sábado, 24 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

De lo mejor, con un par, árboles de navidad de crianza, como las lubinas... ¿Y tú de que eres, de caqui, de kiki o de tó? jejejeje

¡Feliz Navidad!

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lunes, 19 de diciembre de 2016

Mermelada de Café. Viajes para perderse en el interior de uno mismo


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Seguro que te has planteado alguna vez levantarte un día, coger lo justo e irte de viaje solo o a refugiarte por un tiempo en algún lugar mágico donde poder desconectar de tu propia vida. La verdad es que el día a día en un mundo tan cambiante y que evoluciona tan rápidamente termina por ser extenuante, y el reloj que sincroniza nuestra vida con nosotros mismos va tan pasado de frenada que acabamos totalmente agotados. Tanto, y muchas veces tan agobiados, que creemos sucumbir a su propio peso; al peso de las responsabilidades, de las expectativas, de las rutinas, los deseos, las frustraciones…y nos dejamos lo básico y más importante para el final: nosotros.

Llega un momento en que sentimos la necesidad de parar para volver a sentirnos. O de movernos, tanto da, siempre que el viaje, en parada o en movimiento, se emprenda en la dirección correcta: uno mismo. Sentimos la obligación de darnos unas vacaciones de nuestras vidas, de alejarnos de la rueda de hámster en la que se convierten nuestras rutinas, del hámster en el que éstas nos convierten a nosotros. Llámalo como quieras: tomarse un Kit-Kat, momento espiritual, soplo divino, crisis emocional, personal, los años…, Cada uno tiene sus convicciones, sus intereses y su momento. Pero todos hemos sentido esa necesidad de decir “para, que me bajo”; esa necesidad de huida y de reencuentro a la misma vez.

Así que no es de extrañar que, con estos antecedentes, en una época donde cada minuto cuenta (no sabemos muy para qué, pero cuenta, y nos angustiamos porque no llegamos a todo), se perciban como una necesidad las técnicas de relajación, las curas de silencio, los retiros espirituales, de meditación, de yoga, religiosos o de ayahuasca, allá cada uno con sus preferencias; que entendamos como una necesidad reducir la velocidad. A veces la magia se encuentra en un viaje tan especial que termina por convertirse casi en iniciático. Otras en la experiencia de un retiro que te aleja de todo y te acerca a lo esencial. Pero sea cual sea el camino escogido, al final la meta es la misma: la vivencia en sí y el reencuentro con ese yo que teníamos un tanto abandonado. En definitiva, desconectar de la tediosa rutina diaria y dedicarnos un poco de tiempo a escucharnos y sentirnos.

Hace un par de años un buen amigo hizo un viaje al Nepal. El viaje, por supuesto, fue toda una experiencia. Una vivencia única. Llegó a Katmandú contrató un guía y atravesó el Himalaya hasta el campamento base del Everest en un trekking de ensueño. Luego volvió de nuevo a su vida, después de haberse dado esa cura de zapatillas por aquellas inmensidades, tocar el cielo con los dedos y de viajar al corazón de sus tinieblas. Cuando regresó no era el mismo, el viaje le había cambiado. Se había reconciliado consigo mismo y con el mundo; al menos con el mundo que tanto daño le había hecho antes de su partida y le dejó al borde de una depresión, totalmente desgastado. Ese fue su momento. El momento de realizar el viaje que llevaba soñando con hacer desde hacía muchos años y posponiendo continuamente, acuciado por las obligaciones. La excusa perfecta para vivir aquella experiencia y superar sus problemas. Sabía que el viaje iba a marcarle, pero no podía imaginar que lo haría de aquel modo. Y así fue. Su actitud no era la misma; incluso físicamente era diferente. Es lo que tienen las travesías, los viajes, a pie o en bicicleta, donde lo que importa no es tanto llegar, sino sentir el camino, sentir el paisaje y sus gentes, sentirse a uno mismo. Algo que sucede en cualquier viaje de esas características (el Camino de Santiago o la Vía de la Plata, por ejemplo, o cualquier travesía o excursión larga donde las soledades sean compañeras de viaje), no sólo en viajes míticos como el de mi amigo.  



Pensaba en él y en todo ello durante los días que pasé alojado en una hospedería monástica, la del monasterio de Santa María de Huerta, en Soria. Llevaba mucho tiempo con ganas de hacer un retiro de esa naturaleza, no tanto para reencontrarme conmigo mismo (por suerte me soporto razonablemente bien), sino por experimentar una realidad diferente donde las emociones, tan adaptadas como están a la cotidianidad de nuestros días, pudieran expresarse de forma distinta y descubrir nuevas sensaciones. Y vaya si ha sido así. Me ha parecido una de las vivencias más sugerentes y recomendables que he tenido en mucho tiempo. La soledad es una excelente compañera de camino para ordenar los armarios de tus adentros, pensar, escribir…En definitiva, para dedicarte un tiempo. No te hace falta hábito, te aseguro que este no hace al monje. Tan sólo ropa cómoda y actitud, mucha actitud, para un viaje diferente.



Hay más de 500 monasterios repartidos por toda la geografía en los que puedes alojarte. Más de 500 oportunidades para emprender una travesía que combina el viaje interior y exterior; para vivir la experiencia del silencio y el recogimiento en un espacio lleno de espiritualidad, idóneo para la reflexión, aclarar las ideas y participar, si es eso lo que buscas, no hay obligación, de los oficios espirituales de quienes lo habitan. Eso sí, si buscas comodidades (jacuzzi, wifi, televisión…) este no es tu sitio. Las habitaciones son austeras, pero dignísimas; la comida sencilla, pero exquisita, la misma que comen los monjes; y participas en sencillas tareas diarias como poner y quitar la mesa, fregar los platos o pasar el cepillo después de comer. Cada monasterio tiene su protocolo de funcionamiento interno, independientemente de la regla que rija la orden a la que pertenezcan. Y todos son edificios históricos. Sentir el peso de los siglos en sus espacios, la pátina de espiritualidad que impregna cada una de sus piedras, pasear sus claustros o cualquiera de sus rincones al anochecer, es un lujo al alcance de la mano y de cualquier bolsillo (36€ el día, incluidas comidas, con un máximo de días de estancia).



Calatayud (la población más grande y cercana a ‘mi’ monasterio, viniendo desde la costa) fue mi Katmandú en Aragón y los Monegros su Himalaya. Ya sé que suena menos glamuroso y hipster que el de mi amigo (y por supuesto que no comparo la monumentalidad de su viaje con mi experiencia), pero la población hizo igualmente, como aquella, las veces de parada obligatoria en mi viaje antes de llegar a mi destino, hasta mi campamento base en las faldas del Everest: Santa María de Huerta. No hace falta buscar en lo más profundo del horizonte lo que podemos encontrar a la vuelta de la esquina, si lo que buscamos, obviamente, no es el viaje de tu vida, sino un lugar de recogimiento y una experiencia única.

Tal vez a los monasterios y conventos les haga falta una actualización de software, un Richard Gere que les quite el olor de naftalina y los actualice (como ha hecho con la meditación y el budismo),  que los ponga en el mapa de los retiros que molan, de los viajes que también se envidian. O tal vez no. Tal vez sea mejor que se queden como están, resguardados de la masificación, con su aura demodé y anticuada, pero cargada de vitaminas para el alma y de una singularidad difícil de alcanzar en otro lugar.
Me vine con la mochila de las sensaciones cargada a tope y con un buen rollo instalado en mi interior que aún hoy no se me ha ido, por más que las rutinas de mi día a día me han sacudido en este tiempo. No es que saliera de allí nuevo. Pero tampoco más viejo. Viví la experiencia, que ya es bastante. Y me pareció perfecta. Digna de repetir. Digna de recomendar.

