martes, 24 de noviembre de 2015

Bolitas de cordero y yogur o la lucha contra los malos y la sutil línea que separa hacer lo correcto de lo que te pide el cuerpo

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“Perdonar a los yihadistas es cosa de Dios, mandárselos a él es cosa mía”. No, no es una frase sacada de un personaje de Tarantino. Tampoco es de Scorsese o de Kubrick. Ni siquiera de Rambo, aunque pueda parecerse a él. Es una frase de Putin (por la que cualquier guionista daría lo que fuera), alusiva a su cruzada contra el Daesh en Siria, y que encierra en sí misma la esencia de lo que se avecina. Si la realidad fuera una película, sin duda, este sería su headline, su eslogan.    

Suenan tambores de guerra. Ya está ahí. Tan sólo queda hacerlo oficial. Es una realidad que todos los  medios de comunicación se encargan de difundir las 24h del día desde los atentados de París: Acabar con el Daesh es el objetivo prioritario de Occidente. O ellos o nosotros. A cualquier precio. Caiga quien caiga. Y todas las señales apuntan a ello: La ONU pidiendo al mundo todas las medidas necesarias para acabar con él. Cumbres de jefe de estado para diseñar estrategias de lucha. Ciudades que se blindan y se cierran a la vida en su caza al terrorista. Obama prometiendo destruirlos. Países haciendo lo propio tras el asesinato de sus ciudadanos... Incluso el Dalai Lama ha dicho que esta amenaza no se soluciona rezando.
Occidente se viste para la guerra y enseña sus dientes en una cruzada que se llevará fuera de sus fronteras para evitar verse salpicado de nuevo por unos conflictos de los que es en parte responsable. Una cruzada a la que acabaremos yendo todos de una u otra manera, como lo hicimos aquel fatídico día en que 3 desalmados ponían sus pies sobre una mesa en las Azores. Unas bombas que no explotarán sobre nuestras cabezas, sino encima de la de algunos salvajes que matan en nombre de Alá para vergüenza de éste, además de la de miles de personas tan inocentes como nosotros. Una vez más. Por nuestra seguridad. Nada personal.

El protocolo que activa el miedo ha funcionado a la perfección. Como siempre. Ya tenemos un nuevo 11S, y el ciudadano lo justificará todo para sentirse protegido, desde la pérdida de libertades individuales, hasta la muerte atroz y gratuita de civiles tan poco culpables de su situación como él mismo. Simples daños colaterales asumibles en aras de una seguridad unívoca: la nuestra. Y con un público tan entregado, los gobiernos occidentes se sentirán legitimados para arrojar toda su ira sobre los de siempre, sin percatarse que con el uso exclusivo e indiscriminado de las armas jamás acabarán con un demonio que se aloja en sus propias entrañas, como una solitaria dormida deseosa de despertar. Una solitaria creada y alimentada por ellos mismos. Porque la inmensa mayoría de fanáticos que atentan en occidente proceden de su propio seno, descontentos radicalizados fácilmente manipulables a través de las redes sociales y la religión.
Eso sí, después, lavaremos nuestra manipulada conciencia cambiando la foto de perfil en las redes sociales por logos solidarios, y solicitaremos indignados la inclusión en ese mercadeo de la solidaridad emocional de los de aquellos países remotos sobre los que llueven bombas todos los días. Simples demostraciones de empatía con el mismo valor que la foto de la última cena de empresa. Plañideras de coste 0 sin otro objetivo que exhibir lo solidarios que somos.

Se combate a los malos con las armas, sí, pero con todas, también con la solidaridad y la coherencia. Porque no se trata de aprovechar la coyuntura para elevar los índices de popularidad de los políticos. No se trata de reaccionar sólo cuando los muertos somos nosotros, esperar a que la mierda nos salpique para darnos por aludidos. Se trata de ser menos hipócritas y más congruentes: No vender armas a los mismos que después hemos de combatir. No comprar petróleo a quienes financian con la transacción su Estado del terror y las armas que nos matan. Y también se combate con las instituciones y servicios del estado, porque donde éste fracasa el extremismo triunfa. Es en esos guetos periféricos de nuestras ciudades, surgidos entre los escombros de la pobreza y del abandono institucional; en esas filas de desempleados y descontentos; en esos agujeros negros colmados de abandono e indiferencia donde hay que luchar más aún, si cabe y por pura autodefensa; llenando esos vacíos infinitos de educación, de sanidad,  de urbanidad y de sentido de pertenencia. Solo así esos hijos de puta dejarán de reclutar sus soldados en nuestra propia casa.     

