jueves, 24 de diciembre de 2015

Descorazonado de alcachofas 20D...No tenemos remedio ¿o sí?

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No hay duda, el PP es el paradigma del vanguardismo y del artista total. Para ser exactos, sus votantes. Es decir, nuestros vecinos. Nadie sabe quién los vota, ni las encuestas más serias han dado con la respuesta ni la ‘vieja el’visillo’ ha sido capaz de conocer a uno, por más empeño que haya puesto en ello; pero los millones de votos obtenidos salen de algún lado, y no lo dudemos, también de la escalera en la que vivimos.

Siempre he creído en el arte y en su infinita capacidad para subyugar al ser humano. Y si un mingitorio es arte y una lata con los excrementos de un artista lo es también, no lo es menos que el PP vuelva a ganar las elecciones. Se requiere mucho arte para ello. Ser un artista en el más amplio significado de la palabra,  porque al final es todo un arte conseguir que el ciudadano, que mis vecinos, los tuyos y los míos, terminen por votar en contra de sus propios intereses.  No ha sido suficiente con la corrupción, que por sí sola hubiera bastado para hundir un partido en tiempos de estabilidad. No ha bastado con convertir en pobre a quien no lo era y deshacer la clase media. No han tenido bastante con que hayan creado una sociedad más desigual, donde el paro sigue siendo una epidemia, los derechos laborales se han perdido y los sueldos no garantizan una vida digna. Con que hayan  desmantelado unos servicios públicos ejemplares ni con haber perdido los derechos civiles que una ley de Ciudadanía dice garantizar, para que mis vecinos dejaran de votarles. 
La verdad es que tiene mucho mérito y hay que reconocerlo: tenían razón; ese era el camino para todos aquellos que temen el más mínimo cambio, que han sido muchos. La prueba evidente que recortar, al menos en educación, funciona.

Y por si el país no tenía ya suficiente con la indigestión del potaje post-electoral, Mou se queda sin equipo y el Madrid plantea ficharlo de nuevo…Ya te digo, nos estamos convirtiendo en el paradigma del vanguardismo. No somos nadie.

En fin, qué duro es que te rompan el corazón, en la política o en el amor; sobre todo en el amor. La receta que hoy te presento es excelente para los corazones desencantados: Descorazonado de alcachofa 20D. El bocado perfecto para sobrellevar las decepciones. Pequeños corazones de alcachofa que confirman la evidencia de que lo sublime y exquisito, como el perfume, puede contenerse en un frasquito muy pequeño. Una auténtica joya de la huerta que guarda en esa cámara secreta, en ese lugar clandestino, la dulce esencia de su profundo sabor. Y si además la acompañamos de jamón y mousse de foie, el resultado es insuperable; pues no sólo se convierte en el plato perfecto, sino que nos ayudará a evadirnos, siquiera en los instantes en que los disfrutamos, de esta realidad cansina que, como ‘en el día de la Marmota’, se resiste a abandonarnos y dejarnos en paz de una vez.

Que los disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 16 corazones de alcachofa.
  • 2 huevos.
  • Harina de maíz.
  • 100 g de jamón serrano bien picado.
  • Un poquito de mousse de pato.
  • Aceite de oliva virgen extra para freír.
  • Sal y pimienta.


ELABORACIÓN

  1. Saca del bote los corazones de alcachofa y pásalos por papel absorbente para que queden lo más secos posible. Con cuidado de no romperle el corazón haz un huequecillo a cada uno y rellénalo con el jamón picado.
  2. Bate los huevos con la sal y la pimienta. Pasa por el mismo los corazones cuidando que no se vacíen de su contenido y después por la harina de maíz.
  3. Dóralos en freidora o sartén en aceite bien caliente y pásalos por papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
  4. Guarda en el congelador el mousse de pato hasta que se congele.
  5. Emplatado: Sirve los corazones calientes en fuente como tapa, primer plato o acompañamiento espolvoreados con el mousse de pato rallado.

Sencillísimo y tan aparente como delicioso.