También me traje la receta de una exquisita mermelada que preparaban los monjes con las frutas de su huerto. Una mermelada de café: Mermelada de Clausura (así la llamamos en este blog). La confitura del alma que despeja de todo y nos mantiene despiertos. Una mermelada con un sabor tan dulce y sutil que casi, casi te parecerá celestial.

Que la disfrutes.   
 
NECESITARÁS (para 4 personas)


  • 1 kg de manzanas.
  • 350-400 g de azúcar (según lo goloso que seas).
  • 3 tazas de café fuerte.
  • La ralladura fina de un limón y su zumo.
  • 1 cucharada de canela en polvo.

ELABORACIÓN


  1. Pela las manzanas, córtalas en cuartos, elimina las pepitas (no quites toda la parte dura del corazón, sólo las pepitas, hará las veces de espesante), lamínalos e introduce en un cazo con el azúcar. Cuece durante unos minutos sin dejar de remover.
  2. Añade el resto de ingredientes y sigue removiendo con frecuencia (mejor con una cuchara de palo) hasta que la manzana este perfectamente cocida y espesado casi con la consistencia de una mermelada. Con 20’- 25’es suficiente. Rompiéndola con un tenedor o la propia cuchara adquirirá una textura para mí ideal. Si te gusta más fina, pásala por la batidora, y si está aún algo líquida déjala al fuego unos minutos más.
  3. Una vez enfríe, llena con la mermelada botes de cristal, introdúcelos en una cacerola con agua que los cubra, calienta y cuando rompa a hervir mantenlos unos 20’. Deja enfriar, viste los tarros a tu gusto y guarda. Ya tienes tu mermelada.
Extremadamente sencillo, exquisitamente deliciosa.
A disfrutar.

NOTA

El proceso para la elaboración de cualquier mermelada es siempre el mismo (puedes añadir más azúcar en lugar de fruta, pero no te lo recomiendo, ya que la haces tú aligérala de azúcares y aprovecha la fructosa del fruto). Juega pues con tus preferencias y atrévete a combinar y crear tus propias especialidades. A ésta en particular, una copita de brandy añadido en la elaboración, le queda también de maravilla. Es una cuestión de gustos e ir probando. 

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Slow. Leonard Cohen.
Para la degustación: Al otro lado del río. Jorge Drexler.

VINO RECOMENDADO

La Cartuja blanco dulce. D. Valencia

DÓNDE COMER

En cualquier lugar mecido por la tranquilidad de la mañana. Que sea el paso suave y relajante de sus minutos quien te acompañe.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Pasear y ordenar el día y las ideas en compañía de uno mismo…por supuesto sin renunciar a lo que surja en el camino.



domingo, 27 de noviembre de 2016

All i Pebre al estilo maledicente. Un político muere envenenado por morderse la lengua en un acto público

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Me preguntaba una alumna, al hilo de una conversación sobre la maledicencia, si una serpiente venenosa podía morir víctima de su propio veneno. La pregunta puede dar risa, parecer ridícula, pero os aseguro que genera dudas a esas edades tempranas (como me temo que también entre algunos adultos, aunque en su caso tal vez más por el deseo de que fuera así para más de uno, al hilo de su paso por la vida, que por desconocimiento de la respuesta). De hecho, pregunté al resto de la clase qué opinaba y, como suponía, no hubo unanimidad.

Mientras ellos divagaban sobre la circunstancia de que el veneno que fluye por las venas de un ser vivo pudiera certificar su propia muerte, mi cabeza vagabundeaba sobre el mundo de posibilidades que se abriría de ser así. Recordaba la obsesión de mis padres por el ‘qué dirán’ en aquella época en blanco y negro de mi niñez y aquella forma cruel de control social que suponían las habladurías, a poco que te descuidaras. Aquel ‘no salirse del tiesto’, no llamar la atención y pasar desapercibido para que tus vecinos no derramaran sus prejuicios y su veneno a tus espaldas. En definitiva, guardar las apariencias, nadar y guardar la ropa en aquella ‘Calle Mayor’ infame y asfixiante en la que la dictadura convirtió este país. Con los años comprendí que la maledicencia no se esconde sólo en los rincones grises de la memoria, sino que extiende su veneno allá donde la mezquindad campa a sus anchas a expensas de la vacuidad de las vidas. Que había existencias tan tristes y vacías, las de los envidiosos, los tediosos y las personas con un fondo de armario tan negro como sus propias vidas, cuyo background no es otro que una suma de carencias, el reflejo de la insatisfacción en la que bracean. Un ‘blackground’ que estalla frente al éxito de los otros, frente a estilos de vida que critican ferozmente y que envidian, siempre a espaldas de un protagonista que desconoce serlo. 

No deseo que estés mal, pero tampoco que estés mejor. Y con ese fin conspiraré, malmeteré, hablaré mal de ti. El lema del envidioso. El leitmotiv del mediocre.

Y todas estas cosas servían de gasolina para que mi cabeza echara a andar por libre. Mi cerebro, que cuando funciona como embebido en absenta sale a correr a velocidades olímpicas y no vuelve hasta que se harta, comenzó a elaborar realidades amparadas en el supuesto del auto-envenenamiento en forma de titulares de periódico que abrirían portadas o páginas de sucesos. He de confesar, no sin cierta vergüenza (para qué mentir, era casi un éxtasis onanístico) que algunas imágenes que transitaban por mis sinapsis neuronales me producían, además de gracia, cierto placer (me reservo muchas por excesivas). Un placer culpable eso sí. Con cierto tufo a delincuente, vale. Pero muy, muy placentero. Ojalá la imaginación superara algún día la realidad.

¿Te imaginas? Me preguntaba a mí mismo.

 “Mueren en el acto sobre sus desayunos, en el interior de una cafetería, tres mujeres y un hombre. Otras dos personas resultaron intoxicadas de gravedad y se teme por sus vidas. La muerte se produjo por el veneno vertido en la conversación”.
“Un político muere envenenado por morderse la lengua en un acto público”.
“La envidia, entre las principales causas de muerte en la población. Varios laboratorios financian estudios para encontrar un antídoto contra el auto-envenenamiento”.
“Muere una costurera que se chupó el dedo después de clavarse una aguja”.
“Muere de sobredosis el Último Superviviente al chuparse una herida para extraerse el veneno”.
“Dos ancianos en estado crítico al confundir la medicación y tomar ‘viborizantes’(Sintrom) en lugar de vigorizantes”.
“Hallan el cuerpo sin vida de Drácula. Al parecer murió de miedo y hambre”.
“(…) El espía murió en el acto al ser detenido tras ingerir una cápsula de morcilla de Burgos, un veneno más potente que el cianuro (…)”
Sí, el mundo dejaría de estar superpoblado, seguro. Y los malos pensamientos, los pensamientos malintencionados, velados o expresados, la mayor causa de muerte de la humanidad…

Tuve que bajar de mi nube cuando concluyeron que no, que era imposible, que el cuerpo construye mecanismos de defensa que le hace inmune al veneno que contiene (casi como  a los maledicentes, pensé). Y me alegré por ellos, por la alegría que les da cuando encuentran la respuesta, por lo satisfechos que se llegan a sentir. Y me entristecí en parte, porque tal vez si no fuera así, si la naturaleza no fuera tan perfecta, más de uno probaría de su propia medicina. Una terapia de choque. Bebería de su propio veneno y comprendería que hay líneas que jamás ninguna persona deberíamos pasar. 