A estas alturas a saber si quedan hombres buenos entre quienes nos gobiernan, pero me pregunto si al menos quedan de esos otros capaces de anteponer el bien común, el de todos, los de aquí y los de allá a los propios intereses y actuar en consecuencia ¿quedan de esos? Por la cuenta que nos trae y lo que pueda pasar, esperemos que sí.

Que el plato de hoy nos sirva de homenaje a todos, los de aquí y los de allá, todos, y que se le haga bola y se le atragante a todos esos indeseables, del este y del oeste, que quieren enfrentar a iguales en beneficio propio: Bolitas de cordero con yogur. Una receta delicada que identifica oriente y occidente uniéndolos en el mismo plato, y nos presenta al cordero en una elaboración menos tradicional de lo que nos tiene acostumbrados. Un plato con un toque exótico que nos transportará al paraíso del sabor sin necesidad de levantarnos de la mesa.

Que lo disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 500 g de carne picada de cordero (mejor de pierna).
  • Unos 100 g de molla de pan mojada en agua o leche.
  • 1 huevo XL.
  • 2 diente de ajo.
  • Harina.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • 2 cucharadas de perejil picado.
  • 1 cucharadita de cilantro picado.
  • 1 cucharadita de jengibre en polvo.
  • Pimienta y sal.
  • Piñones fritos.
  • 2 yogures naturales tipo griego.
  • 1 pepino pequeño o ½ grande.


ELABORACIÓN

  1. En un bol mezcla la carne con la molla de pan, 1 diente de ajo bien picado, el perejil, el cilantro, el jengibre, sal una pizca de pimienta y el puñado de piñones fritos hasta obtener una masa homogénea. Haz pequeñas bolas con ella, enharina y sofríelas en abundante aceite hasta que estén bien doradas.
  2. Introduce en el vaso batidor los dos yogures, una punta de pimienta, sal, un diente de ajo bien picado y el pepino pelado y cortado en trocitos. Tritura y reserva. Ya tienes tu salsa de yogur.
  3. Emplatado: sírvelas calientes acompañadas de la salsa de yogur.

Umm, una delicia sencilla, que no podrás parar de comer hasta verle el fin.

NOTA

Puedes jugar con las especias que más te gusten, el comino, por ejemplo, le va muy bien, aunque el cilantro y el jengibre le dan un saborcillo muy especial. Si eres de los que no pueden vivir sin él, mezclar el cordero con algo de carne grasa de cerdo, dará un toque más jugoso a tus albóndigas.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Paris será toujours Paris, ZAZ
Para la degustación: I only want you, Eagles of death metal

VINO RECOMENDADO

Alcanta tinto crianza. DO Alicante.

DÓNDE COMER

En mesita pequeña y bien dispuesta, al más puro estilo coqueto bistró parisino, presidiendo en el centro las bolitas, con el yogur en bonita salsera, bien regada la velada con el vino, y en la mejor de las compañías.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Si la velada se alarga porque la compañía lo merece, casi sobran las palabras. Pasear por la calle mientras gritas ¡No a la guerra! también será una opción recomendable si los acontecimientos nos arrastran hacia ello.




lunes, 16 de noviembre de 2015

'Endivia Cochina' y 10 canciones para venirse arriba que te quitarán la tontería de golpe

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Ni Platón ni prozac ni carísimas sesiones en el psicólogo; cuando la vida te pesa, estás de ‘hematocrito plano’, porque sientes que la sangre no te corre, y tu voz interior tan solo acierta a decir: “Dame veneno que quiero morir, dame veneno”, lo más eficaz, balsámico y ‘shenshato’ (como diría un presidente de gobierno) para venirse arriba es tirar de canción, olvidarse de todo y dejarse arrastrar por ella. Tan sencillo como eficaz. Tan cierto como seguro. Si quieres volver a sentir que eres el rey de la pista de tu vida, ponte los auriculares, sube el volumen, cierra los ojos, levanta los brazos…y déjate llevar; te aseguro que te sentirás como Mia (Uma Thurman) en ese instante en que Vincen (John Travolta) le metió un chute de adrenalina directo al corazón. 

