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“Niño, deja
ya de joder con la pelota.
Niño, que eso
no se dice,
Que eso no se
hace,
Que eso no se
toca”
Joan Manuel
Serrat
¿Será el ‘pequeño’ Nicolás un ‘loco
bajito’ bipolar, un ‘loco bajito’ de “florida ideación delirante de tipomegalomaníaca” o solo un ‘loco bajito’ canalla y cabroncete? La verdad es que
tiene a todo el personal tan fascinado
como desconcertado con su historia, pero lo cierto es que este loco bajito de 20 años no
ha parado de joder con la pelota, de decir lo que le viene en gana y de hacer y
tocar lo que le ha apetecido, en especial, las gónadas al mundo político y
empresarial los últimos días, y eso mola, mola mucho. Y no es que mole por su
apariencia simpática, un discurso patriótico y un aspecto tan pepero como
convencional resta puntos, mola por haber sido capaz de urdir en torno a su
persona una vida de novela tan estrambótica como estrafalaria y singular, que
lo ha convertido en el ‘caganer’ de moda en el belén de la política española de
estas navidades, la figura más preciada, la más buscada, esa que todos quieren
oír. Una figurilla simpática y carota, colocada en un rinconcito discreto, tras
los arbolillos del belén, pero que ha sabido encontrar su sitio en el Portal usurpando
el puesto en el pesebre entre un Mariano-San José y una María-Saenz de
Santamaría que se lo comerían, y no precisamente a besos. Definitivamente lo ha
conseguido: de amante de los selfies, a protagonista indiscutible y centro de
atención de todas las miradas