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Mariano Rajoy
Cope.es
La frase, referida a los últimos
acontecimientos en Grecia, no tiene desperdicio y casi podría alcanzar la
categoría de máxima si no fuese por la contradicción que supone su pésimo
planteamiento: la solidaridad jamás puede estar condicionada a la obtención de
un beneficio. Se es solidario precisamente por lo contrario, por nada; porque
se es generoso, porque se es empático, y porque esa actitud refleja la adhesión
absoluta al otro y la capacidad de ponernos en su lugar. Todo lo demás es
caridad o demagogia, es decir egoísmo puro y duro.
Refleja claramente lo que está
sucediendo con Grecia. Casi podría decirse que es un lapsus linguae del
Presidente. ‘Me la pela lo que esté padeciendo el pueblo griego. A mí que me
devuelvan mi pasta y punto’, parece significar. Es decir, ‘solidaridad “(…) a
cambio de nada”, no’. O lo que es lo mismo: considerar el sufrimiento insostenible
e innecesario de un pueblo y el empobrecimiento de todo un país como una
contingencia sin valor que no puede condicionar el pago de lo que se debe.
En Grecia convergen dos posturas que
hacen muy mala pareja y resumen una relación que difícilmente acabará en boda si
una de las partes no cede: por un lado, el interés por una Europa grande,
solidaria consigo misma y fuerte, que sintetiza el ideal de una identidad
territorial unida política, económica y culturalmente; y por otro, el interés
espurio de los acreedores que atenaza a los países por las deudas contraídas,
que se ha apuntalado por encima del interés político y del de los ciudadanos.
Lo peor de todo es que esta última postura prevalece sobre ese ideal
identitario gracias al apoyo de las estructuras de poder europeas, lo que ha
generado en la propia ciudadanía (sobre todo del sur de Europa, con Grecia a la
cabeza) un descreimiento y un desencanto difícilmente recuperable.
Los ciudadanos europeos están
hartos de tragedias. Y los griegos aún más. Desde que inventaron el formato hace
2400 años cargan con el sambenito de ser la cuna de democracia y de la
tragedia, y de esta última ya han tenido bastante en los últimos años. El referéndum
del día 5 es el penúltimo acto de una representación que desean, de una vez por
todas, acabe ¿Sí o no? ¿Me quieren o no me quiere? ¿Me quedo o me voy? ¿Blanco
o negro? Nada en realidad es blanco o negro, hay por el medio una infinitud de
tonos del gris y la estrategia ahora es saber jugar para que aquel al que
lleguemos sea el que más nos convenga. Seguro que todas las opciones tienen su
carga negativa, pero puestos a escoger entre otra ración doble de más de lo
mismo, que no ha hecho sino humillar y sumir en la desesperación y la pobreza a
todo un país, y la posibilidad de abrir un nuevo horizonte, yo me quedo con
este último, al menos la cruel incertidumbre del futuro viene acompañada por la
luz de la esperanza.
Pase lo que pase, con toda
seguridad que Europa no desahucia la ‘y griega’ del vocabulario. Es difícil que
el drama les lleve al dragma, por más
que inventaran la tragedia; y si es así, otras puertas se abrirán, seguro. Por
lo pronto, el anuncio del referéndum pilló tan por sorpresa a la Troika y los
ministros de economía europeos que solo por ver la cara que se les quedó ya ha
valido la pena; y eso mola, mola y mucho. E incluso el FMI, que hasta antes del
anuncio mantenía una postura inamovible en
extender los plazos del pago, sugiere una quita de 52000 M de € de ladeuda Griega por ser inasumible. Ahora sí, antes no. Qué cosas.
Los griegos tienen una palabra
para la gente tan mezquina: ‘Malakas’, y no la vamos a rebatir, seguro que
tienen toda la razón ¿no crees?
Que esta receta sirva para
hacernos sentir un poco griegos a todos; que nos vincule un poquito más como
ciudadanos del mismo lugar, más allá de estructuras políticas y económicas que
todo lo enturbian. La ensalada
‘Kalimera’ es nuestro plato de hoy. Una receta que combina la frescura del
tomate con la berenjena, el queso feta y las aceitunas negras, sabores frescos
y mediterráneos que nos traen a la memoria la imagen de una Grecia clásica y
deliciosa. Una combinación acertada, ligera y llena de color que lejos de
empacharte te invitará a seguir comiendo hasta verle su fin.
Que la disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 2 berenjenas grandes.
- 2 tomates.
- 2 latas de atún.
- Aceitunas negras del bajo Aragón.
- 80 g aproximadamente de queso de feta desmenuzado.
- Agua.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Vinagre de Jerez o Módena
- Sal, pimienta y tomillo.
- Harina de tempura.
ELABORACIÓN
- Pela la berenjena, córtala en discos de ½ cm aproximadamente y sumérgelas en agua con sal durante 1h (perderá amargor y absorberá menos aceite al freír). Lava, seca y pásalas por harina de tempura. En una sartén con aceite bien caliente freír las rodajas. Cuando estén doradas, sacarlas pasarlas por papel absorbente y reservar.
- Hacer un par de cortes en la piel del tomate que los atraviese en todo su perímetro, sumergir en agua caliente, y pasado 1’aproximadamente sacar y pelar (la piel saldrá sola). Cortar en rodajas, salar y aliñar con sal, pimienta, tomillo unas gotitas de vinagre de vino o Módena y un hilo de aceite.
- Emplatado: con la ayuda de un molde de cocina ir superponiendo capas: primero berenjena, luego tomate, berenjena, atún desmigado, tomate y culmina con queso feta desmigado por encima. Retira el molde y a comer.
Fresco, veraniego, sencillísimo y
exquisito.
NOTA
Si lo prefieres puedes asar las
berenjenas para que resulten más ligeras (en el microondas a máxima potencia
10’-12’) y una vez frías y sin piel las aliñas con aceite, sal, pimienta y
comino. También puedes sustituir las olivas por paté de aceitunas negras, el
sabor es prácticamente idéntico, aunque las primeras tienen un punto que jamás
conseguirá el paté.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: With or without you, U2
Para la degustación: Psycho, Muse
VINO RECOMENDADO
Enterizo rosado 14. DO
Utiel-Requena
DÓNDE COMER
Por supuesto en la mejor de las
compañías y viviendo en directo el devenir de los acontecimientos. Eso sí, es
plato de verano y exterior, así que muda la mesa con sus mejores galas y
sírvelo al fresco y con el vino en su punto de temperatura, e imagina a cada
bocado un Partenón iluminado al fondo
como colofón.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Imagínate como Zorba el griego,
levanta los brazos, déjate llevar por las notas del sirtaki y danza a paso
libre hasta que ya no puedas más o el vino se acabe.