Concluimos, más allá de la anécdota de la víbora venenosa, que no hay antídoto que nos protejan de la maledicencia. No hay recetas. Mejor dicho, existe una. Una perfecta que no admite variaciones: centrarnos en nuestras vidas y no en la de los demás. Ponernos en el lugar de los otros antes de emitir juicios de valor. Alejarnos de la crítica destructiva, del comentario gratuito. Y en definitiva, no hacer aquello que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros. Puede parecer infantil, pero no hay otra. Porque las palabras golpean mucho más fuerte que el puño, y unidas a la mentira y al odio o la indiferencia, pueden hacer más daño que la más brutal de las palizas. Tan sencillo y al parecer tan inalcanzable. Un plato que utiliza en su elaboración unos ingredientes tan comunes como: la verdad, conocer, respetar y educación. Comunes, sí, pero poco frecuentes. 

Como la sustancia de este blog se consigue maridando una reflexión con un plato que llevarnos a la mesa, les pregunté qué receta le acoplaría a un maledicente, a una 'víbora venenosa'. Triunfó un plato con anguila frente a preparaciones alejadas aún del gusto occidental con protagonistas como los lagartos, las culebras y bichos raros. Pues eso, en la Cocina Indignada, maledicencia se escribe con ajo y guindilla, y víbora, con anguila: All i pebre de anguila al estilo maledicente. Ojalá que todos los venenos que puedan verter sobre nosotros fueran un antídoto contra el mal gusto como este plato.

Que lo disfrutes. 

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 1 kg y ½ de anguila troceada.
  • 1 cabeza de ajos (incluso unos dientes de más).
  • 1 o 2 guindillas.
  • 2 cucharadas y ½  de pimentón dulce de la Vera.
  • 1 ramillete de perejil.
  • 1 puñado de almendras tostadas.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • Sal.
  • ¾ l de agua.
  • 1 pan de pueblo del día anterior.


ELABORACIÓN

  1. Lo normal es que las anguilas las maten en la pescadería delante de ti y las troceen. Si no es así, hazlo tú cortándoles la cabeza y trocéalas. Sala y reserva.
  2. Pela los ajos y lamínalos. Reserva uno. Pica menudo el perejil. Machaca ambos en el mortero junto al puñadito de almendras. En una cazuela con un poco de aceite fríe el majado sin dejar de darle vueltas. Añade el pimentón y las guindillas troceadas y remueve bien para que no se queme. Añade el agua. Cuando rompa a hervir introduce las anguilas troceadas y déjalas cocer durante 10’ aproximadamente. Retira del fuego y deja reposar unos minutos.
  3. Corta el pan en trozos y tuéstalos. Restriégalos con el ajo reservado y adereza con un hilillo de aceite.
  4. Emplatado: En plato hondo o en el centro en cazuela compartida, acompañado con los trozos de pan tostado.

Rápido, fácil y exquisito. A disfrutar.

NOTA

El plato puedes completarlo añadiéndole patata, que cocerán 20’ antes de añadir las anguilas.
El colmo del sibaritismo es volcar un huevo frito sobre la salsa que quede, romperlo y mojar pan…pocas cosas tan deliciosas.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Son las malas lenguas. Santiago y Luís Auserón.
Para la degustación: Bad Reputation. Joan Jett.

VINO RECOMENDADO

Hacienda Uvanis tinto joven. D.O Navarra.

DÓNDE COMER

Donde te dé la gana, a cubierto o a la vista de todos; a fin de cuentas si han de hablar de ti lo harán igual… aunque sea bien. 

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Poca cosa si no gastas todas tus energías en mojar en la salsa hasta que salte la porcelana el plato. Y si es así, camina o revienta.


jueves, 24 de noviembre de 2016

Rita, las otras y el respeto


 La sombra de Rita es alargada incluso a la hora de su muerte, y las reacciones de los grupos políticos y de algunos ciudadanos no se han hecho esperar. Más allá de minutos de silencio (puestos a escoger, ninguno como el de Xavi Castillo), siempre me ha parecido fascinante cómo reaccionamos ante la desgracia ajena, y en el caso de una política de su calado, con tantas sombras sobre ella, por supuesto las respuestas han estado a la altura de las circunstancias. Para empezar, la falta de decoro y de respeto por parte de algunos partidos políticos y ciudadanos ha sido tan vergonzosa como miserable, y una muestra de falta de sensibilidad que ya de por sí les descalifica. Porque tan vergonzosa y miserable ha sido la reacción del PP como de Unidos Podemos. El PP, porque en lo que tarda en pararse un corazón, ha sido capaz de cambio de rumbo hacia un discurso hagiográfico que exalta la vida y obra de Barberá cuando horas antes no querían tocarla ni con un palo y la escondía en lo más alto y oscuro del gallinero. Ellos, que para salvarse de la quema la sirvieron en bandeja y la abandonaron a su suerte, ahora hablan de cacerías mediáticas y de que “allá cada uno con su conciencia”. Pues eso, allá ellos con la suya, si es que la encuentran. Y Unidos Podemos, porque con esa escenificación absurda del minuto de silencio han dado para horas de discusión injustificadas y solo han afeado su propia actitud, por más que hayan derivado la cuestión en un infantil ‘Rita sí, Labordeta no’. Como dice Gabilondo, “querer estar dentro y al tiempo ser un outsider es una ingenuidad y debilita la imagen de madurez que necesitan transmitir”.

Pero lo que más me asombra de las reacciones ante la desgracia ajena o ante lo ajeno sin más, son los comentarios de la gente en las redes sociales y en la calle, la impunidad con que se habla, el odio y la falta de compasión y de respeto. Y no hablo de justificar su figura política, ni mucho menos. Pocas personas tan alejadas de mis planteamientos políticos y éticos como Rita Barbará. Hablo de insultar, alegrarse, reírse, burlarse, mofarse, hablar por hablar, en definitiva, de la muerte de una persona. Es una cuestión de respeto y de compasión hacia ella, su familia y sus allegados. Pero el respeto y la compasión no parecen estar de moda; la exhibición de la miseria moral disfrazada de ingenio, sí. Parece ser que el protagonismo fugaz de cafetería y red social bien lo vale. Conocemos el yo de una persona, en este caso el yo político, y nos olvidamos del resto de yos y sus circunstancias que también forman parte de ella, que la completan y que desconocemos. Y nos creemos con todo el derecho, cuando no la obligación, de decir de ella todo lo que asome por la boca, por más que haya alguien a quien le duela. Todos estamos compuestos de muchos yos, pero algunos se empeñan en elaborar un argumento completo con uno solo de ellos para justificar su discurso, y generalmente son aquellos que defienden con tanta vehemencia lo que les interesa, como denuestan lo que desprecian o se la trae al pairo.