Y es que ojalá la vida viniera con banda sonora de serie, una selección musical impresa en el ADN a modo de termostato sonoro, que regulara el ánimo automáticamente según la situación. Pero a falta de ese kit prodigioso, al menos tenemos la opción de seleccionar los temas que queremos nos acompañen en ella. Porque está demostrado: la música influye en nosotros de tantas formas que incluso un estudio ha determinado que el 64%de las personas sin pareja que escuchan el Hello de Adelle sienten deseos devolver con sus ex; por tanto, cuidado con lo escuchas. Pero además de provocarnos morriña o amansarnos cuando toca, también nos activa, nos levanta el ánimo y nos hace ver las cosas de manera positiva. No importa el motivo de nuestra apatía; más allá de los problemas sentimentales y de las tristezas emocionales que nos arrastran a la melancolía, de la pereza que nos provoca enfrentarnos a un jefe tirano o a la rutina diaria, siempre está esa canción que actúa como un chute directo a los sentidos, nos pone las pilas y hace que nos reencontremos con nosotros mismos olvidándonos de todo lo demás. Un croché directo a las penas que nos quita la tontería de golpe y nos hace sentir la realidad de manera muy diferente, siquiera por esos instantes, y concebirla menos terrible de como la percibíamos ¿Acaso hay alguna otra cosa que tenga efectos secundarios tan beneficiosos? Que la OMS aún no se ha pronunciado al respecto al menos tranquiliza.

De hecho, se ha determinado cuál es la mejor canción de la historia para venirse arriba  aplicando una serie de fórmulas y teniendo en cuenta variables que van desde la letra hasta el ritmo: Don´t stop me now, deQueen. Ahora bien, todos tenemos nuestra banda sonora particular, ésa que sólo  aplica fórmulas que brotan directamente de la emoción y que en la galería de melodías de nuestro ADN sonoro tienen la etiqueta de espitosas. Éstas son algunas. Probablemente no coincidan con las tuyas, pero de lo que no te quepa duda es de que funcionan, vaya que si funcionan; te lo aseguro.


¿Y las tuyas? ¿Cuáles son?

Si además las acompañas de buenos amigos, un buen vino y algo de picar…vamos, a las penas, ‘puñalas’. Algo de picar sencillo, apetitoso y adictivo como este bocado: Endivia Cochina. La envidia servida a modo de receta y en su doble vertiente: la que desata por su finura y elegancia en todos aquellos de mirada atenta que desearán pasarse a tu mesa en cuanto las pongas encima, y en esos otros que te observan y comprueban con asombro que, pese a tus problemas, siempre hay un aura brillante y musical que te acompaña a todas partes y aún no saben por qué.

Que las disfrutes.   

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 4 endivias grandes
  • Mermelada de arándanos.
  • 75 g de queso de cabra de rulo.
  • 50 ml de leche.
  • Un puñado de nueces y piñones.
  • Sal y pimienta.
  • Un poco de aceite de oliva virgen extra.


ELABORACIÓN

  1. Lava las endivias enteras en abundante agua. Sécalas bien y córtalas longitudinalmente por la mitad. Extrae de cada parte la mitad, con cuidado de no romper el ‘tallo’ que mantiene unidas las hojas. Procede de igual modo con los trozos sustraídos y reserva para otra preparación lo que sobra. Habrás obtenido 4 barquitas de endivia (por supuesto de diferente tamaño).
  2. Salpimiéntalas y pásalas por una sartén con unas gotas de aceite bien caliente. Ásalas ligeramente y reserva.
  3. En una sartén y a fuego lento deslía el queso en la leche hasta obtener una crema de queso de cabra.
  4. Asa en unas gotas de aceite las nueces y los piñones hasta que se doren.
  5. Emplatado: coloca en una fuente las barquitas de  endivia, dentro de cada una de ellas una cucharadita de mermelada de arándanos, encima la crema de queso de cabra y para terminar los frutos secos asados.

Umm, tan sencillo como delicioso. Para disfrutar.

NOTA

Si quieres puedes servir tus endivias sin pasar por la sartén, pero ese toque de asado le va de maravilla. La naranja amarga en sustitución de la mermelada de arándanos es muy buena opción también.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Cualquiera de los temas recomendados.

