viernes, 31 de julio de 2015

Pimientos sodomizados de tortilla o ¿Qué pasaría si volviésemos a la peseta?


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Estos días atrás en los que tanto se ha hablado del abandono de Grecia de la zona euro y las consecuencias suicidas que supondría la vuelta al dragma para su economía y la ciudadanía, en caso de elegir soltar la mano caritativa de los dioses protectores del Olimpo europeo, me he preguntado qué sería de nosotros si volviésemos a la peseta.

Desde luego, después de ver cómo ese Zeus llamado Alemania le ha tendido la mano y con el pie le pisaba el cuello, mientras el resto de diosecillos menores la mantenían sujeta al suelo, sería para pensárselo. Si después de tanto paripé, de tanto órdago a grandes y a chicas, han decidido no cruzar el Rubicón, qué negro lo habrá visto Grecia y qué averno de pobreza tan grande habrán intuido para asumir la humillación, al menos de cara a la opinión pública, de un despiadado, despreciable y omnipresente Olimpo europeo.

Debe dar auténtico pánico asomarse al abismo del infierno financiero. Al menos solo. Al menos sin Europa. Dicen que la debacle: Lo primero que sucedería sería una fuga de capitales impulsados por el pánico, y acto seguido, el gobierno, para evitar la parálisis financiera pondría restricciones a la retirada de dinero, es decir montaría un ‘corralito financiero’. ¿Cómo nos afectaría? Pues que aunque tuviéramos dinero en el banco (toda una proeza en los tiempos que corren) no podrías acceder a él o lo harías con cuentagotas, que es lo primero que hizo Grecia ante el anuncio de las elecciones. Y lo peor, la nueva moneda se depreciaría, con lo que seríamos tanto más pobres cuanto mayor fuera su pérdida de valor respecto al €, perdida estimada entre un 25-50%. Es decir, que todo lo que poseyeras valdría muchísimo menos, aunque la deuda contraída por haberlo obtenerlo seguiría siendo la misma, al estar en euros. Prácticamente todos los ciudadanos estaríamos condenados al impago, del mismo modo que el gobierno y las grandes empresas que se financian en el exterior, lo que se conoce en el argot financiero como default. Eso sí, mejorarían las exportaciones y el turismo; jo, qué suerte.

Menuda como nos la metieron el 1 de enero de 2002 con la entrada del euro y los cuentos de una moneda común en una Europa unida. Nos propusieron matrimonio, pero sin posibilidad de divorcio, y aceptamos sin saberlo aunque la convivencia fuera un infierno, y nada más comenzar a vivir juntos ya nos empobrecimos por encima de nuestras posibilidades. Así, sin vaselina ni antidepresivos. Y de este modo, de un día para otro, el café que costaba 100 ptas., pasó a valer 1€, y el menú de 1000 ptas., pasó a costar12€, del mismo modo que una barra por la que pagábamos 30 ptas., se cotizaba después a 0’85€. Y no fue sólo el comercio quien infló los precios, que el estado no perdió un segundo en unirse a la fiesta de subir el precio a sus servicios. Claro que, como no llevábamos tarjeta de equivalencias, ni nos enteramos, éramos unos felices infelices que a duras penas llegaban a fin de mes, porque, eso sí, ninguna nómina pasó de llamarse 100.000 ptas. a 1000€, que hubiera sido el trueque justo.
     
Y es que las cosas suenan mejor en decenas, centenas o millares que en unidades. O al menos se entienden más rápido. No es lo mismo pagar por un piso 240000€ que 40000000 millones de ptas.; o por un botellín de cerveza 3€ que 500ptas.Vamos, que si te dice un camarero hace unos años que le dieras ‘medio talego’ por el tercio, las carcajadas se iban a oír por toda la provincia.
La verdad es que uno no puede dejar de recordar con cierta nostalgia aquellos tiempos en que salir con 5000 ptas. en el bolsillo te permitía alcanzar la madrugada con relativa solvencia y daban más seguridad a tu cartera que un ‘mascachapas’ a la puerta de una discoteca. Casi lo mismo que los 30€ que suponen al cambio hoy en día. Porque el Euro, además de una nueva moneda supuso un cambio de época que nos hizo pasar del “¡esta ronda la pago yo!”, así, con alegría y sin miramiento, al “que cada uno se pague lo suyo, que no veas lo que cuesta aquí una caña”, a la velocidad del rayo.
 
