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Dentro de la serie de recetas dedicada
a la belleza y el glamour en la política, merece una atención especial José María
Aznar. Pocos han subido tanto en la escala Richter de la seducción como el
expresidente: De 0 a 100 en un quién te ha visto y quién te ve. Del bigote
anodino y bien poblado, al labio infinito y desabrigado; de la mirada ingenua,
a la sesgada y seductora enmarcada en un rostro alargado y anguloso; de la
tímida sonrisa, a la que muestra una dentadura blanca y enfundada; del tipo
discreto, al atlético de abdominales de acero y entrenador personal; del traje
de batalla, al de Botella y de diseño. Lo único inmutable es el negro zaino del
pelo, que probablemente ha servido de inspiración a la perfecta cabellera de los
clicks de playmobil. Eso sí, en su caso con raya trazada a tiralíneas que peina
hacia la izquierda una melena más larga, formal y con visos juveniles, única concesión a un equívoco ideológico.
Un derroche de masculinidad,
elegancia y seducción que traspasa las fronteras del poder hasta convertirlo en
el representante de una actitud ante la vida que simboliza, en apariencia, el
éxito, la unidad y el orden: Más allá de mí sólo cabe el caos.
Fantasía húmeda para una
desconcertante cohorte de grupies de tintes azules, faro que ilumina el camino
a seguir y visionario de un futuro Neocon de presente empobrecido para la
mayoría, desde su atalaya en FAES vigila, con ánimo protector, como el toro de
Osborne las carreteras nacionales, que su obra y su presencia sean eternas.
Y como aquel, cuyas carnes
representan lo masculino y lo patrio, él es toro y premio, él es toro y rabo:
la parte morlaca más noble, la carne que lo identifica; alimento de campeones.
Esta receta sin duda lo
representa y sintetiza la esencia de sus ideales. La dificultad para encontrar
un rabo de toro no nos debe desanimar, podemos sustituirlo, sin apenas
percatarnos, por el de ternera o incluso ossobuco: en esta ocasión la impostura,
lejos de ser un problema, llega a ser un valor añadido.
Como todos los platos que alimentan
el ego requerirá de un consumo moderado que evite los efectos perniciosos de un
atracón: el cuerpo y los amigos lo agradecerán.
“Yo soy el milagro”, dijo aquel
en su día; y este plato te lo parecerá, por sabor y por presentación; pero un
milagro de los de verdad, porque como una figura del toreo, entre verónicas y
molinetes, rebañarás el plato con el pan como muleta hasta dejarlo inmaculado.
Suerte, maestro y al toro.
Que aproveche.
NECESITARÁS (para 6 personas)
- 2kg de rabo de toro.
- 1 puerro.
- 1 cebolleta.
- 2 zanahorias.
- ½ l. de vermut.
- Sal, pimienta, nuez moscada.
- Aceite.
- Un poco de harina.
- 300gr de castañas.
- 150cl de leche.
- Media rama de canela.
- 4 espárragos verdes por comensal.
- 12 patatitas nuevas.
- 1 calabacín.
- Sal gorda.
- 1 porción de mousse de pato envasada.
ELABORACIÓN
- La noche anterior, salpimienta y ponle nuez moscada al rabo de toro troceado. Corta las zanahorias, el puerro y la cebolleta y sala. Introduce todo en un bol añádele un chorrito de aceite y el vermut, tapa y reserva en la nevera hasta el día siguiente.
- Ya puestos en neveras, mete también al congelador esa noche el mousse envasado.
- Lava bien las castañas, hazles un corte y ponlas a cocer durante 20’ aproximadamente en agua hirviendo. Mientras, cuece la leche con la canela, una pizca de sal y de pimienta. Cuando las castañas se hayan cocido, deja que se enfríen un poco y, tibias, pélalas quitándoles la cáscara y la piel (si están frías es más complicado). Incorpóralas a la leche (saca la rama de canela antes) y bate. Ya tienes un puré de castaña.
- Saca el rabo del adobo, enharina ligeramente (yo lo hago con un colador y ésta se espolvorea por encima) y fríe los trozos un poquito para que cojan color; puedes hacerlo en la misma olla a presión. Incorpora el resto del adobo y deja que cueza un poco sin tapar. Espuma el guiso y cierra. Deja cocer durante una hora aproximadamente (en olla no rápida).
- Comprueba que la carne está hecha. Sácala de la olla, deja enfriar y desmígala en trocitos pequeños estando aún tibia (es una carne gelatinosa y en frío es más complicado), desechando huesos, pieles y la poca grasa que encuentres. Reserva.
- Pasa la salsa por la batidora y posteriormente por el chino si te gusta fina. En mi caso la he puesto más espesa. Reserva.
- Mezcla la carne con la salsa (sobrará bastante y podrás utilizarla en otras recetas). Reserva.
- Corta los tallos duros de los espárragos y cuece al vapor 5’.
- Pela con una mandolina de cocina el calabacín y con la misma ve sacando finas tiras de calabacín hasta llegar a la parte de la semilla que desecharás. Cuece al vapor 2’.
- Cuece al vapor las patatitas durante 10’ (prueba por si necesita más).
- Emplatado: En un plato llano coloca un molde de cocina redondo o cuadrado. Llénalo de carne en 2/3 partes y sobre ella puré de castañas. Quita el molde con cuidado. Junto a la carne coloca dos patatas que habrás abierto presionando con los dedos, unas tiras de calabacín y 4 espárragos cortados en 2 trozos cada uno. Échale al conjunto sal en escamas y pimienta y añádele un chorrito de aceite crudo. Saca del congelador el mousse de pato, quítale el envase y con el rallador deja caer unas virutas por el conjunto.
- Um, vas a disfrutar como un torero en su mejor tarde.
NOTA
Opcionalmente puedes poner
también berenjena, realmente le queda muy bien. Una vez asada (en el
microondas, entera, en 15’ la tienes) la pelas y la cortas en trocitos
pequeños; la aliñas con aceite crudo, sal, pimienta y un poquito de nuez
moscada o clavo y la pones en la base, sobre ella la carne y el puré de castaña
al final.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Yo soy aquel, Raphael.
Para degustar: El rey, Vicente Fernández.
VINO RECOMENDADO
La Tribu Cr.11. D.O.C Valencia
DÓNDE COMER
Es comida de cortijo fino y de
empaque, así que sácale punta a tu lado más bizarro y patrio, vístete para la
ocasión de torero, de majo o con faralaes y alégrate pensando que “tus defectos
como hispano son su fracaso como padre”.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
¿Un milagro? ¿Dónde? Y buscar,
buscar sin parar de andar, sin descanso, casi, casi hasta la extenuación.