viernes, 27 de mayo de 2016

Pabellón Criollo o ¿Para cuándo el requisito de 'venezolanidad' a los políticos españoles?


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Me pregunto si, del mismo modo que el estado exige a los inmigrantes pasar una prueba de españolidad para obtener la nacionalidad, en Venezuela se pedirá un examen similar a los políticos españoles cada vez que recalan por allí para hacer campaña electoral y practicar el ‘tiro a la Izquierda española’. Si no eso, sí al menos un test que determine si el CI es el que corresponde a su cargo (no doy ideas…), pues pegarse semejante viaje para hacer lo que deberían hacer en coche por aquí (o en moto, ya que están en ‘modo ahorro’), no parece tener mucho sentido sin segundas intenciones. Y es que las maniobras de distracción están muy bien cuando uno ha de recomponer el discurso o hacer mutis por el foro. Pero cuando éstas dejan de ‘distraer’ y duran más de lo razonable; cuando son tan evidentes y el contenido del alegato monotemático, rayan lo grotesco.

Porque en la asignatura de ‘Acoso y Derribo de la Izquierda Española’, que todo político del bipartidismo y/o de derechas ha de estudiar desde la más tierna edad de cachorro, el tema ‘Venezuela’, u ocupa demasiado espacio o el principio básico de “El espectador lo permite todo menos el aburrimiento” se les ha pasado por alto. Es tal la mediocridad, el hastío al que nos tienen sometidos con el tema y la desvergüenza y desfachatez con que lo practican,  que dan verdadero asco. Han equivocado el tour, porque se han embarcado en un auténtico ‘Viaje a la Arcada’.

Con la que está cayendo en el mundo, con la amenaza fantasma de un Trump aupándose al poder y, por encima de todo, con la vergonzante situación de los refugiados, abandonados a las puertas de Europa por unos políticos criminales que los dejan morir, y todas las noticias ‘nacionales’ girando en torno a la situación venezolana.
Y por lo que nos atañe directamente, con la que está cayendo en España, con unos índices de pobreza alarmantes, unos sueldos de miseria, unos servicios públicos semi-desmantelados, una clase media en liquidación o una luz a precio de jabugo, y tipos como Rivera llorando y con el “corazón roto” por la situación política y humanitaria de los venezolanos o del opositor Leopoldo López…Como si le importara lo más mínimo más allá del rédito político y personal. O un Rajoy presidiendo un Consejo de Seguridad Nacional (Consejo Bolimariano, jamás un titular tan acertado como el del Huffpost) para abordar la situación de los españoles en Venezuela. Por no hablar de González y Zapateros varios… Es todo tan grotesco. Es todo tan ridículo, que entran ganas de votar con la papeleta de ‘Que os den a todos’, porque sois una auténtica ‘Parada de los monstruos’; eso sí, sin la ternura de aquellos desgraciados, sólo con el apelativo de tales.

Como decía el gran Gran Wyoming, Venezuela se ha convertido en la 18ª Comunidad Autónoma Española. Muy a su pesar y al nuestro, me temo. Y a este paso parece ser que se va a decidir en ella el futuro de la próxima legislatura. Un digno desenlace político de un culebrón venezolano. Llegados a este punto, yo propongo para ese cortejo de políticos españoles, que hacen cola en el puerto de Palos para coger el primer ferry que salga a la conquista de Venezuela y su salvación, unas sencillas preguntas que validen sus conocimientos de venezolanidad.

1.¿Cómo se llamaba Bolívar?:
A.    Simón.
B.    Timón.
C.    Timor Oriental.
2. Si Bolívar tenía sangre vasca ¿Podemos decir que era de ascendencia española?:
A.    Sí.
B.    No.
C.    Ambas son correctas.
4. ¿Cómo se llama el presidente de Venezuela?:
A.    Mariano Maduro.
B.    Nicolás Rajoy.
C.    Nicolás a secas.
5. El famoso cóctel margarita es originario de la isla de:
A.    Margarita.
B.    Trinidad.
C.    De ninguna o da igual, con lo bueno que está, depende de los que hayas ingerido.
5. La moneda oficial de Venezuela es:
A.    El Euro.
B.    El Bolívar.
C.    Ambas son correctas…según se mire.
6. ¿Cómo se llama la danza tradicional Venezolana?:
A.    Jarapa.
B.    Joropo.
C.    Jopetas.
7. El plato nacional de Venezuela es:
A.    El cocido madrileño
B.    El pabellón criollo.
C.    Ambas son correctas…según se mire.