Pero no olvidemos que, si todos los actos de nuestra vida tienen un significado, nosotros también nos significamos con ellos. Banalizamos todo hasta tal punto que cada vez perdemos las formas con más frecuencia. Y lo que es peor aún: no nos damos ni cuenta. A veces incluso perdemos la noción de lo que está bien y está mal; de lo que es y lo que debería ser. Lo grave es que educamos en esos parámetros del desconcierto y así nos luce el pelo luego en el aula.

Curiosamente ayer, un par de horas después del fallecimiento de la ex-alcaldesa, cuando las redes sociales hervían con su fallecimiento y algunos entraban en éxtasis narcisista cuando no en coma, mi hija estaba tomando un café en una cafetería. En la mesa de al lado unas mujeres hablaban de sus hijos y salió a relucir un profesor. Era yo. Las barbaridades que decían sobre mí, sobre el ejercicio de mi profesión, mis actividades fuera de ella y mi persona, algunas de las cuales desconocía yo mismo y serían motivo de denuncia, le parecieron tan graves a mi hija que salió en mi defensa. Lo que dijeron no viene al caso. Ni siquiera es lo importante. Seguramente, los motivos de los argumentos desmedidos y pasados de frenada que escupían por sus bocas, debieron surgir en una posible advertencia con suspender al hijo de alguna de las allí presentes, alguna reacción o gesto mío considerado inapropiado fuera del contexto de la clase o vete tú a saber,  porque no se me ocurre otra explicación.

Lo curioso de la anécdota es que, como en el caso de las barbaridades que se dicen de los personajes públicos como Rita Barberá en las redes sociales (y los profesores en cierta medida lo somos), no me conocen de nada, no hemos convivido o ni siquiera han hablado jamás conmigo. Jamás. Y eso es lo triste en todo este tipo de actitudes, que a pesar de ello haya gente que se crea con el derecho de decir lo que le venga en gana sin pensar en las consecuencias o el dolor que su palabras puedan causar. “Es lo que me han dicho. Lo que dicen”. Le contestaron a mi hija. Qué se le va a hacer, es lo que hay. Esto no se cura prohibiendo y persiguiendo los comentarios hirientes como pretendía el PP; esto sólo se cura con educación y empatía, con humanidad y compasión. Pero mientras la basura siga teniendo más cartel que el respeto y se valore más, muy poco o nada se puede hacer. Eso sí, al menos yo sigo vivo, que ya es mucho.

Tenía reservada una receta para Rita, en el caso hipotético y altamente improbable de que un día hubiera entrado en prisión por sus desmanes políticos: Presa Ibérica al estilo Rita Barberá. Una elaboración hecha con esa pieza del cerdo ibérico y que por razones obvias ya no tiene sentido. Es una lástima, porque así y todo creo que le hubiera encantado. Seguro que sí. A pesar de que hoy, muy a su pesar, me haya dejado sin receta.

Descanse en paz…ella y las otras. Que tranquilas, vuestros hijos al final aprobarán. Estoy seguro de ello.


domingo, 13 de noviembre de 2016

Perrito Ardiente al estilo Donald Trump. La Amérikkka de Trump y mis alumnos de 12 y 14 años

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Si pensabas que se había dicho todo sobre las últimas elecciones en EEUU estabas muy equivocado. Nadie es ajeno al huracán Trump, ni siquiera los chavales de 12 a 14 años. No solo tienen opinión, sino que tienen mucho que decir, y sus razonamientos, así como la forma de expresarlos, lejos de ser pueriles, muestran una verdad sin filtro y exenta de maquillaje que no deja de sorprender por certera e irrefutable. El mismo día que supimos que Trump había ganado las elecciones pregunté a un 1º y a un 3º de la ESO (12 a 14 años) qué opinaban sobre su victoria y qué le recomendarían para el buen gobierno de su país. Eran las 8´30 de la mañana y hubo ‘palos’ por contestar. Yo me limité a moderar y a registrar aquellas reflexiones que me parecieron más interesantes. Si esperas encontrar respuestas del nivel de concursante de Gran Hermano, te equivocas. Mostraron un interés por la actualidad y en muchos casos una madurez que me dejaron gratamente sorprendido. Después de todo, algo bueno se estará haciendo en las familias y en la escuela, a pesar de lo que a veces se piensa. Estas son algunas de las cosas que se dijeron.

“(…) ¡Pero si es un racista y un xenófobo! ¡Odia a las mujeres! ¡Solo las quiere para una cosa. Incluso dice que si su hija no fuera su hija, como está muy buena, le gustaría…! ¡Va a generar una guerra! ¡Es un loco que nos va a llevar a la 3ª guerra mundial! ¡Odia a las mujeres! ¡Y a los homosexuales! ¡Y a los mejicanos!... ¡A todos los inmigrantes! ¡Está loco!... ¡Y a los musulmanes! (…) (En cuanto les hice la pregunta contestaron casi a una misma voz y como impulsados por un resorte. Hicieron gala de la misma sorpresa e indignación que el resto del mundo por lo inconcebible de su elección, y estaban tan ansiosos por expresarse que hizo necesario establecer turnos de palabra).  
“(…) ¿Cómo es posible que una persona que ha dicho barbaridades de las mujeres, de los inmigrantes, de los negros y de los musulmanes haya tenido muchos votos de todos ellos? Es machista y racista. Es xenófobo. Yo no entiendo cómo una mujer o un inmigrante pueden haberle votado después de todo lo que ha dicho de ellos, que si son asesinos y violadores, que si la mujer en casa (...)”.
“(…) Y quiere levantar un muro que separe EEUU de Méjico y el resto del continente. Y eso les va a aislar también a ellos y va a generar mucho odio en los países vecinos. ¿Te imaginas que España levantara un muro en la frontera con Portugal? ¿O con Francia? Eso…no se entendería y sería malo seguro”.
“(…) Un muro será por seguridad, pero también es una falta de respeto para la gente que está al otro lado”.
(Esta me encanta) “(…) Nosotros somos una versión mini de EEUU. Nosotros también levantamos muros en nuestras fronteras (refiriéndose a Ceuta y Melilla) y evitamos a quien no nos conviene”.
 “(…) Esto, indirectamente, nos va a afectar a todos, porque EEUU es el centro del  mundo”.
“(…) Se ha dado demasiado poder a una persona de pensamiento retrógrado y sin experiencia política”.
“(…) Donald Trump representa a quien le ha votado, y la agresividad de sus formas y de su lenguaje refleja ese voto. Tal vez no sea más que una máscara para identificarse con el votante. Esperemos que todo lo que ha dicho no lo cumpla cuando esté en el poder”.
“(…) Esperemos que una cosa sea lo que ha dicho y otra lo que va a hacer (…)”
(…)

“(…) Yo le recomendaría que dejase de decir las barbaridades que dice en público sobre las mujeres y los inmigrantes, porque su lenguaje genera violencia. Que sea más amable y empático, sin más”.
“(…) Yo le recomendaría que no desconectase a EEUU del resto del continente ni de los lugares del mundo que considera peligrosos, porque se va a encerrar en sí mismo y va a perder la riqueza económica y cultural que ha caracterizado a ese país. Por eso le recomiendo que no lo haga”. (casi nada…).
“(…) Yo le pediría que moderara y mejorase su lenguaje y no haga todo lo que ha prometido, porque aún no es presidente y su menaje ya ha generado rechazo y violencia”. (Más acertado imposible).
“(…) Que sea más sincero con la gente y trabaje para mejorar la vida de los demás y no sólo de los que a él le interesa”.
“(…) Yo le recomendaría que se preocupe menos de defender sus intereses y se preocupe más del bienestar de sus ciudadanos y del mundo, porque él, si quiere, puede mejorarlo”.
“(…) Debería prohibir las armas, porque al final las armas resultan un problema para la humanidad porque generan más violencia y terrorismo del que quieren evitar”.
“(…) Que tenga más empatía con los demás y que respete la opinión, el color, el sexo y la sexualidad de la gente”.
(…)