Afortunadamente, ya nadie cuenta en pesetas ni traduce el precio de lo que paga a pesetas. Ni siquiera los más viejos del lugar. Ha sido una adaptación forzosa por una cuestión de salud mental: correríamos el riesgo de ser ingresados en urgencias de un ataque de ansiedad (o indignación) provocado por el susto que nos llevaríamos.
Y es que al final va ser por eso por lo que ningún estado quiere abandonar el euro: porque con esa enorme magnanimidad de la que hacen gala sólo miran por nosotros y nuestra salud mental, no vayamos a llenar los hospitales ahora que andan escasos de personal.

En  fin, que sí, que nos la metieron bien con el € y ahora ya no podemos hacer nada. Igual que se la han metido a estos pimientos, pero en este caso con más miramiento y por supuesto con mucho mejor gusto: Pimientos sodomizados de tortilla de patatas. Unos pimientos que guardan en su interior la tradición de un plato por excelencia de nuestra cocina, como lo fue de nuestra economía la peseta durante tantos años. Lleno de cabo a rabo; aprovechando hasta el último céntimo. Una tortilla como las de siempre, pero presentada de forma diferente y que combinada con el color y el sabor intenso del pimiento no dejará indiferente  nadie que se siente delante de ella.

Que los disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 4 pimientos verdes italianos.
  • 2 patatas.
  • 1 cebolleta.
  • 2 huevos.
  • Aceite de oliva virgen extra para freír las patatas y la cebolla.
  • Sal.
  • Una pizca de romero (opcional).


ELABORACIÓN

  1. Lava y corta en trocitos las patatas y la cebolleta. En una sartén con abundante aceite sofríelo todo hasta que quede bien pochado. Añade sal al gusto y la pizca de romero.
  2. Cuélalo del aceite y deja que se enfríe. Es muy importante que se enfríe la mezcla, si no a la hora de incorporar los huevos se cuajarán. Bate los huevos e incorpóralos. Remueve bien para que quede una mezcla homogénea.
  3. Lava los pimientos, córtales la parte superior y elimina todas las semillas. Rellénalos con la mezcla procurando que se reparta perfectamente por su interior.
  4. En el mismo aceite donde hemos hecho las patatas y la cebolla los sofreímos, dándoles la vuelta con frecuencia para que se hagan bien y procurando que no se salga la mezcla. Cuando la tortilla cuaje ya están. Retirar, pasar por papel absorbente y servir.
  5. Emplatado: sírvelos enteros o cortados en rodajas espolvoreados de escamas de sal.

Umm, sencillísimo, exquisito y por ‘dos pesetas’.

NOTA

Si los pimientos son muy grandes utiliza una patata y un huevo más. Puedes preparar tu  tortilla como más te guste y rellenarlos posteriormente; con calabacín y patata, por ejemplo, queda buenísimo también. Una vez hechos, envueltos con finas lonchas de jamón serrano y cortados posteriormente, quedan exquisitos.


MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: ¡Adiós!, Jorge Marazu
Para la degustación: Si tú te vas. Platero y tú.

VINO RECOMENDADO

Los Molinos, tempranillo tinto 13. DO Valdepeñas

DÓNDE COMER

Lo miremos en euros o en pesetas aún hoy ir a la playa o a la montaña es gratis (salvo exclusivas excepciones). Así que en mesita de camping, silla plegable y bajo sombrilla o toldo, que éste es plato muy de pasear en fiambrera y compartir, que siempre te dejará de maravilla allá donde lo pongas.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Levantarte de la silla y pasear a buen paso por la orilla de la playa o la montaña será faena suficiente que mantenga la lorza a raya, además de todo un placer.




lunes, 20 de julio de 2015

El bar-restaurante del monasterio de Sto Espíritu (Gilet, Valencia) o el placer de comer en plena naturaleza

Si subir al monasterio de Sto Espíritu ya de por sí es un gustazo por la preciosidad del entorno y la tranquilidad que se respira, desde que han reconvertido el bar de toda la vida en bar-restaurante es todo un placer: una cervecita bien fría en su terraza al calor del sol en invierno o de la sombra en verano, en medio de una naturaleza agreste rebosante de colores rojizos y verdes, con los sonidos de la naturaleza y de las campanas envolviéndote, no tiene precio y es mucho más relajante que largarte a un monasterio tibetano, además de más barato.