VINO RECOMENDADO

Vermut Miró Casero. Reus, Tarragona.

DÓNDE COMER

En casa, en el coche, en el trabajo, en la playa, en el campo, en… ¿O acaso hay algún lugar prohibido donde dejarse llevar por el placer y la música?

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Correr, saltar, bailar…, dejarse llevar. Sin más.



domingo, 8 de noviembre de 2015

Bombas de patata 'Anti-machos' o por qué era necesaria la marcha del 7N


 
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El mismo día en que el centro de Madrid se colapsaba  por una manifestación en contra de la violencia machista, TVE abría el telediario con un Rajoy en ‘modo campaña’. No debió parecer una noticia suficientemente relevante. O tal vez se consideró que las andanzas electoralistas de Mariano eran de mayor calado mediático para el interés general que el objetivo de la Marcha: Llamar la atención sobre un problema que hunde sus raíces en lo más profundo de la sociedad, demandar la implicación de todas las instituciones y exigir que la lucha contra la violencia machista se convierta en una cuestión de Estado, una lacra considerada como la principal causa de muerte  de la mujer en el mundo. No es más que un ejemplo de manipulación informativa, pero refleja a las claras el escaso interés que suscita para el gobierno un problema de esta magnitud.

Que en pleno siglo XXI, en un país occidental desarrollado económica y socialmente, se haya convocado una marcha reivindicativa contra las diferentes formas de violencia machista, debería ser un anacronismo; sin embargo, (y visto lo visto) no sólo ha estado plenamente justificada, sino que ha sido necesaria para dirigir la mirada sobre una realidad con la que se convive y que se muestra en todos los ámbitos de la sociedad, a veces de forma tan sutil que apenas nos percatamos.

Porque son las mujeres asesinadas, sí; es la violencia sexual o el maltrato físico y psicológico; es la recuperación económica y social de las víctimas: las mujeres y sus hijos; es que los maltratadores puedan seguir teniendo la patria potestad sobre sus hijos y ocupar el mismo espacio vital que sus víctimas, a pesar de todo... Pero no sólo es eso (de ahí el nombre de la manifestación: ‘Marcha contra las Violencias Machistas’). Porque la violencia machista se ejerce de muchas maneras y esconde su rostro detrás de multitud de máscaras. Es violencia machista cobrar menos por realizar las mismas funciones o tener que demostrar la valía para promocionar en el trabajo por encima de tus posibilidades; es aguantar un lenguaje sexista intolerable o tener que demostrar que eres la víctima de un acoso y no la provocadora; es soportar la condescendencia o el ninguneo, cuando no el desprecio. Es el problema de una sociedad que ha basado las vínculos de sus hombres y mujeres en una relación de desigualdad, y aún hoy para muchas de dependencia. Un ADN siniestro que en cierta medida convierte a todos en víctimas de unas relaciones perversas basadas en ese desequilibrio, donde las mujeres se llevan, por supuesto, la peor parte. Una sociedad que  ha alentado la desigualdad y limitado la autonomía económica y social de quien la padece. Una sociedad que garantiza la igualdad de derechos ciudadanos ante la ley, que avala la protección jurídica, pero donde la fuerza de la costumbre, más allá de las demostraciones de brutalidad extrema, al mismo tiempo, permite otras formas  de violencia explícitas o sutiles, e insta a asumir lo inasumible y a aceptarlo de manera inconsciente.  

Nadie nace machista; se hace. Es una cuestión de educación; de educación y de empatía, de compañerismo, de amor al otro, hombres y mujeres. Legislar e involucrar a todas las instituciones del estado es necesario, pero educar en valores en la casa y en la escuela es prioritario. Así que empecemos por ahí: más casa, más ciudadanía, más ética, y menos religión. Porque es en nosotros y en  nuestra capacidad para ponernos en el lugar del otro donde está la solución; y eso, se aprende.

Ojalá pudiéramos gritar “El macho ha muerto. Viva el hombre”…el hombre y la mujer iguales, claro; aunque a la vista de cómo está el patio aún es imposible hacerlo. Mientras tanto,  podemos ir haciendo algunas cosas entre todos, empezando por salir a la calle y manifestarlo.