Se dijeron muchas más cosas, pero no caben todas aquí. Como vemos, la imagen que ha proyectado el futuro presidente al mundo no tiene desperdicio. Da miedo incluso a niños de 12 años que viven en paz y separados de él por un océano ¿Afectará a nuestras vidas la elección de Trump? A mis alumnos no les cabe duda; y, visto lo visto, si ellos lo dicen… En fin, crucemos los dedos porque ya no hay remedio. Trump, con esa boca como una enorme cloaca vertiendo mierda al mundo, da miedo, sí, pero aún da más pavor y arcada toda esa gente que se esconde tras su discurso, esa que le vota y a quien representa, todos aquellos que con su apoyo han justificado su existencia. A fin de cuentas, él no es más que un empresario provocador, demagogo y egocéntrico al que han aupado al gobierno de ese enorme negocio que es USA.

Afortunadamente, somos seres en continua adaptación. Así que tranquilos, nos adaptaremos también a esto, mal que nos pese. Más nos vale. Empecemos cuanto antes a tomárnoslo con deportividad y sentido del humor…tiriti Trump, Trump, Trump, tiriti Trump, Trump, Trump…

Como buenos alumnos indignados, también se han empeñado en dedicar a este personaje alguna receta indignada. Han ido desde estrambóticas ensaladas a patatas (Patatas Trump, “Una patata pelada y cocida, bien amarilla como su cara, y un trozo de panceta doradita encima como su pelo”. Que se ría el ‘León come-gamba’ de Master Chef). Pero si hay una que ha dado en el clavo por la sutiliza e intención con que lo expresa y que simboliza como ninguna al próximo presidente de los EEUU, sin duda es el ‘perrito caliente’ de un chaval de 12 años “Porque gusta a mucha gente, pero nadie se para a pensar de qué está hecho de verdad por dentro” (ahí es nada el razonamiento a su edad). ¿De qué estás hecho por dentro Donald Trump? Esperemos que esa fachada pútrida que has mostrado no sea un reflejo fiel de tu interior.

Nosotros lo hemos adaptado un poquito par que no se diga. Y oye, como que está de vicio: Perrito ardiente a la manera Donald Trump.

Que no te queme y lo disfrutes…a mis alumnos les ha encantado. Va por ellos. 


NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 4 panecillos de leche.
  • 4 salchichas.
  • 2 huevos duros.
  • Unas hojas de brotes verdes.
  • Salsa brava picante.
  • Mostaza.
  • Agua para cocer.


ELABORACIÓN

  1. Cuece durante 5’ las salchichas. Mientras, corta en dos mitades longitudinales y tuesta el pan. Añade al gusto y extiende en una de ellas salsa brava picante y en la otra mostaza. Distribuye unos trozos de huevo duro y las hojas de brotes verdes, sobre las mismas una salchicha, tapa, aprieta y ataca, sin más.

Ultra-rápido y extraordinariamente delicioso. A disfrutar.

NOTA

Si no te va lo ardiente, transfórmalo en caliente; sustituye la salsa brava picante por kétchup.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Born in the USA. Bruce Springsteen
Para la degustación: Pa’l norte. Calle 13

VINO RECOMENDADO

Academia de los nocturnos tinto. DO Utiel-Requena.

DÓNDE COMER

Es bocado agradecido que se acomoda a cualquier lugar donde te encuentres cómodo para poder disfrutarlo. Eso sí, siempre que esté lo suficientemente alejado y a cubierto de sujetos siniestros como Trump.


QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Trotar o correr, dependiendo de su proximidad, y alejarte lo más posible de tipos como él.



domingo, 30 de octubre de 2016

Morcillas No es sí. Y el ganador es...

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Decía Chimo Bayo hace unos días, en relación a la presentación de su libro ‘No iba a salir y me lie’, que “quien no haya desfasado no es de fiar” (público.es). No sé si al desfase se le puede considerar la medida capaz de calibrar la confianza en una persona. Ahí tenemos el desfase de días pasados en la sede del PSOE y lo poco de fiar que eran quienes cortaron el bacalao en esa movida, como diría el propio Bayo. O lo poco de fiar que son la mayoría de los que celebran botando como locos los votos que les mantienen en el poder o se lo otorgan con abstenciones calculadas y vergonzosas (cuando el adversario celebra tu decisión, una de dos, o estás jodido o es tu amigo; y en cualquier caso estás jodido). Y aunque con varias envestiduras de retraso y una hora de menos, jamás me fiaría de un tipo que ha desfasado lo innombrable, rodeado de ladrones y anteponiendo los intereses del poder y del dinero al interés general del ciudadano, y a pesar de ello vuelve a ser presidente por la Gracia del PSOE, en cuya ejecutiva ha encontrado una mayoría más amplia de grupies que entre sus votantes.

No, no creo que fuera ese el desfase al que Chimo Bayo se refería. El desfase al que se refiere era indebido y divertido, alegre y trasnochador. Nada que ver con los desfases traidores, interesados y peligrosos para el conjunto de una sociedad a los que la casta política nos tiene acostumbrados. Son lo que son, alta suciedad. Cuidado con ellos, que muerden con la boca cerrada y abierta. ‘Cave canen'.

Porque si el desfase en los días de la ‘Ruta del bacalao’ fue perjudicial para la salud de alguno (pasarse de frenada es lo que tiene), lo fue para él, para nadie más. Sin embargo, el desfase en la política sí perjudica seriamente la salud…la salud de todos sin excepción, no solo la de quien desfasa; y eso es lo que nos espera de nuevo, más de lo mismo. Otra vez.

Así están las cosas, como cabía esperar. Y el ‘No es no’, que se ha repetido tantas veces y sonaba como un ‘yes we can’ a la española, se ha quedado en un sumiso, traicionero y lacónico ‘No es sí’. Un ‘no es no’ que no debía ser solo un no a Rajoy. También un ‘no es no’ a más recortes, que nos vienen. Un ‘no es no’ a seguir robando. Un ‘no es no’ a estar por encima de la ley. Un ‘no es no’ a la prepotencia. Un ‘no es no’ a la injusticia. Un ‘no es no’ a las falsas apariencias. Un ‘no es no’ a la mentira… Un ‘no es no’, sí, pero a todo, incluido Rajoy.

El problema es que al final todo es eso: apariencia, epidermis, envoltorio. Nada más que postura y ningún interés por el ciudadano… Y pensar que con tantos días que tenían por delante no se les haya ocurrido largarse de puente y dejarnos en paz por un tiempo... Hay que joderse con el día de la marmota. Otra vez en las mismas. Otra vez igual.

