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A partir del 1 de marzo,
para ser profesor, al menos en la comunidad Valenciana, además de aportar los
títulos que te acrediten como tal, será requisito imprescindible presentar un certificado negativo del Registro Central de Delincuentes sexuales; es decir,
que no eres ni un pederasta ni un violador.
Para los que somos docentes desde antes de esa fecha, se accederá a tal información desde el Ministerio de Hacienda. Es una exigencia del Ministerio de
Justicia en virtud de la aplicación de la Ley de Protección Jurídica del Menor.
No deja de ser curioso
que uno siempre tenga que andar demostrando que no es culpable de algo, y pongan
en entredicho su presunción de inocencia hasta que no se demuestre lo contrario,
o al menos lo acredite. A nadie se le ha pasado por la cabeza exigir este
requisito para emprender el sacerdocio, habida cuenta de los escándalos
sexuales que a la sombra de las sotanas salen a la luz todos los días. O que un
pediatra tenga que acreditar que no es un delincuente sexual, porque el objeto
de su estudio y de su trabajo sean los
niños. Por supuesto que no, porque la buena fe es un principio que prevalece
sobre todos los demás, aunque no parece de aplicación en el colectivo del
profesorado, que con medidas como esta una vez más se encuentra socialmente
cuestionado. Cabría preguntarse el porqué de la medida y su efectividad, y del
mismo modo, si se considera que la educación puede convertirse o lo ha hecho ya
en un reducto de pederastas.
La verdad es que parece
existir en este gobierno un interés cicatero y singular en estigmatizar un
colectivo, el docente, que, a pesar de todas las sospechas que ha vertido en
él, ha seguido trabajando con una ilusión muy difícil de mantener en las
condiciones en las que ha quedado la enseñanza tras su desastrosa política en
materia educativa. Circunstancia que se debe a que la inmensa mayoría de los
que lo componemos amamos lo que hacemos
y con ello hacemos que gran parte de nuestros alumnos se implique y se ilusione
con el futuro que les aguarda. Todos los que formamos la comunidad educativa.
Los que estamos y los que estarán. Con certificado negativo del Registro Central
de Delincuentes Sexuales o sin él. Y sobre todo, a pesar de ustedes.
Porque harían bien en
dejarse de tantas chorradas dirigidas a la galería, y dedicar todos sus
esfuerzos en revertir las nefastas ‘soluciones pedagógicas’ adoptadas con el único
fin de ahorrar dinero a costa de la educación de los chavales; empezando por
reducir las ratios en el aula y ampliar las plantillas que diezmaron.
Y ya puestos, me pregunto
si para ser congresista o senador es necesario presentar el Certificado de
Antecedentes Penales. Dada la vergonzante trayectoria de muchos de nuestros
políticos y asesores, estabulados en la administración por ellos mismos, no
estaría de más contemplar su necesidad y exigirlo al Ministerio de Justicia, para
acreditar fehacientemente la carencia de antecedentes o su existencia, no vaya a
pasarse por alto algún chorizo del que no hubiera constancia.
A fin de cuentas, la presunción
de inocencia (o de culpabilidad, según se mire) es idéntica para todos los ciudadanos.
Y puestos a computar, es mucho más alarmante el número de ladrones que ha
sumado la política en nuestro país los últimos años que el de pederastas el
sistema educativo. Es más, no conozco ningún delincuente entre mis compañeros.
No sé si podrán decir lo mismo quienes nos gobiernan.
Ya está bien de
banderillas en la espalda del profesor. Que las únicas que nos clavemos sean
estas y nosotros mismos, pero sentados a la mesa y directamente al paladar: Banderillas de ternera ‘escarmentás’. La
puya perfecta para olvidar todas las demás. Unos sabrosos tacos de carne
ensartados en un pinchito y acompañados con una delicada y deliciosa salsa de
mostaza. Una combinación perfecta para no dejar en el plato ni el palo de la
banderilla.
Que las disfrutes.
NECESITARÁS
(para 4 personas)
- 600 g de lomo alto de ternera en tacos.
- 1 cucharadita de mantequilla.
- 1 copa de vino blanco dulce.
- 1 cucharada de miel.
- 2 cucharadas de mostaza a la antigua.
- Sal.
- Pimienta.
- Aceite.
- Cebollino.
- 2 patatas.
ELABORACIÓN
- Pelamos las patatas y las cortamos en láminas gruesas. En una sartén con aceite de oliva virgen extra las freímos, primero a fuego lento y por último a fuego fuerte, para que queden bien hechas por dentro. Sacamos de la sartén, pasamos por papel absorbente, salamos y reservamos.
- En una sartén deshacemos la cucharadita de mantequilla, vertemos la copa de vino y dejamos hervir 1’ aproximadamente. Añadimos la cucharada de miel y removemos bien para que se integre perfectamente con el vino. Añadimos las dos cucharadas de mostaza a la antigua, removemos, salpimentamos y dejamos cocer durante 2’-3’.
- Cortamos la carne en tacos gruesos de un grosor similar para que se cocinen al mismo tiempo. Los ensartamos en pinchos de madera previamente mojados para que aguanten bien el calor y salpimentamos. En una sartén echamos un hilillo de aceite y los asamos al gusto por todas sus caras.
- Emplatado: colocamos en el fondo del plato las patatas, sobre ellas las banderillas, añadimos la salsa por encima y espolvoreamos cebollino picado.
Sencillísimo, sabroso y
exquisito. A disfrutar.
NOTA
Puedes hacer tus
banderillas con la carne que más te guste y ajuste a tu presupuesto. Con cerdo
o pollo están igualmente muy buenas, aunque la ternera le da un sabor
inigualable.
MÚSICA
PARA ACOMPAÑAR
Para
la elaboración: Opinión de mierda, Los Punsetes
Para
la degustación: Niebla, Juventud Juché
VINO
RECOMENDADO
Coronas, tinto crianza
12. DO Cataluña.
DÓNDE
COMER
En mesa perfectamente
vestida, pues la ocasión bien lo merece, bien sentados y con las espaldas
protegidas contra la pared, no sea que entre
bocado y bocado nos pongan de nuevo a nosotros otras banderillas de esas
que dejan muy mal sabor de boca.
QUÉ
HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Poca cosa, dada la
levedad calórica de la receta. Con ir al PROP más cercano a solicitar el
dichoso certificado mientras la orden siga en vigor, será suficiente. Una vez
se derogue, celebrarlo.