Para quien no lo conozca se lo recomiendo de todas todas. Lo han arreglado con gusto y es tan bonito el interior como relajante su terraza, en la placita frente al monasterio.   Emilia, la propietaria, es soprano y además de cantar de maravilla y recibirte con música clásica y ópera, se desvive por agradar en todos los sentidos, especialmente el gusto, y para ello cuenta con una cocina solvente y con muchas ganas de funcionar y hacerlo bien, que elabora con esmero una carta de tapas y entrantes bien seleccionada, bocatas y platos principales muy cuidados y postres caseros. La carta de vinos es escueta, pero con vinos de Utiel-Requena en su mayoría, bien seleccionados. Elaboran además unos gin tónic perfectos y muy bien servidos, doy fe de ello.

Abre los fines de semana desde la tarde del viernes y cierran a las 11 de la noche. Dado el enclave privilegiado en que se haya tienes multitud de opciones: desde subir a almorzar y hacer una ruta, a hacer coincidir su final con la hora de la comida y disfrutar de su carta. Por supuesto sirven cenas, y si te da mal rollo coger el coche después, tienes la opción de pasar la noche en una de las habitaciones del propio monasterio, donde el descanso lo tendrás garantizado y habrás convertido la noche en todo un planazo. O simplemente subir, caminar un poco, y tomarte unas cervezas y unas tapas en el interior del local o en su terraza, disfrutando del paisaje y la tranquilidad.

Para comidas o cenas es conveniente reservar. Los teléfonos de contacto son: 619849789 y 96 2760049

Sin dudarlo todo un acierto acercarse a conocerlo. Muy recomendable y en un entorno inigualable.

Aquí te dejo un aperitivo sonoro de lo que ofrece Emilia: Ámame

Que lo disfrutes.

jueves, 16 de julio de 2015

Latita 'Apretá' de mejillones y cuscús o cuando ir a la playa es cosa de valientes



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Los que vivimos al lado del mar lo sabemos: si no quieres parecer de fuera hay dos ocasiones en verano en las que jamás has de bajar a la playa: cuando hace poniente y cuando es domingo. Es algo que va impreso en nuestro código genético, porque desde que tenemos uso de razón siempre nos han dicho: “pero dónde vas con la que está cayendo, ¿pero no ves el poniente que hace? Anda, siéntate ahí y ni se te ocurra abrir la ventana”. Y esta frase, repetida verano tras verano, poniente tras poniente, imprime tanto o más carácter que el pelo enredado de salitre o las sandalias de goma para andar por las piedras de la escollera.

Tampoco bajamos a la playa los domingos porque ese día nos arrinconamos en otros lugares y nos saltamos la marabunta que se concentra sobre la arena, a no ser que recibamos la visita de la familia (de fuera, por supuesto) o que por cuestiones de trabajo no hayamos podido pisarla en toda la semana, y aun y con esas te lo piensas.

Por supuesto a los de playa también se nos ve el plumero cuando vamos a la nieve. Yo he visto esquiadores de costa subir las pistas sin arrastre con la sola ayuda de una ventisca de fuerza 5; y bajarla a ciegas y con viento a favor; así, con un par. Y estoy convencido que el código genético de los naturales de aquellas latitudes también llevará impreso un mensaje similar al nuestro, algo así como: ‘prohibido esquiar con ventisca y los domingos que amanecen con un sol espectacular’.

Porque no nos engañemos, cuando tiramos de tarjeta y nos pagamos una escapadita, lo suyo es que haga buen tiempo, pero si no es así, nos la trae floja: cerramos los ojos y la boca para evitar tragarnos media playa si hace poniente o la nieve de una cumbre entera con ventisca, y punto. Eso sí, nosotros ahí, como los campeones: o sobre la toalla o sobre los esquís, pero en el tajo, que para eso hemos pagado.