Esta receta es para todos ellos, para sus engaños y sus falsas apariencias: Morcillas No es sí, las morcillas mentirosas. Mienten porque no son morcillas; o sí, según se mire (siguiendo un razonamiento Rajoyniano, donde no es no, si no sería sí; o tal vez no, vaya usted a saber). Son morcillas embusteras (como tantos que pululan por la política), porque no son ni de sangre ni de Burgos; eso sí, son de arroz, pero con alubias. Morcillas, pero veganas. No es sí ¿o no es no?... Morcillas o no, lo que te aseguro es que no decepcionarán a nadie, que ya es bastante, porque están tan deliciosas como las auténticas, pero sin impostar, porque lo valen por sí mismas. Y eso, en los días que corren, ya tiene mucho, pero que mucho mérito.

Que las disfrutes.

 

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 400 g de alubias negras cocidas.
  • 250 g de arroz redondo cocido.
  • 3 cebollas tiernas.
  • 2 dientes de ajo.
  • 50-60 g de pan rallado.
  • 1 cucharada de pimentón dulce DO de la Vera.
  • 1 cucharada de pimentón picante DO de la Vera.
  • Aceite de oliva virgen para sofreír.
  • 4 hojas de alga nori.
  • Agua y sal.


ELABORACIÓN

  1. Una vez cocidas y escurridas de su agua, pasamos por la batidora las alubias hasta obtener un puré. Debe quedar con una consistencia adecuada para poder formar con él y el resto de los ingredientes un rulo posteriormente (si ves que queda algo seco, añádele un poco de agua de la cocción).
  2. Picamos muy menudo las cebollas y los ajos y las sofreímos. Escurrimos bien del aceite y reservamos.
  3. En un bol, mezclamos muy bien el puré de alubias con las cebollas y los ajos fritos, el pimentón y el pan rallado. Debe quedar una masa homogénea con todos los ingredientes bien integrados.
  4. Cocemos el arroz y lo integramos en la masa que hemos elaborado, mezclándolo todo muy bien para que se reparta perfectamente en la misma. Dejamos enfriar y formamos con la masa rulos aproximadamente de 15 cm de largo por 4-5 cm de diámetro (vamos, más o menos el tamaño de una morcilla de burgos tradicional).
  5. Cogemos las hojas de alga nori y las pasamos por la sartén para tostarlas un poco. Envolvemos cada uno de los rulos con la hoja de forma que quede perfectamente cubierta como si fuera su piel y las dejamos reposar unas horas.
  6. Emplatado: corta las ‘morcillas’ en trozos de unos dos dedos de grosor y pásalas por la sartén, con unas gotas de aceite, para que queden doradas, calientes y un puntito crujiente. Sirve a continuación.

Espectacular, económico y deliciosas. A repetir y disfrutar.

NOTA

Puedes prescindir del pimentón picante en caso de no gustarte; o añadirle ½ cucharada sólo. En cualquier caso, añade más del dulce. Sin embargo, el punto picante, característico de la morcilla de burgos, no lo tendrá.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Mal salvaje. Espanto.
Para la degustación: Serpiente dorada. Dengue Dengue Dengue.

VINO RECOMENDADO

Encanto, tinto roble. DO Bierzo.

DÓNDE COMER

Te da exactamente igual, te lo aseguro; porque donde las pongas (mesa de interior o de exterior, de fiesta o de diario, en la intimidad de la pareja o en medio del barullo de los amigos) vas a dejar al personal alucinado…sin excepción. Dan el pego total.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Ensalzar las virtudes del plato y hacerte el interesante y duro cuando te pidan la receta, estas recetas son un bocado tan ligero que no hace falta más que gimnasia de lengua para quemar la escasa energía que nos aportan.



jueves, 6 de octubre de 2016

Requesón al estilo PSOE. Carta imaginaria de un socialista decepcionado

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Superado el estupor inicial de un fin de semana en el que las navajas han volado descontroladas en la sede de Ferraz, y sobrepuesto del espectáculo al que asistimos, donde sus ocupantes, organizados como partidas de caza lanzaron sus realas al degüello y apostaron francotiradores en los micrófonos de los medios de comunicación, la verdad es que lo sucedido con el PSOE da tristeza, mucha tristeza. A mí me la da, sinceramente. No porque les vote, hace tiempo que mi fidelidad se alejó de amores ciegos que acaban decepcionando, sino porque dudo que quede algún militante, siquiera algún votante, que mantenga la ilusión en un partido (o sus ejecutivas) que ha perdido la credibilidad y se ha empleado con ahínco en romper el corazón, en volar la confianza, de todos aquellos a quienes representa; y eso es triste, muy triste.

Porque el PSOE no es un partido cualquiera. Ningún partido se merece la soez exhibición que se hizo el otro día de sus miserias, pero el PSOE, aún menos. El PSOE, más allá de afinidades ideológicas, de militancias o simpatías, en cierta forma es un patrimonio de todos, un bien que forma parte del ideario colectivo que hunde sus raíces 140 años atrás. Ante ese circo grosero, algo de todos nosotros se desgarró frente a las puertas de su sede. Fue algo triste, muy triste. Sucede lo mismo cuando asistimos a un acto irracional o salvaje, por lejos que nos quede. Cuando vemos la locura talibán haciendo volar por los aires unos budas que nos quedan a miles de km de distancia o la ferocidad bárbara y despiadada con que el Daesh vuela Palmira, entre sus escombros se va también parte de nosotros mismos. No es necesario conocerlos de primera mano, tan solo hace falta reconocer su significado. Y eso es lo que no han entendido quienes gobiernan este partido. No han respetado un legado que está por encima de sus intereses. Han dinamitado, por puro egoísmo, lo que no les pertenece. No han entendido que ellos sólo están de paso. 
     
Mucho tienen que cambiar las cosas para revertir esta situación. Ni el doctor Cavadas le cambia la cara ahora mismo a este partido. Ni Mc Gyver lo arregla. Nunca antes como ahora el PSOE se ha encontrado en horas tan bajas, en horas tan decepcionantes, en horas tan postreras. Siempre al filo de la noticia y cabalgando sobre su última hora. Haciendo malabarismos para no parecer tocado y hundido. Sacando pecho con cada primicia, con cada una de sus declaraciones, y enmascarando con aires de renovación la enfermedad terminal en la que se encuentra; unos aires tan viciados que ni ellos mismos se atreven a respirar. Saldrá adelante, seguro, pero como todo aquel que entra en coma, nunca se sabe en qué condiciones lo hará.

La verdad es que me parece tan triste todo lo que han hecho con él que se me quitan las ganas de dedicarle una receta. Pero si tuviera que hacerlo, si algún plato hubiera de recordármelo, un postre sería lo que mejor le representa: Requesón al estilo PSOE. La perfecta combinación de requesón, mermelada y galleta que se prepara casi a la misma velocidad con que se desmantela el prestigio de un partido...Casi. Tal vez el dulce colofón a sus días de gloria. O a lo mejor, como en todo buen final, por truculento que sea, el inicio de una nueva y bonita historia. El tiempo (los años) lo dirá.

Que lo disfrutes.
  
NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 200 g de requesón.
  • 4 cucharadas de mermelada de mango.
  • 10 galletas de miel tipo ‘yayitas’.
  • Virutas de chocolate.


ELABORACIÓN

  1. Machaca las galletas en un mortero. Debe quedar un molido grueso, sin llegar a convertirlas en harina; que cruja al comer. Vierte en un molde de emplatar redondo y por este orden, un par de cucharadas de galleta picada, dos cucharadas colmadas de requesón y encima extiende una cucharada de mermelada cubriendo toda la superficie. Retira con cuidado el molde, y decora con unas virutas de chocolate negro.