Y que esta receta nos lo recuerde y sirva de homenaje a todos aquellos, hombres y mujeres, que creen en la igualdad y basan sus relaciones en el respeto mutuo: Bomba de patata ‘Anti-machos’. Un plato que combina como ninguno dos posibilidades igual de placenteras: la de arma arrojadiza contra todos aquellos que siguen instalados en la caverna, o bocado perfecto con billete directo al centro del sabor. Una receta que combina como ninguna el mar y la tierra a través de la textura térrea de la patata y la sutileza de la carne blanca y tersa de la sepia. Un plato sorprendente y sencillo que no dejará indiferente a nadie.

Que lo disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 600 g de patatas.
  • Agua para cocerlas.
  • 300 g de sepia limpia y sin las patas.
  • 125 ml de aceite de oliva virgen extra.
  • 1 huevo y la clara de otro.
  • 1 cucharada de mostaza a la antigua.
  • 2 dientes de ajo.
  • Sal y pimienta.
  • Cebollino y alguna florecilla para decorar (si quieres darte un toque de distinción y el pisto toda la noche).
  • 4 cucharaditas de sucedáneo de caviar (o del auténtico, si te atreves, aunque no le hace falta).


ELABORACIÓN

  1. Pela las patatas y cuécelas enteras en abundante agua con sal durante 35’-40’ según tamaño. Una vez hechas, retíralas de la cazuela, cháfalas con un tenedor, salpimienta al gusto y añádele un leve hilillo de aceite. Remueve bien. Debe quedar un puré espeso y consistente para poder hacer bien las bolas posteriormente. Reserva.
  2. Corta la sepia en trozos pequeños. Salpimienta. Pela un ajo, quítale la raíz y córtalo finito. Pica la ramita de perejil. Junta todo y añade un poco de aceite de oliva virgen. Mézclalo bien todo y deja reposar en la nevera durante 1h aproximadamente. Pasado este tiempo  viértelo en una sartén caliente y sofríe en su propio aceite del adobo durante 2’ más o menos. Si te pasas quedará dura. Reserva.
  3. Pela, elimina la raíz y pica fino el otro ajo. Ponlo en el vaso batidor junto al huevo, una pizca de sal y el resto del aceite (100 ml aproximadamente). Coloca la batidora con la zona de las cuchillas pegada al fondo y sin levantarla bate a potencia media-alta. Una vez veas que ha cuajado puedes ir levantando las cuchillas. En unos segundos ya tienes tu ‘ajonesa’. Añádele la cucharada de mostaza a la antigua y remueve bien todo.
  4. Monta la clara que tenemos a punto de nieve, bien con la batidora o a mano. Añádela a la ‘ajonesa’ y remueve con cuidado para que le dé un aspecto más liviano y aéreo a la salsa. Ya tenemos una muselina de ‘ajonesa’ y mostaza.
  5. Extiende sobre la palma de la mano puré de patata, coloca en el centro un par de cucharadas de sepia a la plancha y con gracia forma volasen las que quede ésta en el medio; ve añadiendo más puré si es necesario.
  6. Emplatado: en el centro de un plato hondo coloca una bomba, cúbrela con la muselina y corona con una cucharadita de sucedáneo de caviar. Decora con un poco de cebollino picado o perejil y si quieres estirarte con alguna florecilla comestible.

Umm, ¿has visto algo más sencillo y apetitoso? Con tanto color como sabor, además de económico y muy, muy estiloso. Que lo disfrutes. 

NOTA

Rellénalas con lo que más te guste, pero con sepia se convierten en un bocado muy original y especialmente sabroso. Si lo prefieres puedes utilizar un puré de sobre; sin embargo, el punto que se consigue cociendo las patatas es mucho mejor. Para montar las claras, es conveniente que esté a temperatura ambiente. Si le añades un poquito de sal y unas gotas de limón el resultado será perfecto.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: La Otra, La Otra
Para la degustación: Malo, Bebe.

VINO RECOMENDADO

Mo Salinas, tinto. DO Alicante.

DÓNDE COMER

En mesa redonda y bien dispuesta, como las propias bombas que la presiden, y rodeado de amigos que te hagan reír y sentir a gusto ¿acaso hay algo mejor y más divertido? Y si no es así, siempre podrás darle una utilidad más belicosa a tan aguerrido plato ¿no crees?

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

¿Y si después os vais todos de manifestación? La ocasión bien lo merece ¿no te parece?