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Hace unas semanas, en
relación a un artículo que publiqué, un lector comentó, refiriéndose a mí con
un odio inusitado (pues ni me conoce de nada, ni el fondo del artículo
justificaba su opinión), que “cómo no va a ser ‘pepero’ (y creo que fascista o
lo daba a entender) si es valenciano”. Más allá de lo hiriente de las palabras
y el resentimiento que encerraban o la cobardía que se esconde tras el insulto
desde la aséptica y cómoda trinchera de un portátil, aquella frase, que me
llevó del estupor inicial a la indiferencia final, me dio qué pensar, pues el fondo
del comentario era que la relación ‘Valencia-PP’ estaba indisolublemente unida
al binomio ‘imagen bochornosa-corrupción’, y que, por extensión, todos los
valencianos éramos así: corruptos y vergonzantes.
Es la primera vez que
alguien se refiere a mí en esos términos, pero no que lo haya escuchado cada
vez que salgo de esta tierra e incluso dentro de ella: el PP se ha alzado como
paradigma de Valencia y el ‘valencianismo’ (si es que este término puede
identificar un ‘sentir’ regionalista y cultural) del mismo modo que lo hacen la
paella, la horchata, las fallas, y el ‘Chè que bó’…Manda huevos, como diría
aquel.
‘Chè que bó’ es una
expresión genuinamente valenciana que viene a mostrar satisfacción por lo que
se hace, se dice o se ve. “Chè que bó que estaba el arròs” “Chè que bó lo que
nos contó” “Chè que bó lo que has hecho…”. ‘Chè que bó’ es una expresión que,
además de mostrar satisfacción expresa complacencia, mucha complacencia y
delectación, sobre todo cuando se aplica a la política y son los propios
políticos y su clientela quienes se la aplican a sí mismos, al menos en
Valencia.
Yo me pregunto ¿Qué
hemos hecho la totalidad de los valencianos para merecer que nos traten de este modo quienes nos gobiernan?
¿Es justo tomar la parte por el todo? ¿Les dará vergüenza a los políticos valencianos
del PP y a sus votantes la imagen que han proyectado de Valencia al exterior? ¿Tenemos
lo que nos merecemos? La verdad es que no sé si tenemos lo que merecemos, pero
desde luego nos lo hemos ganado a pulso, porque es increíble que con todo lo
que ha pasado, con el desprecio, la impunidad y la prepotencia con que se han
administrado los presupuestos públicos, el PP siga en el gobierno.
Probablemente las cosas desde la distancia, cuando no te afectan directamente,
se ven con más claridad; es lo que sucede cuando vemos que un amigo se enamora
de quien no debe y ves cómo su vida entra en barrena, y por más que se lo digas
ahí sigue, y terminas por decir: “espabila, nene; y si no lo haces es porque
tienes lo que buscabas”. Así es como deben vernos desde fuera, como al amigo
enamorado que ha perdido el norte.
Valencia es que ‘is diferent’. No puede ser de
otra forma, cuando acumula más de 100 políticos del PP imputados en causas por
corrupción (también de otras formaciones políticas, aunque menos). Hay quien se
ha molestado en contarlos percatándose
de que la suma de todos ellos formaría la tercera fuerza política en el
espectro parlamentario. La última incorporación a esta vergonzosa lista es la de
Juan Cotino, ex-presidente de las Cortes Valencianas. No voy a darles más cobertura a su ya probada petulancia dando los
nombres de los más destacados miembros de la misma, pero sirva como muestra de
la catadura ética y moral de quienes gobiernan,
el hecho de que políticos del PP valenciano recojan firmas para
solicitar el indulto del inefable Carlos Fabra, sentenciado a cárcel por su
tropelías. Ni por cuestiones ya estéticas son capaces de callar.
Valencia ‘is diferent’,
desde luego, pues es algo insólito que una comunidad que ha sufrido con dureza
los efectos de las políticas megalómanas de un gobierno que apostó por un
modelo de desarrollo que primó la imagen de marca al bienestar de sus
ciudadanos, siga barriendo en las urnas, especialmente en las últimas.