NOTA

Yo he utilizado corazones de bote, así me evitaba el mal trago de tener que operar las alcachofas a ‘corazón abierto’. Pero si lo prefieres las compras frescas eliminas las hojas hasta alcanzar su corazón y los hierves en agua con sal durante 25’ aproximadamente (si al intentar quitar una hoja se desprende con facilidad, ya están.
Rellenas con el mismo mousse y jamón están deliciosas también. En cualquier caso admiten multitud de rellenos; adáptalo a tu gusto.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: El ángel exterminador, Fran Laguna.
Para la degustación: Flor del mal, María Rodes.

VINO RECOMENDADO

La Gitana, Manzanilla. DO Manzanilla Sanlucar de Barrameda.

DÓNDE COMER

La verdad es que se trata de un bocado reparador especialmente dedicado a corazones desconsolados; así que en mesita de dos, perfectamente vestida, bien surtida de vino y que sean las manos de tu pareja las que a modo de cubierto los lleven a tu boca…y a las penas, puñalás.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

No sufras, vendrá solo y sin avisar. Además de ligero, con lo que previsiblemente te espera, estos corazones no sólo no te engordarán sino que, por encima de todo, te reconfortarán…y mucho. A por ellos.



viernes, 11 de diciembre de 2015

Choricillos navideños o el día que la navidad se vistió de campaña electoral. Un cuento de navidad

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Se debatieron varias fechas, pero al presidente ninguna terminaba por encajarle. El jefe del comité de campaña para las elecciones, hombre de confianza ‘de la casa’, como gustaban llamar al propio partido, le instaba a decidirse y le recordaba que la incertidumbre nunca traía nada bueno más allá de la desconfianza del electorado, que en tiempos en que los sondeos no les eran favorables era algo que no les beneficiaba.  Además, estaba el otro tema. Dada su fobia a las ruedas de prensa, su secretaria general ya no sabía por dónde salir cada vez que le preguntaban por la fecha de los comicios o por cualquier cuestión de estado, y no era la primera vez que, a pesar de su entereza, la encontraban llorando en los baños del congreso o de los platós de televisión los minutos previos a una comparecencia. Si en algo la apreciaba, y aunque sólo fuera por ella, debía decidirse.

“el 4 de diciembre”, dijo, después de una larga pausa. “¿El 4 de diciembre? ¿Por qué esa fecha? ¿Por qué tan tarde? Además es el comienzo de un largo puente y el inicio de la campaña navideña. No es una idea acertada”, argumentaban convencidos en el comité. “Cometemos un error que nos puede costar muy caro, Presidente”. “Tal vez, pero me hace ilushión”, contestó con ese deje suyo tan particular. Y en el partido tenían claro que cuando tomaba una decisión y la lanzaba sin más, era inútil pedir explicaciones por muy desconcertante que resultara su estrategia, pues lo suyo no era darlas o enmarañarse en medio de un discurso incoherente cuando se aventuraba a ello. Así que se habían acostumbrado a  cruzar los dedos y confiar en providencia cuando esta circunstancia se daba.     

Llegado el día, el presidente se aventuró por las calles de la ciudad. No era lo habitual salir solo, pero iba embozado en su grueso abrigo, con el cuello y media cara cubiertos por una bufanda. Un gorro protegía del frío su incipiente calvicie y terminaba de parapetarlo de las miradas curiosas. Sabía que de ser reconocido, aquel paseo terminaría en saludos inoportunos, en insípidos selfies a los que debería acceder de mala gana, cuando no en preguntas insidiosas. Y a eso no estaba dispuesto. Llevaba años labrándose una fama merecida de persona de escasa agilidad dialéctica y algo sosa, de eludir el cuerpo a cuerpo y de bregar sólo en las distancias largas. Y aceptándolo sin más, no tenía reparos en dejar ‘plasmado’ a todo el mundo en sus comparecencias, cuando no a delegarlas en su fiel secretaria. Y ahora no iba a ser menos. Quería disfrutar de su momento. 