Para que no digan que es complicado y somos unos tiquismiquis, chivaremos una; esta última, va. El plato nacional venezolano es… El pabellón criollo, nuestra receta de hoy. Porque en Venezuela, los pabellones, además de para practicar deporte, si son criollos, se comen; algo a tener en cuenta por parte de nuestros políticos si quieren quedar bien cuando vayan. Un plato completo, compuesto de arroz, alubias negras y carne mechada, lleno de color y delicioso, que nosotros ‘españolizaremos’ un tanto a nuestra manera, con perdón de la revolución bolivariana, para que nuestros ‘ilustres’ puedan empezar a conocer y disfrutar de un país que a bien seguro les espera con los brazos abiertos, siempre y cuando no lo llenen de mocos con tanto llorar sufriendo por ellos.

Que lo disfruten, y tú más.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 2 botes de alubias negras cocidas.
  • 150 g de arroz.
  • Agua para cocer.
  • 750 g de carne de falda de vacuno.
  • 2 cebollas.
  • Sal y pimienta.
  • 2 clavos de olor o nuez moscada.
  • 10 dientes de ajo.
  • Ají  dulce picado.
  • 1 hoja de laurel.
  • 150 g de salsa de tomate.


ELABORACIÓN

  1. En una cazuela con agua hirviendo y sal hierve el arroz hasta que esté cocido, pero entero. Cuela, refresca en agua fría y reserva.
  2. Salpimienta la carne, y cuécela en abundante agua con sal junto a una cebolla entera y los clavos hincados en ella. Pincha la carne de tanto en tanto y cuando esté bien cocida, retírala de la cazuela, deja que se enfríe, méchala y reserva.
  3. Vierte las alubias en un colador lávalas bajo el grifo y cuécelas 2’ en agua hirviendo con un diente de ajo y la hoja de laurel. Escurre y reserva.
  4. Salpimienta el arroz y sofríelo en una sartén en un chorrete de aceite. Reserva.
  5. Sofríe 4 ajos laminados en aceite junto a las alubias. Dale unas vueltas, rectifica de sal y reserva.
  6. Sofríe la otra cebolla bien picada junto al resto de los ajos laminados. Cuando ya casi esté incorpora la carne mechada junto a una cucharadita de ají dulce picado, remueve y que se mezclen todos los ingredientes. Incorpora el tomate frito, vuelve a remover y que cueza todo junto durante 10’-15’ a fuego lento para que liguen perfectamente todos los ingredientes.
  7. Emplatado: en un plato llano dispón aproximadamente la mitad de arroz blanco, 2/3 de alubias y 1/3 de carne mechada. Si eres muy carnívoro, alubias y carne a partes iguales.

Sencillo, económico y delicioso. A disfrutar.
  
NOTA

Puedes acompañarlo con plátano frito, es muy típico también. En este caso se llama Pabellón con baranda, para que no se caiga ningún ingrediente del plato. El ají se encuentra sin dificultad en las grandes superficies y tiendas especializadas. Puedes sustituirlo por pimentón dulce de a Vera, pero la sutileza de aquel le aporta unos matices especiales. Del mismo modo, la carne del cocido tradicional, que se prepara como ‘ropa vieja’ puedes utilizarla en esta elaboración.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la degustación: Causa y efecto. Jorge Drexler

VINO RECOMENDADO

Atance, bobal. DO Valencia

DÓNDE COMER

En el barco, en el avión, saliendo de Barajas, zarpando de Palos, llegando a Caracas, haciendo escala en las Azores, en plena travesía…cualquier lugar y momento es idóneo para degustar un plato tan exquisito.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Si “Ladran, luego cabalgamos”…seguir ladrando unos y avanzando los demás.



miércoles, 18 de mayo de 2016

Cucuruchos de ensaladilla. Mis alumnos y la mala educación

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En los últimos años el comportamiento de mis alumnos en secundaria y bachiller ha ido relajándose en las formas hasta tal punto, que cada año que pasa se hace más difícil sostener el pulso normal de una clase. Mantener viva la atención del alumno requiere de tanto esfuerzo, de tal cantidad de energía, que se invierte más tiempo en corregir comportamientos inadecuados que en impartir los contenidos de un currículo demasiado extenso para las condiciones en las que ha de impartirse.

