Todo eso está muy bien, comenta,
pero ¿Qué pretendes que hagamos? ¿Tienes algún plan? No es la primera vez que
se enzarzan de este modo.
-No, es cierto, pero sí la
primera en la que hay amenazas de muerte fundadas, dice el presidente americano
una vez recuperada la compostura. Nuestros agentes han confirmado movimientos
en un piso franco propiedad de una de las empresas de los reyes magos en una
remota zona pirenaica y verificado una amenaza real de muerte. Hasta el momento
se les ha dejado hacer con la esperanza de que pudieran solucionar sus
problemas pacíficamente, pero al parecer la posibilidad de muerte brutal es
inminente. Nuestro hombre en la zona lo confirma y tiene un equipo preparado y
dispuesto para intervenir en cuanto se le ordene. El director de la CIA puede
confirmaros todos los datos. ¿No es cierto Joe? Joe, discretamente alejado del
resto, asiente con la cabeza ante la atenta mirada de los tres.
El Papa no deja de persignarse
mientras escucha atentamente.
-Joder, Santísima, deja de hacer
eso y di algo, que siempre estás igual y nunca aportas nada, le dice el
presidente chino. Y por favor, baja los pies de la mesa que se te ven los
calzoncillos y no es agradable.
-Perdón, perdón. Pero, por el
amor de Dios…Virgen Santísima, qué queréis que os digamos. Qué queréis que
hagamos…Nos…no sabemos…Estas cosas…Nos no estamos preparados para
afrontarlas…Que sea la intervención divina la que solvente como en otras
ocasiones.
-La intervención divina tiene
poco que decir ya en este conflicto, Santísima, contesta el presidente
americano. Me temo que somos nosotros quienes tenemos que solucionar el
problema definitivamente.
-Bien, y ¿qué propones? Pregunta
el presidente chino.
-Propongo… eliminarlos.
El silencio absoluto que se hizo
en la habitación se vio rápidamente interrumpido por la tos incontrolada que a
Santísima le entró después de que el humo del puro se le fuera por otro lado al
oír aquellas palabras. El presidente chino se afanaba en recuperar al Papa con
toda suerte de palmadas en la espalda, una de las cuales le hizo flexionar el
tronco tan bruscamente que su frente acabó golpeando la mesa de centro.
-¡Por Dios, qué salvaje! Parece
mentira, con lo pequeño que eres, le espetó. Pero por el amor de Dios cómo
vamos a matarlos…Es pecado… Es… Es… Es un crimen.
-Es…250000m de € en valoración de
empresa. Es unos beneficios netos anuales de 2000m de €. Es deshacernos de esos
indeseables que solo dan problemas. Es un negocio que podría ser nuestro.
Es…dinero…Nada personal. ¿Es cierto, Joe?
-Así es, Presidente. Todo cuanto
has dicho son números contrastados y eso teniendo en cuenta que están exentos
de declaración fiscal. ¿Por qué dejar en manos ajenas un suculento pastel que
puede ser nuestro? ¿Por qué no seguir como hasta ahora, pero siendo nosotros no
solo los que gestionan y tienen el control del negocio, sino los dueños del
mismo? Los números no engañan; son los que son. Y nuestros analistas son
tajantes: los Reyes Magos y Papá Noel tienen más valor muertos que vivos. Más
valor para nosotros, claro. Y sonríe junto al presidente americano.
-Todo esto me parece muy interesante,
dice el presidente chino, pero creo que se nos escapa un pequeño detalle: No
pueden morir.
-¡Aja!, eso es cierto, apuntó el
Papa. Así que creo que debemos dar definitivamente el tema por zanjado.
Disfrutemos de la compañía y una buena comida y volvamos a nuestros quehaceres
cuanto antes.
-Oh, queridos amigos, me temo que
estáis equivocados. Pocos quehaceres más importantes y urgentes para nuestro
futuro que el que tratamos en estos momentos, Santidad, y pocas oportunidades
como la que se nos presenta para hacernos con un suculento bocado, apuntó el
presidente norteamericano. Llevamos años tras ellos, estudiando sus
movimientos, analizando cada uno de sus gestos, de sus palabras, de sus
acciones, diseccionando cada una de sus intervenciones, cada uno de sus actos.
-¡Joder, cómo sois los americanos!
Es que no dejáis vivir tranquilo a nadie, interrumpió el presidente chino.
-El pueblo americano nos pide,
nos exige que velemos por él y en su nombre actuamos. Y Haré cuanto esté en mi
mano para que eso sea así.
-Amén, sentenció el Papa.
