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Es un arte, no hay
duda. La habilidad para hablar y hablar y no decir nada o de explicar cuanto va
a afectar al interlocutor y que éste, a pesar de quedar tan confuso como desconcertado
se crea convencido, es toda una destreza que no tiene precio. De esto saben
mucho políticos y gobiernos en el poder. Es lo que se conoce como ‘metértela
doblada’, cuando de lo que se trata es de obligarte a asumir las consecuencias
de sus atropellos, o ‘dar jabón’, si al mismo tiempo que te están sodomizando
económica y socialmente te sonríen, diciendo “es por tu bien, no hay otro modo;
podría ser peor”. A fin de cuentas, por todos es sabido que “el impacto de una
crisis es asimétrico”… o lo que es lo
mismo: Siempre somos nosotros quienes pagamos y no aquellos que la provocan.
Es lo que tiene ser
perro viejo, lo que tiene ser un ‘artista’: ser habilidoso en el dominio de la
palabra, artero para convencer a cualquier precio y virtuoso para salirse
siempre con la suya.
El poder siempre ha
utilizado un lenguaje confuso y enrevesado solo apto para iniciados. Da igual
que éste se oculte tras el latín en los púlpitos y en las viejas aulas de las
antiguas universidades o bajo la sombra de las palabras inventadas ex profeso, el
poder siempre ha creado un lenguaje alejado de la comprensión del ciudadano
porque no le interesa que éste acceda al significado del mensaje. Se esconde
tras él. No es sólo lo que dice, sino cómo lo dice. No hay más que coger el BOE
para darse cuenta de ello: un texto tan narcolépsico, como ‘narcoléxico’,
infinitamente más potente que un Valium 10, que debería ser recetado contra el
insomnio y cuyo único efecto secundario, al mismo tiempo que virtud, es su
capacidad para dejarte con la mente en blanco.
El poder nunca utiliza
un lenguaje claro y preciso, el poder utiliza un lenguaje eufemístico e
interesado, irreal, pues el verdadero lenguaje lo crea la sociedad en su
conjunto con el uso continuado, asumido y aceptado de palabras que terminan por
conformar la lengua, una de sus raíces principales. Se crea y se transmite,
como la humedad, por capilaridad, de abajo hacia arriba, pues es el ciudadano
quien lo hace posible. Todo lo contrario a la creación de una terminología
impuesta por parte de una élite política y mediática en la que, en una maniobra
perversa, asumirla te convierte al mismo tiempo en víctima y cómplice de un
mensaje encriptado. Ya digo, cosa de artistas, artistas arteros y virtuosos
para salirse siempre con la suya.
No sé si lo habrás
oído, supongo que sí, pero parece ser que la crisis ha pasado. No dejan de
repetirlo desde el gobierno y en todos los medios de comunicación. La cosa,
podría decirse con su ‘lenguaje claro y conciso’, está muy clara: Después de
años de crecimiento negativo en los
cuales ha sido necesaria la regularización
de rentas y activos a los grandes patrimonios y el apoyo financiero a los bancos para incentivar la fluidez del
crédito en el momento en que la coyuntura lo muestre oportuno, por fin vemos la
luz al final del túnel. La
macroeconomía se recupera, a pesar de que la economía doméstica aún tardará en
notar los efectos del crecimiento. Los sacrificios por parte de la sociedad
para que esta realidad sea posible, han sido importantes. No se han escatimado
esfuerzos: ha sido necesaria la desindexación
de la masa social y la devaluación
interna de salarios; se han aplicado gravámenes
complementarios, se ha flexibilizado
el mercado laboral y regularizado el
empleo, aplicando al mismo tiempo toda una batería de reformas para la optimización de los recursos existentes. Los procedimientos de ejecución hipotecaria
han sido inevitables, como la externalización
total o parcial de los servicios públicos, pero, gracias a todo ello, por fin nos
vemos en condiciones de afirmar que los tan ansiados brotes verdes son ya una
realidad.
