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Superado el estupor inicial de un
fin de semana en el que las navajas han volado descontroladas en la sede de
Ferraz, y sobrepuesto del espectáculo al que asistimos, donde sus ocupantes,
organizados como partidas de caza lanzaron sus realas al degüello y apostaron
francotiradores en los micrófonos de los medios de comunicación, la verdad es
que lo sucedido con el PSOE da tristeza, mucha tristeza. A mí me la da,
sinceramente. No porque les vote, hace tiempo que mi fidelidad se alejó de
amores ciegos que acaban decepcionando, sino porque dudo que quede algún
militante, siquiera algún votante, que mantenga la ilusión en un partido (o sus
ejecutivas) que ha perdido la credibilidad y se ha empleado con ahínco en romper
el corazón, en volar la confianza, de todos aquellos a quienes representa; y
eso es triste, muy triste.
Porque el PSOE no es un partido
cualquiera. Ningún partido se merece la soez exhibición que se hizo el otro día
de sus miserias, pero el PSOE, aún menos. El PSOE, más allá de afinidades
ideológicas, de militancias o simpatías, en cierta forma es un patrimonio de
todos, un bien que forma parte del ideario colectivo que
hunde sus raíces 140 años atrás. Ante ese circo grosero, algo de todos nosotros
se desgarró frente a las puertas de su sede. Fue algo triste, muy triste. Sucede
lo mismo cuando asistimos a un acto irracional o salvaje, por lejos que nos
quede. Cuando vemos la locura talibán haciendo volar por los aires unos budas
que nos quedan a miles de km de distancia o la ferocidad bárbara y despiadada
con que el Daesh vuela Palmira, entre sus escombros se va también parte de
nosotros mismos. No es necesario conocerlos de primera mano, tan solo hace
falta reconocer su significado. Y eso es lo que no han entendido quienes
gobiernan este partido. No han respetado un legado que está por encima de sus
intereses. Han dinamitado, por puro egoísmo, lo que no les pertenece. No han
entendido que ellos sólo están de paso.
Mucho tienen que cambiar las
cosas para revertir esta situación. Ni el doctor Cavadas le cambia la cara
ahora mismo a este partido. Ni Mc Gyver lo arregla. Nunca antes como ahora el
PSOE se ha encontrado en horas tan bajas, en horas tan decepcionantes, en horas
tan postreras. Siempre al filo de la noticia y cabalgando sobre su última hora.
Haciendo malabarismos para no parecer tocado y hundido. Sacando pecho con cada
primicia, con cada una de sus declaraciones, y enmascarando con aires de
renovación la enfermedad terminal en la que se encuentra; unos aires tan
viciados que ni ellos mismos se atreven a respirar. Saldrá adelante, seguro,
pero como todo aquel que entra en coma, nunca se sabe en qué condiciones lo
hará.
La verdad es que me parece tan
triste todo lo que han hecho con él que se me quitan las ganas de dedicarle una
receta. Pero si tuviera que hacerlo, si algún plato hubiera de recordármelo, un
postre sería lo que mejor le representa: Requesón
al estilo PSOE. La perfecta combinación de requesón, mermelada y galleta
que se prepara casi a la misma velocidad con que se desmantela el prestigio de
un partido...Casi. Tal vez el dulce colofón a sus días de gloria. O a lo mejor,
como en todo buen final, por truculento que sea, el inicio de una nueva y
bonita historia. El tiempo (los años) lo dirá.
Que lo disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 200 g de requesón.
- 4 cucharadas de mermelada de mango.
- 10 galletas de miel tipo ‘yayitas’.
- Virutas de chocolate.
ELABORACIÓN
- Machaca las galletas en un mortero. Debe quedar un molido grueso, sin llegar a convertirlas en harina; que cruja al comer. Vierte en un molde de emplatar redondo y por este orden, un par de cucharadas de galleta picada, dos cucharadas colmadas de requesón y encima extiende una cucharada de mermelada cubriendo toda la superficie. Retira con cuidado el molde, y decora con unas virutas de chocolate negro.
Extraordinariamente rápido y
sencillo, económico y exquisito. A disfrutar.
NOTA
Utiliza la mermelada que más te
guste. La que he puesto tiene un 70% de fruta, por lo que el aporte de azúcar
es menor, compensa el dulzor de la galleta y equilibra el resultado. En
cualquier caso, las mermeladas con un puntito ácido (de arándanos, cereza,
limón… o incluso naranja amarga) le da un toque especial a este postre difícil
de igualar; aunque para gustos…
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: La trampa. Manu Chao & Tonino Carotone.
Para la degustación: Golpe maestro. Vetusta Morla.
VINO RECOMENDADO
Amatista Rosé. (Espumoso de
moscatel y garnacha). DO Valencia.
DÓNDE COMER
Un momento tan dulce como es de
los postres, requiere de un lugar amable y apacible, así que aquel que más te
inspire; y siempre acompañado de aquellos que hagan de ese instante una
experiencia aún más agradable y entretenida.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Poca cosa, para qué marearse si
estamos disfrutando: estirar la sobremesa hasta acabar con lo que haya. Con
toda seguridad que algo tan bueno no puede tener la poca delicadeza de
engordar.