Si has reparado en el detalle, al comenzar el relato he dicho “bajar a la playa”. La razón es muy simple: igual que los de montaña suben a las pistas (los pijos, de fuera, claro, dicen subir a pistas, a Pirineos, a Alpes, como si de ese modo se identificaran más con ellas, pero nosotros, por más que la sintamos como propia,  jamás bajamos a playa, la respetamos demasiado) los que vivimos al lado del  mar, digo, no vamos a la playa, sino que bajamos, aunque residas tan cerca de la orilla que el agua moje la alfombra a los pies de tu cama. Y esa es otra gran diferencia entre quien es del terreno o es de secano, porque no es lo mismo bajar que venir. A nuestra playa en particular vienen muchos madrileños, y llegado el caloret, por tradición decimos que la playa ya está hasta la bandera de madrileños, término que utilizamos de manera genérica para designar tanto a madrileños de Madrid, como a madrileños extremeños, leoneses, aragoneses o de cualquier lugar de la agrosfera. De hecho, nos vienen tantos madrileños de Aragón que los avisos en la playa  por megafonía siempre comienzan con un esclarecedor “Atención señores ‘mañistas’…”.

Y es que nosotros, no los que vamos sino los que bajamos a la playa, lo tenemos claro: si las bicicletas sí son para el verano, los domingos no son el día más indicado para darse un chapuzón, porque poner un pie en la orilla puede convertirse en una empresa más complicada que pisar la luna por primera vez. Tanto, que cuando lo haces comprendes que tal vez haya sido un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para tu humanidad, y te identificas como nadie con Neil Armstrong, pero sin traje espacial. Por supuesto, su bandera es tu sombrilla, y si no eres capaz de colocarla con tanta solemnidad y glamour como aquel es porque el espacio se cotiza más caro que en la Milla de Oro, y los 2 m2 que has avistado requieren de un salto reflejo y en plancha para evitar competidores, pues sortear los obstáculos hasta llegar a él te haría perder tanto tiempo que cuando llegases lo más probable fuera que ya hubieran edificado otra sombrilla, una nevera, 3 bolsos y unas cuantas toallas alrededor.

Por todo ello, hoy que es domingo me quedaré en casa preparando la comida e imaginando una playa desierta de aguas transparentes y fresquita…al resguardo del aire acondicionado, por supuesto. Y para evocarla nada mejor que esta receta: Latita ‘apretá’ de mejillones y cuscús. Unos mejillones tendidos al sol sobre una mullida arena de cuscús. Una metáfora del agobio playero-dominguero llevada al plato, donde la sutil carne del mejillón se mezclará con los granos de cuscús, como la arena se pega a nuestro cuerpo, para, lejos de molestar, potenciar su sabor, acompañado de una ‘after sun’ levemente picante que redondeará las sensaciones a cada bocado.

Que la disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 32-36 mejillones, según tamaño.
  • 100 g de cuscús.
  • ½ cebolleta.
  • 3 dientes de ajo.
  • 1 hoja de laurel.
  • ½ cucharadita de pimentón dulce de la Vera.
  • 1 limón.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • 4 cucharadas de tomate frito.
  • ½ guindilla (opcional).
  • Sal, pimienta, comino, hierbabuena y perejil picados.
  • 3 pimientos asados del piquillo.


ELABORACIÓN

  1. Limpia bien los mejillones y quítales la ‘barba’. Ponlos en una cazuela junto a dos dientes de ajo troceados, las hojas de laurel, el pimentón, un poco de hierbabuena picada, el zumo de limón y el resto del mismo troceado. Ponla al fuego y retira cuando todos los mejillones se hayan abierto.
  2. Retira la carne de las conchas y cuela el caldo que han soltado. En una cazuela vierte el mismo volumen de caldo bien caliente de los mejillones sobre el cuscús. Ve removiendo de tanto en tanto hasta que quede muy suelto. Añádele sal, comino, pimienta y hierbabuena al gusto y un chorrete de aceite. Remueve de nuevo y reserva.
  3. En una sartén con un poco de aceite sofríe la media cebolleta junto al ajo bien picaditos y la ½ guindilla. Cuando ya esté pochado, retira esta última y añade el tomate frito. Rectifica de sal da una vueltas y reserva.
  4. Corta los pimientos en trocitos. Reserva.
  5. Emplatado: dispón en el fondo de una lata de conserva de servicio un poco de pimiento cortado bien extendido, sobre el mismo dos cucharadas de cuscús con un cordoncito de salsa encima, y culminando los mejillones con su salsa. Espolvorea de perejil.

Umm, una auténtica delicia, muy fácil de hacer, económica y muy, muy resultona.