-Como iba diciendo, llevamos años
tras su pista y hemos llegado a la conclusión de que su vida útil está llegando
a su fin. Sus poderes se están reduciendo al ritmo que lo hace su innata
generosidad y crece su egoísmo y zafiedad. Caducan, amigos. No hay duda.
Repito, no hay ninguna duda. Sus días de inmortalidad han terminado. Podemos
acabar con ellos, aunque por supuesto no son conscientes de esta circunstancia.
Nuestros observadores tienen decenas de miles de horas grabadas de sus
andanzas. El deterioro de sus virtudes es cada día más evidente y su
comportamiento no muestra más que un corazón negro que no reconoce la ética y
la moral más allá de su único día de trabajo. Son como los juguetes que
reparten: un bien de consumo prescindible, puro deshecho sentimental para un
público que no tiene por qué saber nada. ¡Por el amor de Dios! Si se creen la
chispa de la vida. Si han asumido el eslogan de uno de sus patrocinadores como
propio. La chispa de la vida; qué disparate. Ya no tienen ninguna chispa. Ya no
tienen nada que ofrecer que no podamos ofrecer nosotros. Y lo mejor de todo: en
esta transformación, en su progresivo e imparable deterioro moral y físico han
perdido su condición de inmortales. Ya no lo son. ¿No es así, Joe? Joe,
confirma con la mirada. El momento es ahora. Un comando de Marines de las fuerzas
especiales se mantiene a la espera de la orden. Los últimos informes dicen que
estaban decididos a matar a Santa después de una entrada brutal del iracundo
Gaspar. Una llamada es todo cuanto necesitan. Propongo que no sean ellos sino
nosotros quienes los liquidemos, a todos, repartir a partes iguales el negocio
y sustituirles por asalariados que asuman su papel en las apariciones públicas
importantes. Ya hemos hecho una preselección y os sorprendería el asombroso parecido.
Pajes y elfos se encargarán del resto. Nadie, absolutamente nadie, notará la
diferencia. Nadie.
-“No me prives de lo que es mío.
Éste puede bajar a lo profundo, entre mis condenados, por haber aconsejado el
fraude, desde entonces lo tengo cogido por los cabellos. No es posible absolver
al que no se arrepiente”, dice el presidente chino.
-Exactamente, mí querido amigo,
contesta el presidente americano. Han ido demasiado lejos. No hay absolución
para el que no muestra arrepentimiento. Vaya, observo que también en china
leéis a Dante Alighieri.
-¿Acaso es norteamericano?
Siempre hemos pensado en mi país que era italiano, le responde irónico el
presidente chino.
El Papa, se levanta del sofá no
sin trabajo. Camina por la habitación con lentitud.
-Puede que tengáis razón, pero es
que…es que…llevan tantos años entre nosotros, trabajando hombro con hombro en
la empresa común de la Fe, de la esperanza, de la ilusión. Santa Klaus, no es
lo mismo; podéis hacer con él lo que queráis, pero los Reyes Magos… ¡Los Reyes
Magos están con nosotros desde hace dos milenios! ¡Trabajan con nosotros! ¡Fueron
los primeros en visitar al niño Dios nacido! ¡Le regalaron oro…!
-Incienso y mirra. Sí, sí, ya lo
sabemos todos, le interrumpe el presidente americano. No seas nostálgico. No
seas melodramático. Piensa en lo que acabas de decir: ooorooo.
-El dinero no lo es todo, dice el
Papa, y continúa ¿Y cómo dices que sería el reparto?
-Hemos pensado que un tercio para
cada uno sería lo justo, contesta el presidente americano. El pueblo americano
no se merece menos.
-Todas sus empresas radican en
china, interviene el presidente chino. Somos nosotros quienes en mayor medida
contribuimos al desarrollo de las mismas. Entendemos por esa razón que un porcentaje del 50% sería
lo más adecuado y un 25% para cada uno de vosotros.
-Cada uno en su casa y Dios en la
de todos, se apresura a decir el Papa. Por la misma razón Nos creemos que dado
que la presencia del Altísimo es omnímoda y que por tanto nuestra vigilancia y
cuidados por la salud espiritual de todos es universal, deberíamos obtener una
participación mayor en los beneficios.
-Veo que ya te has recuperado de
tu acceso de nostalgia, Santísima, apunta el presidente americano. Por favor,
no seamos avariciosos. Creo que un reparto equitativo es lo más justo. Tenemos
en nuestras manos uno de los mayores negocios del planeta. Hemos encontrado la
cueva de Alí Babá y dentro un pozo de riquezas inabarcable. Tan solo tenemos
que decir las palabras mágicas y entrar. ¿Qué decidís, entramos?