Paseaba por el centro justo en el instante en que las luces de navidad lo iluminaban por primera vez. Hágase la luz, se dijo, y sonrió. Las guirnaldas pendían sobre las avenidas y se perdían hacia el infinito en perspectiva vertiendo su haz de luz. Los árboles iluminados, los edificios singulares compitiendo por la decoración más original, los balcones adornados hasta lo grotesco, las canciones insípidas gravitando en el ambiente como moscas empalagosas,…todo como siempre. Todo como debía ser. Todo preparado para unas fechas en las que la ilusión se vendía como un producto más y se derramaba a la velocidad en que se sacaba la tarjeta de crédito.

Y como aquellas luces chillonas, como aquellas melodías indigestas, las caras de sus adversarios políticos, la suya propia y la de su secretaria, colgaban como bolas de navidad de las farolas, se desplegaban como guirnaldas por las paredes y aparecían entre los anuncios de juguetes y turrones en la televisión. Todos a la misma hora. Todo el mismo día. A fin de cuentas él establecía las reglas. Caminó por su obra. ‘España en serio’, rezaba su propio eslogan. ‘Futuro para la mayoría’. ‘Defensa el teu vot’. Como a los perros de Paulov, el estómago le segregó ácidos más allá de sus posibilidades. “¿Un verso suelto en la ciudad?”, pensó; pero miró hacia otro lado y siguió caminando. ‘Un país contigo, Podemos’, ‘Por un nuevo país’, ‘Con ilusión’…Así, hasta no poder recordar todos los leídos. Estaba satisfecho. Todos mostraban el mismo mensaje. Todos ofrecían ilusión. Todos hablaban de esperanza. Todos se esforzaban en gustar. Daba igual que cuando las luces se apagaran la realidad volviera a mostrar su rostro. Lo importante era el momento en que estas se encendían. Y él siempre había sabido sacar ventaja de la confusión.
Se sentó en un banco frente a una pared donde todos los candidatos le observaban. La avenida estaba desbordada de personas con el rostro encendido de luz y fiesta, un trajín alborotado que reparaba en todo menos en aquellos carteles y en su persona. Sonrió mientras les miraba pasar, y pensó “¿Con lo mayores que sois y todavía creyendo en cuentos de navidad?
Y es que el presidente, cuando estaba solo y escondido en sí mismo, siempre hacía gala de una chispa muy especial.

Este relato sabe mucho mejor si se lee acompañado de la siguiente receta, un aperitivo sencillo, lleno de chispa y de color que no dejará indiferente a nadie en cuanto la pruebe: Choricillos Navideños. La versión dulce y festiva de un embutido tan  humilde como sublime que nos recuerda que un chorizo por dulce que parezca no deja de ser un chorizo. Así que, para que no nos la peguen otra vez y votemos lo que no nos interesa, pensemos bien qué nos conviene. Que las luces de colores y las palabras vacías de contenido no nos arrastren allá donde no queremos permanecer.     

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 150-200 g de chorizo fresco.
  • 250 ml de vino blanco de calidad.
  • 4 cucharadas de mermelada de calabaza.
  • Un poquito de aceite de oliva virgen extra.


ELABORACIÓN

  1. Introduce en un cazo los chorizos con el vino. Llévalo a ebullición manteniéndolos a fuego fuerte durante 3’ o 4’. Baja la potencia y deja que reduzca hasta que el vino haya desaparecido casi por completo. Retira los chorizos.
  2. Añade la mermelada a la salsa que ha quedado en el fondo del cazo y emulsiona batiendo con energía y añadiendo un hilillo de aceite de oliva virgen extra hasta obtener una salsa homogénea y con cuerpo. Puedes hacerlo también con batidora.
  3. Emplatado: acompaña los choricillos con su salsa y lascas tostadas de pan de pueblo.

La sencillez en estado puro servida al centro de la mesa. Una delicia.