NOTA

Si no dispones de latas de conserva puedes valerte de un molde de cocina y montar el plato igual. El plato se sirve tibio, vamos, a temperatura ambiente, por lo que haz primero el sofrito y reserva los mejillones en el resto del caldo mientras elaboras el cuscús.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Showroom Dummies, Señor Coconut
Para la degustación: Surfin USA, The Beach Boys

VINO RECOMENDADO

Bach Viña Extrísima rosado 13. DO Cataluña

DÓNDE COMER

Por supuesto en casa es una opción acertada, pero servida en mesita de camping en medio de una playa atestada y a las 2 de la tarde te convertirá en la estrella indiscutible de cuantos te rodean y en objeto de miradas envidiosas.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Es bocado liviano, así que un par de intentos por ganar la orilla desde tu silla plegable saltando toallas y sorteando sombrillas, será ejercicio suficiente.




viernes, 10 de julio de 2015

Cuando la chufa no es sólo horchata

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Ajoblanco con horchata, chipirones rellenos de espagueti de calabacín y ajoaceite de aceite de chufa, secreto ibérico sobre tartar de patata ahumada y cremosa de horchata, flan y gelatina de horchata con crujiente de fartón… ¿A que se te hace la boca agua? ¿A que resuena en tu paladar el sabor dulce y avellanado de una buena horchata? Pues estas son algunas de las exquisiteces que el chef Alejandro del Toro diseñó para ser elaboradas en las cocinas del restaurante la Albufera del hotel SH Valencia Palace, donde el pasado lunes 6 de julio el ‘gastroforo’ El Symposio celebró su tercera edición, teniendo en esta ocasión como tema central de debate y degustación ‘la chufa y la horchata, nuevos retos’.

He de decir que ha sido todo un placer, en todos los sentidos, compartir mesa con los allí presentes. De una parte, una representación de blogueros y periodistas de diferentes medios vinculados con la gastronomía, entre los que me encontraba; y de otra, los protagonistas del encuentro, representantes cada uno en su ámbito (la gestión, la producción o la elaboración) del mundo de la chufa, su espíritu y su futuro. Presidían la mesa el director del hotel, Francisco Corredor y Alejandro del Toro.

Y si digo que ha sido un placer en todos los sentidos es porque, si el menú ha sido espectacular (al igual que los vinos, todos de la gama Caprasia de la bodega Vegalfaro, que hacen la fermentación e incluso parte de la crianza en barro) conocer el mundo de la chufa y a sus artífices, lo que piensan y cómo lo sienten ha sido sin lugar a dudas el plato fuerte de la velada y la mejor carta de presentación que el sector podría desear para dar a conocer un producto que va mucho más allá de la clásica, delicada y exquisita horchata.

Para mí, pese a conocer algunos de los productos que se obtienen de la chufa, ha sido todo un descubrimiento las posibilidades que abre este humilde tubérculo, que cuando pasa por las manos expertas de quienes lo aman y comprenden se convierte en una pequeña joya de polvo y tierra, una singular e insólita piedra preciosa en el mundo de la gastronomía. Una realidad que se desconoce y que con la promoción adecuada y el apoyo institucional necesario, podría convertirse en un distintivo de Valencia del mismo modo que la paella. Esas fueron las conclusiones que se llegaron en el Symposio.

Sin lugar a dudas dos palabras han definido el encuentro: versatilidad y pasión. Versatilidad, por la infinitud de elaboraciones que la chufa es capaz de ofrecernos, abriendo las puertas de la  gastronomía a la imaginación y la creatividad. Chocolate, cerveza, harina, aceite…son algunos de los productos exclusivos que se pueden obtener con ella, además de su utilización como ingrediente en la cocina, como hemos visto en el menú diseñado por Alejandro del Toro, a través de cual ha dejado muy claro que ‘no sólo de horchata vive el hombre’ (a pesar de la exquisitez que supone por sí sóla) sino que la utilización imaginativa en cualquiera de sus formas (harina, aceite, horchata…) hace que cualquier plato se convierta en protagonista absoluto de la velada y salga sin dudarlo por la puerta grande.

