jueves, 10 de octubre de 2013

Patatas "enfortunadas"


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El tema está muy claro, sólo hay dos modos en que un asalariado puede enriquecerse: por suerte o por vías poco o nada lícitas. No conozco a ninguno que con  los ingresos de su paga se haya hecho millonario, por buena que ésta sea. Sí conozco muchos que saben administrarse con mucha dignidad, pero administrar no deja de ser elegir opciones y cuando tu futuro depende de tu capacidad para gestionar  tus ingresos es porque no te puedes permitir todos los caprichos que desearías, sencillamente porque no eres millonario. También conozco impostores que lucen muy bien y no tienen dónde caerse muertos. En el fondo esa capacidad de fingir debe requerir de un esfuerzo tan hercúleo que mueve a tenerles lástima y admiración a partes iguales. Por supuesto, tampoco es problema para el ricachón auténtico, porque éste puede elegir sin ninguna preocupación la opción de parecer más o menos rico, seas por pudor o  por una cuestión de moda.
Los únicos asalariados que he visto enriquecerse han sido los que vieron cómo unas tierras que poseían y que nunca valieron nada de repente multiplicaron su valor por cien o aquellos otros que siguiendo la estela de la especulación compraban y vendían inmuebles antes de que se hubiera puesto el primer ladrillo, como en un Monopoli de carne y hueso. No es que fueran afortunados, que también, es que se “enfortunaron”. En el fondo  no eran más que las migajas de un inmenso negocio que convirtió en Midas a constructores, promotores, bancos y muchos políticos que fascinados por el mar de dinero que se movía se vieron arrastrados por la turbulenta corriente de millones.
Como esos asalariados, ingenuos y afortunados que de la noche a la mañana se hicieron ricos, esta receta convierte a la humilde patata en un bocado digno de las cuentas corrientes más solventes. Un plato para el medio; un bocado exquisito, próspero y enriquecido que te sorprenderá por su sencillez y con el que quedarás como un magnate de la cocina.


NECESITARÁS (para 4 personas)

  • 4 patatas medianas.
  • 5 dientes de ajo.
  • Un ramillete de perejil.
  • 2 cucharadas de almendra molida.
  • 1 cucharadita de pimentón dulce de la Vera.
  • Aceite suficiente para sofreír las patatas.
  • 100gr. aproximadamente de gulas.
  • 1 pastilla de caldo de pescado y 1/2l de agua o 1/2l de caldo de pescado (hecho por ti o comprado). Yo hoy he utilizado la pastilla y ha salido buenísimo también.
  • 1 huevo (ó 2, según lo huevón que seas).
  • Una trufa (pequeña, de esas que venden en tarritos en Mercadona es más que suficiente).


ELABORACIÓN

  1. Pela las patatas, lávalas y rómpela en trozos con el cuchillo (mejor romper que cortar del todo porque atará mejor el caldillo y se impregnará perfectamente de los sabores). Ponerlas en una sartén grande, a fuego medio, cuando el aceite esté caliente y sofreís durante 2’ ó 3’ dándoles vueltas.
  2. Apartar del fuego, retirar un poquito las patatas y echar el pimentón. Remover bien  hasta que las patatas adquieran un bonito color rojizo (como si fuera para bravas). Reservar.
  3. En un mortero poner la almendra molida, 3 dientes de ajo finamente cortados, el ramillete de perejil bien picado y una pizca de sal. Machacar con la mano del mortero hasta conseguir una bola donde todos los ingredientes estén bien amalgamados.
  4. Vierte en el mortero un poquito de agua y diluye en ella la bola. Añadir a las patatas y remover para que se reparta bien. Volver a poner al fuego para cocer a fuego lento.
  5. Disolver la pastilla de caldo en el resto de agua caliente y añadir al guiso. Dejar cocer removiendo de tanto en tanto por el mango de la sartén. Cuando el líquido haya reducido y adquiera un aspecto meloso, ya estarán. En cualquier caso, ve probando para asegurarte.
  6. Mientras tanto, corta finamente los otros 2 dientes de ajo y junto a la guindilla sofríe durante unos segundos. Añádele las gulas y remueve durante 1’. Retíralas del fuego.
  7. Sofríe el huevo.
  8. Pon en una pequeña paella o bandeja de barro las patatas, encima las gulas y sobre ellas el huevo. Para rematar ralla sobre el conjunto la trufa.
  9. Umm. Esto sí es un enriquecimiento ilícito…para el paladar.
 
NOTA

Es un plato para el medio; sin embargo, si prefieres ponerlo en raciones individuales, te sugiero que utilices un molde redondo para presentarlo con estilo y le coloques encima un pequeño huevo de codorniz. También queda muy bien en cazuelitas de barro. Con cualquiera de las dos presentaciones el éxito está garantizado.


MÚSICA PARA ACOMPAÑAR

Para la elaboración: La Bien Pagá,Bebo & Cigala.


VINO RECOMENDADO

Finca la Estacada, 6 meses en barrica, 2011. DO Uclés.


DÓNDE COMER

Difícil elección, aunque estarán igual de buenas independientemente del lugar que escojas; eso sí, obligada la superficie plana y estable.



QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS

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