NOTA

Estos choricillos navideños están hechos con chorizo dulce, pero en su versión picante también están muy buenos y agregan a la tapa un plus indignado muy a tener en cuenta.
Puedes utilizar otra mermelada (melocotón, naranja,…) pero la de calabaza le aporta un dulzor más neutro que no enmascara la potencia del choricillo.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Long way home, Tom Waits
Para la degustación: Unwind, Guy Garbey

VINO RECOMENDADO

Pata Negra crianza tinto. DO Valdepeñas

DÓNDE COMER

Los choricillos navideños son muy de sofá, frente al televisor, rodeados de amigos y bien regados de vino. Viendo y comentando los debates de campaña sientan de maravilla.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Ir a la cocina a por más choricillos tantas veces como sea necesario, que los debates, como la campaña, se auguran tan largos como interesantes.



domingo, 6 de diciembre de 2015

Atún Tun. Manual para suspender un examen como dios manda


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Si detrás de cada uno  de tus suspensos se esconde una persona perpleja, desconcertada y confundida que se deshace en preguntas existenciales del tipo ‘por qué a mí’ o en excusas inverosímiles, tal vez sea porque te lo montas tan bien para que eso sea así que te has convertido en un profesional de las asignaturas pendientes. Porque si dices que estudias (y no te engañas a ti mismo, claro) y a pesar de ello no pasas del 4, estas son algunas de las cosas que probablemente haces mal.

Es el efecto ‘Juan Valdés’ o ponme los cafés de tres en tres que mañana me examino. Un proceso que se retroalimenta en una espiral que comienza con posponer lo importante y que paso a paso te conduce al desastre en una crónica de una muerte anunciada ¿eres de estos?

  1. Lo tuyo no es procrastinar, lo tuyo es un delito académico. Jamás tienes tu habitación más ordenada, la casa más limpia ni tu armario mejor organizado que en época de exámenes. Tareas que hace siglos deberías haber hecho, visitas pospuestas… lo que sea que te pase por la cabeza, ahora es el momento de hacerlo. Cualquier cosa menos ponerte de una vez por todas a estudiar. Y cuando lo haces te percatas que al día siguiente es el examen, o dentro de dos, con suerte, y comienzas a vislumbrar el desastre; y con esa premonición llegan los agobios y la ansiedad, porque no hay persona más estresada que quien se lo deja todo para el último momento. Y los nervios, la falta de estudio y llevar apenas hilvanado lo poco que has visto es sinónimo de suspenso…y lo sabes.
  2. No sólo no estudias, además tienes sentimiento de culpa. Y esta realidad, además de patética, te arrastra a un escenario que juega en tu contra: dejas de comer o te atiborras cada 10’ por pura ansiedad; vives pegado a la cafetera y no descansas; te angustia querer aprender y que el agotamiento te lo impida. Y encarar un examen mal nutrido, cansado y más confuso que antes de ponerte a estudiar te garantiza una nota: 0.
  3. Lo tuyo no es la concentración, lo tuyo es la distracción, la omisión, la desatención y el olvido todo junto. Te has especializado en mosca en vuelo, y para ahondar más en ello estudias con el móvil al lado y, por supuesto, encendido. Sabes que mañana es el gran día, que no tienes ni idea, pero eres incapaz de no contestar un whatsapp, de no mirar lo qué se cuece en el ‘face’, de no espiar las fotos que ha colgado el personal…Definitivamente, no tienes remedio, eres carne de repetición.
  4. Eres un espíritu libre. Lo tuyo es el libre albedrio y los hábitos basados en el desorden y la falta de planificación. Y está bien improvisar en la vida, levantarte por la mañana con la ilusión de comprobar qué tiene preparado para ti el destino; pero como no cojas buenos apuntes, no planifiques el estudio y te organices, el tren de tu destino académico sólo tiene una estación-término: la del suspenso.
  5. Confundes ser carnívoro con basar tu dieta estudiantil sólo en las chuletas. Eres un crack, no hay duda. Eres capaz de dedicar más tiempo haciéndote chuletas que estudiando, sin darte cuenta de que en ese proceso también se aprende, pues estás pasando los apuntes de su estado natural a resumen y ‘micro-apunte’. Si por principios eres de estos, lo reconoces y no piensas cambiar, tienes un problema, pero, qué se le va a hacer, incluso puedes tener suerte en un futuro (conozco algún que otro cargo de la administración y la banca que guarda su vida escolar en forma de chuletas en una caja de zapatos y no lo ha ido nada mal). Al menos repásalos, estúdialos, recréate un tiempo en tu propia obra. Y eso sí: si pasas hambre de chuleta porque no puedes hacer uso de ellas, o te pillan, ten la decencia de asumirlo y no abochornes a nadie con excusas.  