No es un problema que se dé únicamente en mis clases; es una situación generalizada, reforzada aún más por el incremento de las ratios y la reducción de profesorado, que si bien ha ahorrado dinero al estado (ese era el fin) lo ha hecho acosta de la formación adecuada de los alumnos.

No hablo de graves problemas de comportamiento, que los hay aunque son los menos. Me refiero a esa relajación en las formas, en el saber estar, que entorpece el clima de convivencia adecuado para que el aprendizaje se produzca con naturalidad. Toda la vida se ha dado, es cierto. De hecho, no hay ninguna diferencia entre los alumnos de ahora y los de antes; entre mis alumnos y yo mismo cuando lo era. Sólo hay dos cosas que nos diferencian: que ahora esta situación se da más, más descaradamente, de forma más generalizada; y que hoy los alumnos están infinitamente mejor formados que nosotros a su edad, por más que se intente vender lo contrario.

Siempre he dicho a mis alumnos que ‘portarse mal, pero hacerlo bien’ es una máxima que en la escuela adquiere valor de ley para que las relaciones dentro del aula no impidan el normal desarrollo de las clases y el aprendizaje. Pero cada día que pasa observo que es una batalla perdida. Como en cualquier situación donde nos relacionamos con otras personas, ‘portarse mal’ puede ser una opción, pero hacerlo bien es una obligación cuando nuestro comportamiento influye negativamente en los demás. Es una cuestión de supervivencia y saber estar que a estas edades ya debe estar interiorizado: No atiendas, estás en tu derecho, pero no molestes. Cuchichea, pero no vociferes. Habla, pero no grites. Hazte ver, pero no te hagas de notar. Respeta el turno de palabra, no monopolices. Pide permiso, no hagas lo que te venga en gana. Aporta cuando hables, no expreses todo lo que pase por tu cabeza. Cuestiona la vida, pero no todo cuanto se dice, porque has de valorar la experiencia de tus mayores, sean o no profesores, creer en su criterio y respetarlo.
Porque ser mayor no es cuestionarlo todo porque sí. Ser mayor es cuestionarse la existencia para poder construir el camino por el que va a transcurrir la vida. Ser mayor es valorar lo que se tiene y lo que realmente se necesita. Ser mayor es asumir los errores y aceptar la responsabilidad de nuestras acciones en nosotros y en los demás…Y como aún eres joven y te queda mucho camino por recorrer, confía, no receles, déjate guiar y respeta, porque ese buen fondo que tienes debe ir acompañado necesariamente de unas buenas formas para no parecer un maleducado.

Probablemente son muchas las causas que nos han llevado hasta aquí, pero pienso que el alumno no es sino una víctima más; un hijo de su época, como cada uno lo ha sido de la suya. El resultado de la imagen que la propia sociedad proyecta. Una sociedad que no le deja crecer ni progresar adecuadamente en las formas. Una sociedad que ha olvidado enseñar en casa los valores básicos que facilitaban la convivencia; normas de comportamiento cívico que hacen la vida más sencilla. Porque en muchos casos esta sociedad ha perdido la autoridad en casa y la delega.
Una sociedad que ha eximido a los chavales de toda responsabilidad sobre sus actos, en la escuela y en la calle, y hace que maduren mucho más tarde. Porque sin responsabilidad, no hay crecimiento ni se madura al ritmo que corresponde a esa edad. Y sin consecuencias sobre sus actos, tampoco.
Hoy se dan comportamientos en 2º de Bachiller que hace unos años sólo se daban en 3º de la ESO. Hoy el mismo alumno que es mayor para salir el fin de semana hasta la madrugada (y me parece perfecto si es cumplidor con sus obligaciones), no lo es para aceptar la responsabilidad si sale del instituto sin permiso, obligando al profesor a montar guardia en la puerta como un policía de paisano, pues las consecuencias de su huida recaerían sobre él. Hoy los institutos son el resultado de un proceso de ‘infantilización’ iniciado el mismo día en que abrieron sus puertas a los alumnos de 12 y 13 años. De tal forma, que ante el miedo a una influencia negativa de los compañeros ‘mayores’, se adaptaron en todos los sentidos a su edad, y en lugar de acelerar el proceso de maduración de los más pequeños, el sistema ha ‘infantilizado’ todos los niveles y extendido la infancia, diluyendo la asunción de responsabilidades hasta las puertas de la universidad.