Extraordinariamente rápido y sencillo, económico y exquisito. A disfrutar.

NOTA

Utiliza la mermelada que más te guste. La que he puesto tiene un 70% de fruta, por lo que el aporte de azúcar es menor, compensa el dulzor de la galleta y equilibra el resultado. En cualquier caso, las mermeladas con un puntito ácido (de arándanos, cereza, limón… o incluso naranja amarga) le da un toque especial a este postre difícil de igualar; aunque para gustos…

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: La trampa. Manu Chao & Tonino Carotone.
Para la degustación: Golpe maestro. Vetusta Morla.


VINO RECOMENDADO

Amatista Rosé. (Espumoso de moscatel y garnacha).  DO Valencia.

DÓNDE COMER

Un momento tan dulce como es de los postres, requiere de un lugar amable y apacible, así que aquel que más te inspire; y siempre acompañado de aquellos que hagan de ese instante una experiencia aún más agradable y entretenida.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Poca cosa, para qué marearse si estamos disfrutando: estirar la sobremesa hasta acabar con lo que haya. Con toda seguridad que algo tan bueno no puede tener la poca delicadeza de engordar.



sábado, 1 de octubre de 2016

Japuta al estilo Ferraz o el día que a Pedro Sánchez le dieron la 'puñalá'

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Si Pedro Sánchez y Felipe González hubiesen probado los geles de placer, tal vez no hubiera sido necesario presenciar el bochornoso espectáculo al que estamos asistiendo. Hubieran solucionado sus diferencias de manera más civilizada y planteado sus estrategias con una sensibilidad pulida, educada y en privado, sobre todo en privado, en lugar de esa contienda  a garrotazos grosera, traicionera y  hardcore que nos están ofreciendo en primicia y en medio de la calle. Incluso podrían haberse planteado (con el beneplácito del resto de amotinados “engañados y frustrados” que han encabezado el golpe de estado en Ferraz) un cambio de pareja con una Susana Díaz voraz y con ganas de nuevas y notorias experiencias en la capital.

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Si en lugar de darle tan ‘durex’ y a traición se hubieran frotado con ellos y no con hiel, seguro que habrían usado un gel que limpiara de verdad la imagen y la reputación de un partido que ha sido referencia de la izquierda en este país; por el bien de su continuidad y de su supervivencia; por ahorrarles la vergüenza a los votantes y a  su militancia; por no hacerle gratis la campaña a un PP y a un Podemos que se frotan las manos; por no aupar hasta el gobierno a Rajoy.

Si se hubieran embadurnado con ellos, Felipe González, Susana Díaz y el resto de amotinados probablemente no mirarían a Sánchez como el origen de todos los males en su partido y en el desgobierno de España. Tal vez no lo hubieran convertido en la Venezuela de antes de las elecciones en la que nadie quería mirarse. Ese Sánchez (esa Venezuela) que refleja la manipulación descarada y perversa  que de ellos hacen los medios de comunicación y la política. Ni tan buenos antes, ni por supuesto tan malos ahora. Todo por su negativa a investir a Rajoy como presidente y permitir que un partido plagado de delincuentes siga gobernando el país cuatro años más. Tal vez esté ahí el quid de la cuestión, que esa turba amotinada sin escrúpulos ni vergüenza prefiere permitirles gobernar (en contra incluso de la voluntad de sus votantes y la militancia) a negociar y pactar con Podemos y los independentistas…Y es que eso es lo que tienen las falsas apariencias, se está más cómodo sentado a la derecha con el puño en alto, que habitando realmente el espacio que  finges ocupar.

Lo cierto es que la rebelión está hundiendo al PSOE. Pierde espacio a su izquierda no ya gota a gota, sino a chorros incontrolados. Y sitúa como héroe (o mártir) a Sánchez, revelando al mismo tiempo el verdadero rostro de históricos como González y de arribistas como Susana Díaz. Si es verdad que a la tercera va la vencida, es muy  probable que unas terceras elecciones le den el tiro de gracia a un partido que avanza con una carta de suicidio bajo el brazo.

‘Sabbúta’ es una voz árabe de la que deriva el nombre de un pez, la japuta; un pescado azul que recuerda el color político de muchos amotinados en Ferraz. Un pez, eso sí, que nada en aguas limpias y sanas, nada que ver con la turbidez en las que bracean estos. La japuta al estilo Ferraz es su plato. Una receta de palometa (otro de sus nombres) que los evoca por su nombre figurado y que les viene como anillo al dedo en su sede y en la mesa.

Que la disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 750 g de japuta.
  • 2 dientes de ajo.
  • 1 cucharada de orégano.
  • 1 ½  cucharadas de comino.
  • 1 cucharada de pimentón dulce de la Vera.
  • 2 cucharadas de vinagre de manzana.
  • ½ vaso de agua.
  • Sal y pimienta.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • 2 huevos´
  • Harina.
  • 1 calabacín.


ELABORACIÓN

  1. Trocea la japuta una vez limpia y sin piel (que te lo limpien en la pescadería) y sala. Introdúcela en un bol y añádele los dientes de ajo pelados y rallados, el comino, el orégano, el pimentón, el vinagre y el agua. Déjalo al menos 12 h en el refrigerador.
  2. Bate los huevos y pasa los trozos ya adobados por harina y huevo, en ese orden y fríe en abundante aceite hasta que queden dorados. Pasar por papel absorbente para retirar los restos de aceite. Reservar.
  3. Lava el calabacín. Córtale los extremos y córtalo en tiras longitudinales. Salpimienta y añádeles unas gotas de aceite. Mételos tapados al microondas durante 4’ a máxima potencia y posteriormente pásalos por el grill hasta que queden ligeramente dorados.
  4. Emplatado: coloca una cama de calabacín y sobre ella los trozos de japuta. Aliña con unas gotas de limón.

Sencillo, económico y buenísimo. A disfrutar.

NOTA
Juega un poco con las proporciones del adobo hasta encontrar el punto que se adapte más a tu sabor. Puedes utilizar para esta receta otros pescados como cazón, mero o incluso dorada o merluza, aquel que mejor se acomode al gusto de tu casa; sin embargo, sin la joputa no hará los honores a aquellos a quienes representa.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: Que os follen. El Niño de Elche.
Para la degustación: El comunista. El Niño de Elche.

VINO RECOMENDADO

René Barbier rosado. DO Cataluña.

DÓNDE COMER

En cualquier lugar que sea de tu agrado, con la mesa bien vestida y sentado de espaldas a la pared, protegido de traiciones traicioneras; y rodeado, eso sí, de comensales leales e ingeniosos de los que no tengas que cuidarte más allá de su lengua divertida y afilada.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS


Es bocado ligero, así que poca cosa. Una conversación ingeniosa y acalorada será ejercicio suficiente…y en caso de traición, finta con rapidez, que las balas no te alcancen.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Ligerito de salmón o que se mueran los gordos

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 Hace unos días los medios de comunicación vertían una noticia inquietante: La sanidad inglesa se planteaba discriminar (y excluir, llegado el caso) a obesos y fumadores del sistema sanitario público. Según la gestora de la entidad sanitaria, la medida tiene como objetivo inducir a que el ciudadano se preocupe y cuide de su propia salud, por responsabilidad con él mismo y con los demás. Aunque, bajo esa paternal excusa, parece claro que se esconde el afán contumaz y despreciable del estado, del poder, de quien corta el bacalao, por ahorrar en gastos, aun a costa de la salud de las personas.