Así que ya sabes: organízate, planifica y no dejes todo para el final;  no te distraigas y apaga el móvil; descansa, relájate, concéntrate en lo que haces mientras estudias y fíjate bien en lo que te preguntan el día de la prueba. Porque del ‘es que…’ al ‘hay que…’, de la excusa al buen hábito, no hay más que un paso: reconocer tus errores y para la próxima, evitarlos…si de verdad quieres, claro.

La receta de hoy es muy de piso universitario. Una de esas de emergencia. La respuesta culinaria a esa chica o ese chico que tanto te pone y que te acaba de llamar diciendo que va a tu casa a ver si le puedes explicar no sé qué tema… ¡A ti, que todo lo dejas para última hora y no te enteras de nada! ¡Y lo sabe! Quiere algo, sin duda, y no son explicaciones. Así que vas a desear quedar bien. Querrás prepararle algo de picar; algo sencillo pero exquisito, para vacilar y que la clase de repaso vaya a mayores. Miras en la nevera y ¡mon dieu! caes en la cuenta de que el táper con ensaladilla de la mami te lo cepillaste anoche con avaricia. Y lo peor, lo que ves da pena: 3 latas de atún, unos pimientos de bote, los restos de queso de untar…Qué más da, estás especializado en preparar exámenes en un plisplás (con resultados más bien malos, vale, pero esto no es lo mismo)…Con un par, así, al tuntún, vas a deleitarle con un paté que va a alucinar: Atún tun, la receta definitiva para las citas inesperadas. La prueba irrefutable que demuestra que la cocina, con un poquito de imaginación, es el único espacio que nos convierte en un artista y nos permite aprobar con nota. Como con este paté: un plato para picar sencillo, económico y muy aparente que te dejará a la altura de las circunstancias.

Que lo disfrutes.    

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 3 latas de atún en aceite de oliva pequeñas.
  • 4 pimientos del piquillo asados.
  • 3 anchoas en aceite.
  • 2 cucharadas de crema de queso natural para untar (unos 80 g).
  • 1 cucharadita de mayonesa.
  • 2 tomates secos.
  • Un par de gotas de tabasco.


ELABORACIÓN

  1. Escurre bien de su aceite el atún y las anchoas, así como de su líquido los pimientos. Introduce todos los ingredientes en el vaso batidor y bate hasta obtener una crema homogénea y consistente. Deja reposar en la nevera un par de horas.
  2. Emplatado: servir en un bol acompañado de pan tostado.

Tan bueno como sencillo. No pararás hasta verle el final.

NOTA

Si te apetece puedes añadirle a la crema un huevo duro, le queda muy bien también. Sin embargo, yo prefiero acompañar los montaditos con el huevo duro rallado, aceitunas troceadas o una pequeña cucharadita de sucedáneo de caviar, gana mucho en sabor y sobre todo en apariencia. 

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Lazaretto, Jack White
Para la degustación: I feel love, The dead weather

VINO RECOMENDADO

Tesoro de Bullas rosado 14. DO Bullas.

DÓNDE COMER

En el sofá, frente a la mesita de centro, con el bol de atún tun sobre ella, los vasos con vino, los apuntes desperdigados por el sofá y la mesa, la conversación versada en el tema a repasar, mantita sobre las piernas para el fresco y los calores, y dejándose llevar.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Dejarse llevar, tan solo eso…Y si no has llegado adonde esperabas, estudiar más, el cerebro es el mayor consumidor de energía que se conoce.