…O lo que es lo mismo:
Después de años de recesión y crisis,
en los cuales hemos considerado necesaria la amnistía fiscal a las grandes fortunas y rescatar con dinero público a los bancos, por fin vemos la luz al
final del túnel. Las grandes empresas y corporaciones vuelven a los niveles de
beneficio previos a la crisis, mientras que el ciudadano continúa jodido y cada
vez lo asume con más convencimiento. Ha sido necesario sacrificar sus derechos
laborales y sociales para que el aumento del beneficio empresarial sea posible, sin escatimar esfuerzos en ello:
Hemos provocado la pérdida de poder
adquisitivo de la sociedad en su conjunto y bajado los salarios del trabajador; se le han subido los impuestos directos e indirectos; hemos abaratado el despido e incentivado los despidos masivos de
trabajadores, aplicando recortes que
han reducido aún más los derechos laborales y haciendo que se trabaje más por
menos dinero. Las familias más necesitadas han sufrido unos desahucios injustos e inhumanos, del
mismo modo que se han privatizado los servicios
públicos que garantizaban el acceso universal a la educación, la sanidad y
la justicia, pero gracias a vuestro empobrecimiento todo vuelve a ser como antes,
la crisis, por fin, ha acabado.
Qué tipos estos que
nunca mienten, en todo caso ‘faltan a la verdad’. Qué manera de trastearnos los
testículos, como dirían con su retórica de salón de té; porque eso sí lo tienen,
nunca, jamás, se atreverían a tocarnos los huevos, eso es de mala educación.
Son las cosas que tiene el lenguaje. Son las cosas de estos perros viejos,
artistas de la palabra interesada.
Y para muestra un botón,
una receta tan sencilla como deliciosa: honguitos
preñados de embuchado rojo en su propia tripa y cebón, perfume de especia y
polvo de parmesano…vamos, lo que vienen siendo champiñones rellenos de chorizo, jamón y queso rallado. Un mismo
plato, idéntico sabor y el toque repipi o campechano que quieras darle tú.
Que te aproveche.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 12 champiñones gorditos.
- 100gr de chorizo dulce o picante bien troceado.
- 100gr de jamón troceado.
- 1 huevo.
- Queso parmesano rallado en polvo.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal, pimienta, tomillo y romero (o las especias que prefieras).
- Lavar y secar bien los champiñones quitándoles el pie en su totalidad con cuidado de no romper el sombrero. Salpimentar por dentro y por fuera, añadiendo unas gotas de aceite.
- Rellenar el champiñón con jamón y chorizo troceados.
- Batir el huevo con un poquito de sal y tomillo y romero al gusto. Verter en el interior de cada champiñón una cucharada del mismo, espolvorear con el parmesano en polvo y hornear hasta que el queso se dore ligeramente, a unos 200ºC aproximadamente.
- Emplatado: Disponerlos bien calientes en bandeja rectangular o redonda y servir 3 por comensal o 1, si acompaña a un plato principal.
NOTA
Puedes añadir un poquito de queso
de rulo antes de incorporar el chorizo y el jamón, realza muchísimo el sabor
del plato e incluir o sustituir otras hierbas aromáticas como la hierbabuena o
el orégano.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Boom boom, John Lee Hooker
Para la degustación: Chan Chan, Compay Segundo
Estos sí que son perros viejos, pero de los buenos.
VINO RECOMENDADO
Clamor, tinto roble 12, DO
Costers del Segre.
DÓNDE COMER
Ya que vamos de hablar con
transparencia, sin amagos ni tapujos, y puesto que estamos en verano, que mejor
manera de comerlos que al aire libre, sin paredes que nos cubran, ni escondan,
en la playa o en la montaña, acomodados sobre la arena o en la terraza, bajo la
protección de la sombrilla o del porche u observados por las estrellas y
siempre, siempre en buena compañía, esa que sabes nunca te falla, ni engaña.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Hablar, hablar mucho y con
franqueza, que hacerlo con sinceridad y a cara descubierta libera al cuerpo de
todo el peso que lo lastra.