Cuando todo es un negocio, la estrategia para asumir lo inasumible se vuelve perversa: convencer al ciudadano de que la responsabilidad sobre su salud y bienestar es suya, por su bien y por solidaridad con el resto de la ciudadanía. Si lo convences de que en coyunturas económicas como la  actual no hay dinero para todo, puedes culpabilizarle de sus hábitos y justificar ante la sociedad iniciativas como esta. El propio ciudadano las admitirá como razonables, tachará al gordo y al fumador de culpables y los responsabilizará de su propio deterioro. Y de ese modo, el enfermo, además de serlo, pasará a ser una víctima más de este sistema perverso.

Lo lógico sería que si se trata de un problema de salud pública y del gasto sanitario derivado, se actuara contra las multinacionales tabacaleras y alimentarias, e incluso se prohibiera definitivamente el consumo de determinados alimentos y del tabaco. Sin embargo, como la lógica y el negocio no van siempre de la mano, con la hipocresía que caracteriza a los estados, es más fácil culpabilizar al consumidor que renunciar a los enormes beneficios que les procura este tipo de productos en forma de impuestos.

No es una cuestión únicamente económica; ni tan siquiera sólo de salud. Hablamos de derechos y de libertades, y de nuestra renuncia a los mismos cuando admitimos a trámite planteamientos sibilinos como estos. Tú eres el dueño de tus lorzas y de tu aspecto. Tienes soberanía sobre tu cuerpo y lo que hagas con él. Y cuidarse está bien, muy bien, pero ni es un deber ni un compromiso con el resto de la sociedad. La salud es un derecho reconocido, no una obligación. Y el estado es quien tiene que poner las condiciones y velar para que ese derecho se desarrolle en plenitud.  

Lo cierto es que la noticia pasaba sin apenas llamar la atención, casi de puntillas, flotando sobre las idas y venidas de Ritas y Barberás aforadas y floreciendo como un sándwich Mixto; de Rajoys y Riveras haciendo manitas en investiduras fallidas; de Sorias con billetes de ida y vuelta desde la desvergüenza o de Bárcenas retirando acusaciones y soñando con eludir su san Martín.

Tal vez por todo ello y porque creemos que el condado de York nos queda lejos en latitud y en actitud, no somos conscientes del alcance de semejante atropello. Pensamos inocentemente que aquí en España los gordos no acumulamos la grasa suficiente para que nos castiguen de una manera tan cruel. Sin embargo, la idea ya está lanzada y sobrevuela amenazadora sobre nuestras cabezas. Porque no lo dudemos, los tiros pueden sonar distantes, pero como en tantas otras ocasiones, terminan siempre por alcanzarnos. Podemos ocupar camarotes de popa o de proa; dormir en la bodega más profunda o en Primera, pero, por desgracia para el ciudadano, viajamos todos en el mismo barco: el del neoliberalismo, el rostro más gore y depredador del capitalismo. Ese que lo devora todo; porque todo, incluida la salud, es un negocio calculado para saciar su hambre de beneficio.

Estas cosas empiezan como empiezan, pero no se sabe nunca cómo acaban. Aquí son hoy los gordos y los fumadores, pero, quién sabe, hay ministros de finanzas japoneses que han llegado a pedir a los viejos que se den prisa en morir,… por solidaridad con quienes han de pagar sus medicinas. Así que, nosotros mismos.

La edad media tuvo sus cilicios de alambre y cuero. Hoy el mundo desarrollado tiene los propios, entre ellos la belleza y la salud. Todos han sido y son látigos con los que fustigarnos, formas más o menos sutiles de mortificar la carne, mantras con los que espolearnos. Y sin duda, formas perfectas de control social para aceptar sumisos la renuncia a nuestra propia libertad.

Hay que estar al tanto pues de que no nos la metan doblada y sin darnos cuenta. En cualquier caso, no está de más cuidarse, por gusto que no por obligación; porque nos vemos más guapos y nos sentimos mejor; porque nos lo merecemos, sin más. Y para ello, nada mejor que esta recetilla: Ligerito de salmón, el montadito que te hará volar por su sabor y por su grácil levedad. Un bocado que combina como ninguno la untuosidad del pesto, la ligereza del tomate y la berenjena y la exquisitez del salmón. Una receta ligera, llena de color y sabor, sana y equilibrada que convertirá su disfrute en un auténtico placer alejado de la tiranía de los quilos.

Que lo disfrutes.

NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 2 chapatas pequeñas.
  • 200 g de salmón (de la cola y sin piel).
  • 1 berenjena grande.
  • 1 tomate grande.
  • 4 cucharadas de pesto.
  • 1 bolsa pequeña de quicos.
  • Sal y pimienta.
  • Aceite de oliva virgen extra.
  • 4 o 5 cucharadas de salsa de soja.
  • La ralladura de ½ lima y su zumo.


ELABORACIÓN

  1. Corta en trozos pequeños el salmón, salpimiéntalos y mézclalos con la ralladura de la lima y su zumo, la salsa de soja y un chorrete de aceite. Tapa y deja reposar en la nevera unas horas.
  2. Pica los quicos en la batidora. Debe quedar una harina gruesa.
  3. Corta la berenjena longitudinalmente, hazle unos cortes a la carne en forma de rejilla, salpimienta, échale unas gotas de aceite e introdúcela tapada al microondas durante 10’-11’ o hasta que esté hecha (compruébalo pinchándola). Una vez fría, extrae la carne y pícala con el tenedor, rectifica de sal y añádele un hilillo de aceite. Reserva.
  4. Lava el tomate y córtalo en lonchas finas. Sala y reserva.
  5. Reboza los trozos de salmón en la harina de quicos y ve sofriéndolos. Deben quedar dorados, pero cuidando de no quemar el rebozado. Pasa por papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
  6. Abre las chapatas y tuéstalas en la tostadora ligeramente (apenas los filos y dorar su superficie).
  7. Emplatado: Extiende sobre el pan una cucharada de salsa de pesto. Sobre la misma unas rodajas de tomate, encima la berenjena y culminando los trozos de salmón bien dispuestos.

Sencillo y delicioso. A disfrutar.

NOTA

Si lo prefieres utiliza otro tipo de pescado más suave, como la merluza; también le queda muy bien. Si no quieres moler los quicos, puedes comprar harina de maíz. El resultado es similar, pero con los quicos molidos queda más crujiente y su sabor ahumado le da un toque diferente y buenísimo al pescado.

MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: A quién le importa. Bebe.
Para la degustación: Depende. Jarabe de palo.

VINO RECOMENDADO

Flavium, tinto. DO Bierzo.

DÓNDE COMER

A mesa llena y como ‘entradilla’ de una pitanza monumental, si es que es eso lo que deseas. Y en cualquier caso, con ésta bien vestida, haciendo los honores a un bocado tan vistoso como exquisito.

QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

Poca cosa, si no te has tirado después dos horas más comiendo. Es un placer ligero, así que con cuatro aspavientos alabando sus virtudes (o las tuyas) será ejercicio suficiente.