Y es que formación y educación van de la mano y se sientan juntos en el pupitre del aprendizaje. Y no son lo mismo, aunque lo parezca; pues la primera nos equipa de conocimientos, mientras que la segunda, además de formarnos, nos adorna con valores, con normas de convivencia y contenido ético y moral, elementos ideales con los que confeccionar el traje a medida, cómodo y perfecto que ha de acompañarnos toda la vida.  

La buena noticia es que en un momento de este viaje el fondo y la forma terminan yendo juntos de la mano en  la inmensa mayoría (doy fe de ello, viendo a mis alumnos años después). Tal vez la única objeción al  mismo es lo largo que se hace el camino hasta que ese día llega.

Para sobrellevarlo nada mejor que esta receta: Cucuruchos de ensaladilla. Un plato especialmente dedicado a todos mis alumnos, dado que en un sondeo, más allá de los macarrones y el arroz a la cubana, era de las comidas que más les gustaba. Una ensaladilla de las de toda la vida, pero servida de forma divertida y original. Un plato completo con todo el sabor y el color que esa fábrica de hormonas de los 12 a los 18 necesita. La excusa perfecta para no dejar en el plato ni las migas.

Que los disfrutes.




NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 400 g de patata.
  • 2 zanahorias.
  • 2 o 3 huevos duros, según tamaño.
  • 1 yema de huevo batida.
  • 15-20 aceitunas rellenas de anchoa.
  • 1 latita de guisantes.
  • 1 pimiento morrón de lata.
  • 2 latas de atún en aceite.
  • 150 g de mayonesa de bote.
  • 2 pepinillos agridulces.
  • Sal y pimienta.
  • 8 pociones de pan de molde.


ELABORACIÓN

  1. Lava las patatas, pela las zanahorias  y cuécelas junto a los huevos en abundante agua con sal. Una vez rompa a hervir, saca los huevos a los 10’ aproximadamente, las zanahorias 8’-10’ más tarde (pincha con el tenedor para comprobar) y las patatas, según el  tamaño 10’-20’ después. Deja que enfríe todo. Pela la patata y con el tenedor machácala junto a la zanahoria  mezclándolo todo muy bien. Si no te gusta tan picado y lo prefieres, puedes  cortarlas en trocitos muy pequeños y mezclar igualmente. Salpimentar al gusto.
  2. Lavar bien los guisantes e incorporarlos a lo anterior, junto a las claras de los huevos y una de las yemas ralladas, al pimiento troceado, el atún desmigado, las aceitunas laminadas y los pepinillos muy picados. Mezclar todos los ingredientes e incorporar la mayonesa.
  3. Extender con un rodillo las porciones de pan y con la ayuda de un molde cónico formar conos. Pintar las zonas de unión con yema de huevo batida para que selle y el resto para que se dore. Introducir en el horno bajo el grill hasta que se doren. Sacar, dejar enfriar y retirar del molde.
  4. Emplatado: rellena los cucuruchos con la ensaladilla, espolvorea por encima las yemas ralladas de huevo duro reservadas y sírvelos en un cuenco ‘clavados’ en legumbres secas o arroz.

Sencillísimo, original, económico y espectacular. A disfrutar.

NOTA

Puedes prescindir del pepinillo agridulce, aunque su punzada ácida le da un toque muy especial a la ensaladilla. Y si te gusta, añadirle también o sustituirlo por cebolleta en vinagre.
Del mismo modo puedes utilizar cucuruchos de galleta industrial para helados. Es más rápido, pero el sabor y el toque que le dan los hechos por ti de pan no tienen comparación.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Estado provisional, León Benavente.
Para la degustación: Toda la vida. Fuel Fandango.

VINO RECOMENDADO

Don Ramón, tinto barrica 14. DO Campo de Borja

DÓNDE COMER

Acompañan divinamente frente al televisor, una mano en el cucurucho y la otra en la cucharilla; y son muy cómodos también para comer con prisa por la calle. Si decides servírselos a tu hijo como almuerzo para el recreo, el glamour entre sus compañeros lo tendrá garantizado, pero se recomienda no envolverlos en papel de plata y menos llevarlos en la mochila entre los libros.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Portarse un rato mal, pero haciéndolo bien; ya sabes, con gracia y sin molestar en exceso. Unas cuantas bromas que te hagan morir de risa y unas carrerillas huyendo a trompicones de ese amigo que es la víctima, será ejercicio suficiente que los compense.