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“Español, sin casa y sin trabajo,
busca periodista que le ponga la zancadilla”. Frases como ésta o del tipo “está
bien que acojamos refugiados, pero primero los de aquí”, han inundado las redes
sociales desde el momento en que el Getafe ha fichado al refugiado sirio
zancadilleado en la frontera húngara mientras huía de la policía. Una
zancadilla que le ha cambiado la vida, pues ha puesto fin a ese épico periplo
al que se ha visto arrastrado y le ha
abierto las puertas a una nueva vida que incluye un trabajo, un permiso de
residencia por circunstancias excepcionales y a reunir a su familia. Todo en
tiempo record. Una zancadilla que enmudeció al mundo. El ‘Gordo’ de las
zancadillas que muchos parecen envidiar y no le perdonan. Esa suerte de la fea,
que la guapa le desea.
Es muy fácil identificarse con el
otro cuando éste está a un océano de distancia, pero hay que ser capaces de ponerse
en su lugar más allá de nuestras propias circunstancias. Quienes escriben estos
comentarios seguramente se compadecían de él antes de la zancadilla, pero ahora
que está aquí lo envidian y protestan, probablemente inducidos por su propia
desgracia, pero que incita imaginar qué dirían en caso de la llegada masiva de
refugiados. Otros hablan de discriminación hacia el resto de inmigrantes. De manipulación
por parte de todos los implicados en la tramitación y gestión de su caso. Un
caso en el que, llegados a este punto, todos han querido salir en la foto. Todos
se han dado prisa y opositado públicamente a solidarios. Todo muy humano, y tal
vez un ejemplo más de falsas apariencias y de solidaridad de plató de la que,
en cualquier caso, este refugiado no tienen culpa, pues sigue siendo una
víctima de las circunstancias no escogidas que le han tocado vivir.
La única realidad indignante es
que se establecen cupos. Que se discuten números. Que se seleccionan personas
como en un ‘Tú sí que vales’ que abra las puertas de Europa al agraciado. Un
espectáculo bochornoso donde los organizadores, los propios gobiernos, hacen
trampas e incumplen las reglas establecidas perjudicando a los concursantes. Un
espectáculo de regates donde las cifras que están dispuestos a asumir siempre
son insuficientes, y que una vez aceptadas airean con rapidez para que el
ciudadano tenga claro lo caritativo y solidario que es su gobierno. Falsas
apariencias. Huraños con el mal ajeno al que sólo han respondido después del
clamor ciudadano, a pesar de que algunos no quieran ver más allá de su propia
desgracia.
Decía León Tolstói en Ana Karenina
que “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia
infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. Y es cierto. Es
muy difícil establecer un umbral a partir del cual podamos decir que somos o no
desgraciados, que somos o no felices. Que lo somos en mayor o menor medida que
los demás. Afortunadamente no es necesario vivir la experiencia del otro, basta
con ponerse en su lugar. Meterse en su piel. Vivir con la muerte en los
talones. Avanzar con el desprecio y la indiferencia en las narices. Tal vez con
esa capacidad tan humana de la empatía comprendiésemos que hay circunstancias
que sí nos hace diferentes, y determinadas
coyunturas que condicionan nuestra percepción, porque la vida no zancadillea
por igual, a pesar de lo difícil que nos lo pone a todos
Falsas apariencias, sí, como las
de este plato: Fingido de espaguetis a
la boloñesa, que ni son espaguetis ni es boloñesa, sino finas hebras de
calabacín y una salsa que en lugar de carne lleva atún. Un calabacín que se
creía espagueti; un atún que fingía no ser mar. Un conjunto que juega a los
equívocos, complementándose a la perfección y combinando la textura crujiente
del espagueti de calabacín (si le das el punto justo de cocción) con la untuosidad
de nuestra falsa boloñesa, para ofrecernos una delicatessen sencilla,
sorprendente y exquisita. Todo un regalo para el paladar que no dejará
indiferente a nadie.
Que lo disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 2 calabacines largos y gordos.
- 1 cebolla tierna.
- 4 o 5 dientes de ajo.
- ½ guindilla (opcional).
- 400 g de lomo de atún o bonito.
- 200 g de tomate frito.
- Sal y pimienta.
- Aceite de oliva virgen extra.
ELABORACIÓN
- Corta los extremos de los calabacines y pélalos. Con una mandolina de cocina pela el calabacín. Extrae finas láminas hasta llegar a la zona de la semilla, que reservarás para otra elaboración. Coloca 3 o 4 láminas, unas sobre las otras, y con un cuchillo ve dándoles finos cortes longitudinales para obtener los espaguetis de calabacín (si dispones de una mandolina dentada, la obtención de ‘espaguetis’ es automática conforme cortas las láminas). Cuécelos al vapor durante 2’ exactos como mucho, no más, y pásalos a un bol con agua y hielo para cortar la cocción. Escurre, salpimienta y reserva.
- Pela la cebolla y los ajos y córtalos muy fino. Sofríelos en aceite y añade la media guindilla. Cuando ya esté prácticamente hecho el sofrito incorpora el atún cortado muy fino, casi para tartar, en daditos de 3 mm aproximadamente y ya salpimentados. Añade el tomate frito, rectifica de sal y pimienta y remueve bien durante 1’ más o menos. Retira del fuego y reserva.
- Emplatado: en plato hondo sirve los espaguetis de calabacín tibios y sobre los mismos la ‘boloñesa’ de atún.
Umm, un plato
sencillísimo, exquisito y sorprendente. A disfrutar.
NOTA
Puedes utilizar para la boloñesa
clásica también carne picada del tipo que más te guste e incluso tus salchichas
frescas favoritas (eso sí, previamente liberadas de su tripa). Por supuesto él
plato estará igualmente buenísimo, pero el atún le da un toque delicioso y más
original. Si quieres puedes proceder de igual forma que con el calabacín con
zanahoria y mezclarlo con ésta. El resultado es perfecto y muy colorido.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: El aguante, calle 13
Para la degustación: Sufre como yo, Albert Pla
VINO RECOMENDADO
Cune rosado 13. DO La Rioja
DÓNDE COMER
A poder ser junto a personas que,
a pesar de las apariencias, no se dejan engañar y saben colocarse en el lugar
de los demás en la mesa y en la calle. Y si además son divertidas y de
conversación ingeniosa, el éxito de la velada lo tienes garantizado.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Pero qué calorías ni calorías...
¡que los espaguetis son de calabacín y la boloñesa de pescado! Ale va, levanta,
date una vuelta y que te pegue el aire que es que no te enteras.