Y pasión, mucha pasión, la que mostraban hablando de ella Francisco de Borja Bayarri (vicepresidente de la DO), Antonio José Jimeno (agricultor), Cristóbal Martí (horchatas Chove) y José Ramón Panach (horchatas Panach). Pasión por mantener un cultivo exclusivo de nuestra huerta (apenas 500 hectáreas y una producción de 7 millones de kilos) respetando la tradición, pero combinándolo con las últimas técnicas para mejorarlo; pasión por la innovación y la investigación, por explorar las mil caras que nos puede ofrecer en cualquiera de las elaboraciones para que el resultado sea un ejemplo de excelencia. Porque al final de lo que se trata es de buscar una emoción a través del paladar, y eso es lo que pretenden con su trabajo, con la pasión que ponen, emocionar. Que cuando el consumidor beba una horchata artesana elaborada con chufas del terreno y en su punto justo de frescor, se emocione por su sabor único y especial; que cuando pruebe un plato donde aparece como uno de sus ingredientes, la huerta de valencia le acuda a la memoria.

En esas están, y aunque por sus venas pareciera que corre la horchata porque han hecho de ella su vida, ésta lejos de pararles les impulsa. No me cabe duda, después de degustar estas exquisiteces, que el camino que se ha iniciado ya no tiene marcha atrás y que la incorporación  de la chufa y sus derivados en la gastronomía empieza a ser una realidad. Tan solo es una cuestión de tiempo.

Y como a la vista del menú que te he contado y de la foto que he colgado sé que la boca se te hace agua ¿te atreverías con una receta que incorpora la horchata entre sus ingredientes? Te sugiero el flan de horchata que propone Vicky Ortiz (con quien compartí mesa también en el Symposio) en su blog SucreArt. Un flan sencillo, económico, aparente y delicioso que te convertirá en todo un innovador y por su originalidad en el rey de la velada, te lo aseguro.

Y como la música, ya lo sabes, potencia los sabores, y en sintonía a la versatilidad de la chufa, acompáñalo en esta ocasión con estos temas: God blessthe child, de José James, y Young Folks, de Peter Bjorn and Victoria Bergsman. Su frescura hará de perfecta banda sonora para su degustación…en pareja o en compañía de amigos.

Que lo disfrutes. 

sábado, 4 de julio de 2015

Ensalada 'Kalimera' o ¿del drama al dragma?

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Mariano Rajoy
Cope.es

La frase, referida a los últimos acontecimientos en Grecia, no tiene desperdicio y casi podría alcanzar la categoría de máxima si no fuese por la contradicción que supone su pésimo planteamiento: la solidaridad jamás puede estar condicionada a la obtención de un beneficio. Se es solidario precisamente por lo contrario, por nada; porque se es generoso, porque se es empático, y porque esa actitud refleja la adhesión absoluta al otro y la capacidad de ponernos en su lugar. Todo lo demás es caridad o demagogia, es decir egoísmo puro y duro.

Refleja claramente lo que está sucediendo con Grecia. Casi podría decirse que es un lapsus linguae del Presidente. ‘Me la pela lo que esté padeciendo el pueblo griego. A mí que me devuelvan mi pasta y punto’, parece significar. Es decir, ‘solidaridad “(…) a cambio de nada”, no’. O lo que es lo mismo: considerar el sufrimiento insostenible e innecesario de un pueblo y el empobrecimiento de todo un país como una contingencia sin valor que no puede condicionar el pago de lo que se debe.

En Grecia convergen dos posturas que hacen muy mala pareja y resumen una relación que difícilmente acabará en boda si una de las partes no cede: por un lado, el interés por una Europa grande, solidaria consigo misma y fuerte, que sintetiza el ideal de una identidad territorial unida política, económica y culturalmente; y por otro, el interés espurio de los acreedores que atenaza a los países por las deudas contraídas, que se ha apuntalado por encima del interés político y del de los ciudadanos. Lo peor de todo es que esta última postura prevalece sobre ese ideal identitario gracias al apoyo de las estructuras de poder europeas, lo que ha generado en la propia ciudadanía (sobre todo del sur de Europa, con Grecia a la cabeza) un descreimiento y un desencanto difícilmente recuperable. 

Los ciudadanos europeos están hartos de tragedias. Y los griegos aún más. Desde que inventaron el formato hace 2400 años cargan con el sambenito de ser la cuna de democracia y de la tragedia, y de esta última ya han tenido bastante en los últimos años. El referéndum del día 5 es el penúltimo acto de una representación que desean, de una vez por todas, acabe ¿Sí o no? ¿Me quieren o no me quiere? ¿Me quedo o me voy? ¿Blanco o negro? Nada en realidad es blanco o negro, hay por el medio una infinitud de tonos del gris y la estrategia ahora es saber jugar para que aquel al que lleguemos sea el que más nos convenga. Seguro que todas las opciones tienen su carga negativa, pero puestos a escoger entre otra ración doble de más de lo mismo, que no ha hecho sino humillar y sumir en la desesperación y la pobreza a todo un país, y la posibilidad de abrir un nuevo horizonte, yo me quedo con este último, al menos la cruel incertidumbre del futuro viene acompañada por la luz de la esperanza.