Mega-museos, aeropuertos, eventos carísimos y desproporcionados como visitas
Papales, la Fórmula 1, la Copa del América…a costa de unos hospitales y unas
escuelas públicas y de calidad, a costa de la mejora en la calidad de vida de
los ciudadanos… Claro que es una imagen que se exporta menos y se vende peor en
el escaparate de las ciudades que pugnan por convertirse en un parque de
atracciones.
Ríos de dinero
enterrados en proyectos inservibles y olvidados y en los bolsillos de unos
cuantos. “Te quiero un huevo” le decía Francisco Camps, por entonces presidente
autonómico, a Álvaro Pérez ‘el Bigotes’, el cerebro Gürtel por excelencia, unas
navidades antes de que unos trajes destaparan todo un mundo de corrupción y un
modo de hacer las cosas y ver la vida total y absolutamente repulsivo. Qué
asco.
Sí, Valencia ‘is
diferent’ porque es una ciudad que soñó con ser Miami pero solo llegó a emularla
en sol y corrupción, porque ya lo daba la tierra y por empeño de quienes se obstinaron en ello. Con
la imagen de un Don Johnson con cara de terminar de hacer la comunión, al volante de un ferrari
descapotable junto a una alcaldesa satisfecha mientras pasean por las calles de
la Valencia entregada y clientelar.
Hemos perdido tanto que
al menos tened la cortesía de dejarnos esto: la corrupción. Ya sabemos que no
somos los únicos, que a otras comunidades también le crecen los enanos, y nunca
mejor dicho, y si no que se lo pregunten al muy ex-Molt Honorable Jordi Pujol, pero
aquí al menos lo hacemos a lo grande, con descaro, en desfile de Montesinos y
con cava valenciano… ‘Chè que bó’.
Y sí, fíjate si
Valencia ‘is diferent’ que hasta las torrijas las hacemos como nos sale ‘dels
collons’: con horchata. Aquí las tienes, las
auténticas torrijas valencianas: Torrijas
‘Chè que bó’; unas torrijas complacidas y satisfechas con ella mismas por sabor
y tradición, que acompañadas de un
refrescante sorbete de café, nos
mantendrán alerta y frescos ante cualquier tropelía.
Que las disfrutes.
NECESITARÁS
(para 4 personas)
- 8 rodajas gruesas de pan del día anterior.
- ½ l. de horchata.
- 4 huevos.
- Azúcar y canela.
- Aceite de oliva virgen extra para freír.
- 1 vaso de café (unos 2cl).
- ½ vaso de agua.
- Empapa muy bien el pan en la horchata hasta que la absorba prácticamente toda.
- Bate 2 huevos con una cucharadita de canela y dos de azúcar y reboza bien cada rebanada de pan.
- Calentar una sartén con aceite suficiente e ir friendo las torrijas. Pasarlas por papel absorbente para eliminar el exceso de aceite y espolvorear con canela y azúcar.
- Juntar el café el agua, una punta de canela y 5 cucharadas de azúcar e introducir en el congelador.
- Batir dos claras a punto de nieve y cuando el café esté prácticamente congelado pero no del todo incorporar poco a poco las claras sin dejar de remover hasta obtener una pasta homogénea y consistente.
- Emplatado: en plato de postre servir dos torrijas por persona con una bola de sorbete sobre las mismas o al lado.
NOTA
- Puedes utilizar también pan de molde siempre que las cortadas sean gruesas y de molla consistente, le da una suavidad muy a tener en cuenta.
- Si le añades al café un chupito de ron adquiere un sabor que combina muy, pero que muy bien con la horchata, del mismo modo que si en lugar de con agua haces el sorbete con horchata.
Para
la elaboración: Corrupción en Miami, Moby Patti Labelle
Para
la degustación: el Padrino
VINO
RECOMENDADO
Mistela Moscatel Turís.
DO Valencia.
DÓNDE
COMER
Desde Utiel hasta
Valencia, desde las fronteras con Murcia, hasta las de Tarragona…De este a
oeste, de norte a sur, qué más da el lugar mientras sea en la terreta, lo mijor
del món…Chè que bó.
QUÉ
HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Un buen paseo entre naranjos,
percibiendo los aromas dulces de azahar, será suficiente ejercicio para rebajar
tan dulce bocado…siempre y cuando no seamos de los que prefieren quedarse con
todo.