Los tres se miraron durante unos
segundos eternos.
-Entremos, dijo el chino,
sonriendo.
-Entremos a la cueva, dijo el
Papa santiguándose.
-Creo que este es el inicio de
una prospera sociedad, caballeros.
El presidente americano miro al director de la
CIA.
-¿Joe?
Joe llamó al servicio y prepararon todo con suma
rapidez. Entraron un televisor, lo conectaron, un cuenco con palomitas y
cervezas. Descolgó el teléfono y dijo:
-A la señal luz verde. Repito,
luz verde. Inicio de la cuenta atrás de la Operación Merry Christmas.
Sentado entre los dos presidentes
en el amplio Chester frente al televisor, el Papa no paraba de moverse. Se le
habían subido las faldas al acomodarse y las piernas se le pegaban al cuero del
sofá.
-¿Puedes dejar de moverte Santidad?
Le recriminó el presidente chino. No entiendo como a estas alturas no habéis
actualizado aún el vestuario.
-Disculpad, pero Nos no
soportamos que se nos peguen los muslos a la piel del tresillo. Estos modelos
clásicos nos encantan, pero son un incordio para las piernas desnudas. Bueno,
ya está, continuó después de arreglarse la ropa. Se frotaba las manos y
sonreía, le encantaban los momentos previos a las películas. Visiblemente
entusiasmado, continuó. Por favor ¿nos alcanzas la mantita? Adoramos las noches
de tele y cine bajo la tibia y maternal protección de la lana. El presidente
americano, que la tenía junto a él, se la dio.
-Y por favor, deja de hablar así,
no estamos en el balcón del Vaticano, le sugirió.
-Disculpad, es la emoción que me
hace olvidar dónde estamos. El oficio pesa. Definitivamente, ¿qué va a ser,
asalto y detención o asalto y muerte?
Los dos presidentes se miraron;
no contestaron. El chino le puso el enorme cuenco de palomitas sobre las
piernas.
-Toma, te ha tocado, que estás en
el medio.
-¿Alguien quiere una cerveza?
Preguntó el americano. Son de abadía, Santidad, especialmente embotelladas para
la Casa Blanca en las frías bodegas de un monasterio Flamenco.
-Por favor, qué pregunta. El
espectáculo no es lo mismo con la garganta seca. Y hablando de espectáculo
¿Cuándo empieza?
Se miraron y miraron a Joe y éste
a su presidente.
-Cuando quieras Joe. Luz verde,
dijo.
Joe descolgó el teléfono.
-Luz verde. Repito, luz verde.
Sentados a oscuras, un haz de luz
verdosa y pálida iluminaba los rostros de los presentes rendidos al embrujo de
las imágenes que el televisor vertía. Un silencio absoluto y morboso inundaba
la habitación tan apenas perturbado por la mano de quien escarbaba en el bol de
las palomitas, como un pequeño insecto en busca de alimento, y por el sonido
intermitente de una emisión deficiente. El aparato exhalaba un aliento de
imágenes verdes, de escasas calidad, pero cargadas de un realismo sucio y
brutal que subyugaba. Apuntando con fusiles de asalto que sujetan a la altura de la cara, un
grupo de atléticos militares flanquean la puerta de una casa pegados contra su
pared de piedra. Llevan cascos con cámara integrada que graban y retransmiten
en directo cuanto ven; de hecho lo que se ve y se oye a través del televisor
son las imágenes de lo que está viendo
uno de ellos y su respiración. Junto a la puerta, el que parece el jefe de la
operación, mantiene el puño en alto. Con la otra mano señala a algunos hombres y
el lugar donde deben situarse. Mirando directamente al cámara le indica a él y
a otro militar que se sitúen delante de la puerta. Llevan un pesado artefacto
que utilizarán como ariete. Una larga espera se produce mientras el oficial va
sacando uno a uno los dedos del puño que tiene en alto. Los soldados,
ligeramente flexionados, como gatos a punto de saltar, están preparados para el
asalto y tensos. Cuando la mano del oficial esta completamente abierta, su cara
se descompone en un grito ¡Ahora! Y comienza una incomprensible coreografía de voces y ágiles movimientos.
El golpe seco del ariete tira la puerta abajo y la imagen verdosa y desenfocada
de un gordo levantando un enorme cuchillo sobre una persona tirada en el suelo
llena por completo la pantalla. Otros hombres corren desorientados y algunos de
ellos caen bajo un océano infinito de disparos y de gritos. Tan solo la voz
clara y rotunda del oficial al mando logra entenderse en medio del caos
mientras dispara enloquecido:
-¡Feliz navidad, cabrones. Feliz
navidad!