Pase lo que pase, con toda seguridad que Europa no desahucia la ‘y griega’ del vocabulario. Es difícil que el drama les  lleve al dragma, por más que inventaran la tragedia; y si es así, otras puertas se abrirán, seguro. Por lo pronto, el anuncio del referéndum pilló tan por sorpresa a la Troika y los ministros de economía europeos que solo por ver la cara que se les quedó ya ha valido la pena; y eso mola, mola y mucho. E incluso el FMI, que hasta antes del anuncio mantenía una postura inamovible en  extender los plazos del pago, sugiere una quita de 52000 M de € de ladeuda Griega por ser inasumible. Ahora sí, antes no. Qué cosas.
Los griegos tienen una palabra para la gente tan mezquina: ‘Malakas’, y no la vamos a rebatir, seguro que tienen toda la razón ¿no crees?

Que esta receta sirva para hacernos sentir un poco griegos a todos; que nos vincule un poquito más como ciudadanos del mismo lugar, más allá de estructuras políticas y económicas que todo lo enturbian. La ensalada ‘Kalimera’ es nuestro plato de hoy. Una receta que combina la frescura del tomate con la berenjena, el queso feta y las aceitunas negras, sabores frescos y mediterráneos que nos traen a la memoria la imagen de una Grecia clásica y deliciosa. Una combinación acertada, ligera y llena de color que lejos de empacharte te invitará a seguir comiendo hasta verle su fin.

Que la disfrutes.
        
NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 2 berenjenas grandes.
  • 2 tomates.
  • 2 latas de atún.
  • Aceitunas negras del bajo Aragón.
  • 80 g aproximadamente de queso de feta desmenuzado.
  • Agua.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • Vinagre de Jerez o Módena
  • Sal, pimienta y tomillo.
  • Harina de tempura.


ELABORACIÓN

  1. Pela la berenjena, córtala en discos de ½ cm aproximadamente y sumérgelas en agua con sal durante 1h (perderá amargor y absorberá menos aceite al freír). Lava, seca y pásalas por harina de tempura. En una sartén con aceite bien caliente freír las rodajas. Cuando estén doradas, sacarlas pasarlas por papel absorbente y reservar.
  2. Hacer un par de cortes en la piel del tomate que los atraviese en todo su perímetro, sumergir en agua caliente, y pasado 1’aproximadamente sacar y pelar (la piel saldrá sola). Cortar en rodajas, salar y aliñar con sal, pimienta, tomillo unas gotitas de vinagre de vino o Módena y  un hilo de aceite.
  3. Emplatado: con la ayuda de un molde de cocina ir superponiendo capas: primero berenjena, luego tomate, berenjena, atún desmigado, tomate y culmina con queso feta desmigado por encima. Retira el molde y a comer.


Fresco, veraniego, sencillísimo y exquisito.  

NOTA

Si lo prefieres puedes asar las berenjenas para que resulten más ligeras (en el microondas a máxima potencia 10’-12’) y una vez frías y sin piel las aliñas con aceite, sal, pimienta y comino. También puedes sustituir las olivas por paté de aceitunas negras, el sabor es prácticamente idéntico, aunque las primeras tienen un punto que jamás conseguirá el paté.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: With or without you, U2
Para la degustación: Psycho, Muse

VINO RECOMENDADO

Enterizo rosado 14. DO Utiel-Requena

DÓNDE COMER

Por supuesto en la mejor de las compañías y viviendo en directo el devenir de los acontecimientos. Eso sí, es plato de verano y exterior, así que muda la mesa con sus mejores galas y sírvelo al fresco y con el vino en su punto de temperatura, e imagina a cada bocado un  Partenón iluminado al fondo como colofón.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Imagínate como Zorba el griego, levanta los brazos, déjate llevar por las notas del sirtaki y danza a paso libre hasta que ya no puedas más o el vino se acabe.