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Las imágenes no dejan espacio
para la duda: Busquets pisa la cara de un Pepe caído e indefenso que se
retuerce de dolor. Pepe, el malote oficial de los clásicos, tan clásicos y
reiterativos como los Ben-Hur de Semana Santa, es objeto de una agresión injustificada y cruel: Messala
sometido y brutalmente pisoteado por el bueno de Judá.
Tampoco dejan espacio para la
duda las fotos aéreas que muestran la participación en las Marchas de la
Dignidad: 36000 personas, según fuentes policiales. ¿O sí? ¿Puede una imagen
llevar a engaño? ¿Puede un efecto óptico convertir la realidad en espejismo?
Parece ser que sí, aunque una imagen vale más que mil palabras.
Los BarÇa-Madrid, más allá de la
frecuencia con que se disputan, tienen algo de épico, son espectáculo en estado
puro, un choque de titanes que mueve pasiones irreprimibles en ambas partes y que
en ocasiones llevan al descontrol de unos pocos. Algo parecido a lo que sucede
cuando el ciudadano decide echarse a la calle. Es curiosa la coincidencia en
lugar y fechas de dos citas imprescindibles y tan similares: un Madrid-BarÇa y
las Marchas de la Dignidad; uno, un clásico frecuente, otro, con todos los
ingredientes para convertirse en lo mismo, y ambos pura concreción de pasiones,
pura catarsis colectiva.
Las Marchas de la Dignidad han
sido un auténtico logro, toda una conquista de la ciudadanía que ha sido capaz de
estar por encima de las dificultades. Ni el silencio informativo al que han
sido sometidas, salvo el mismo día 22, cuando el clamor era evidente y cientos
de miles de personas se desplazaban con el paso lánguido e imparable de un
tsunami por las calles de Madrid, ni las presiones de la Delegación del Gobierno y la policía, han podido con ellas, al contrario, las han
retroalimentado.
Se han falseado cifras, se han
falseado pruebas, se ha expedientado a los organizadores de las Marchas por
incidentes, desobediencia a la autoridad o cambio de itinerario, y en su
persona, casi han llamado exaltados a todos los asistentes, cuando no asesinos.
Se toma la parte por el todo para desacreditar un acto pacífico y legítimo.
Como en los clásicos de fútbol, en
las manifestaciones civiles multitudinarias, siempre hay grupos violentos que
aprovechan las circunstancias para hacerse oír a través de la violencia y
deslucir una jornada pacífica. La policía está en esos casos para ayudar a los organizadores, para
controlar y encauzar. Las demostraciones de fuerza, sea a través de una
exhibición de efectivos innecesaria o de acciones de dureza injustificada,
siempre terminan incentivando y
alentando precisamente lo contrario a lo que se pretende combatir. Y nada más
lejos de mi intención que justificar los hechos que provocaron los disturbios
posteriores a la manifestación del sábado.
A los violentos que el otro día se
manifestaron tan salvajemente los amamanta el odio (las imágenes tampoco dejan
margen para la duda), un odio que en parte ha sido impulsado desde el propio
estado, capaz de cualquier cosa para legitimar su arrogancia. Un odio que
termina encapsulado en rencor y catalogado de antisistema. Hay que ser muy
salvaje para exponer un comportamiento semejante y muy poco inteligente para no
ser capaz de demostrar otras formas de acción y de expresión.
Las moscas se atrapan con miel,
no con hiel ¿Cuánta hiel es capaz de inyectar el gobierno en la sociedad para
que el malestar se generalice hasta tal punto que se convierta en el germen de
la violencia? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? Una sociedad satisfecha
jamás se comporta con violencia ¿Por qué no se afana el estado en satisfacer y
cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos? Debería preguntárselo, porque
ese es el cimiento de una sociedad pacífica y no leyes de Seguridad Ciudadana
tachadas de anticonstitucionales por violentas, represivas y contrarias a
derecho en los propios tribunales.
Esta receta es para todos
aquellos que de una u otra forma rechazan la violencia, la del ciudadano y la
del estado: Pintxo Antidisturbios.
Un pintxo que poco tiene que ver con la falsa muleta presentada como prueba por
la policía. Un pintxo equilibrado, deportivo y dietético, alejado de los
pesados montaditos de morcilla, foie, revueltos y demás delicias que procuran
un minuto de placer en la boca y una vida entera instalados en el culo. Un
bocado delicado y sutil donde prevalece su naturaleza vegetal y que, dada su
ligereza, te mantendrá el cuerpo en línea y alerta para salir disparado y evitar
cualquier enfrentamiento al más puro estilo Usain Bolt…si así lo requiere la
situación.
Que lo disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 4 tomates pequeños raf o de pera.
- 8 rodajas de pan de pueblo de 1cm1/2 de grosor aproximadamente.
- 2 cebolletas frescas.
- 100gr de queso fresco de cabra.
- Sal, pimienta y tomillo.
- Aceite.
- 1 cucharadita de azúcar.
- Un poquito de vinagre de Módena.
- Un poquito de harina gruesa de maíz.
ELABORACIÓN
- Desecha la capa exterior de la cebolleta, lávala y córtala en rodajas longitudinales. Sofríelas en un poco de aceite. Cuando veas que ya casi están (deben quedar un punto al dente, no pochadas) añádeles una cucharadita de azúcar y un poco de vinagre balsámico (para evitar que caramelicen demasiado en la sartén y se peguen) y deja durante 1’ aproximadamente. Retirar y reservar.
- Lava los tomates y córtalos por la mitad (los de pera a lo largo). Salpimiéntalos y ponles tomillo sobre la carne. En una sartén con un poco de aceite, colócalos con la piel hacia abajo a fuego medio-bajo. Pasados 4’-5’ (comprueba pinchando un poquito) dales la vuelta con cuidado de no deformarlos. Déjalos 2’ más y retira. Quítales la piel (sale sola, sólo tienes que desprenderla con los dedos) y reserva.
- En la sartén habrá quedado líquido de la cocción del tomate. Si ves que es muy poco (dependerá del grado de madurez del mismo) añádele un poquito de agua tan apenas, un poco de sal y de tomillo, más una cucharadita de harina gruesa de maíz. Remueve, sobre el fuego si es necesario, y cuando veas que espesa lo suficiente, retira y reserva.
- Montaje: sobre la rebanada de pan coloca una cortada de cebolla caramelizada, encima una cortadita de queso fresco y culminando medio tomate asado con una cucharadita de su salsa.
- Umm, sencillo, ligero…espectacular.
NOTA
Puedes sustituir el tomillo por
orégano, incluso combinarlo. Del mismo modo, en lugar de queso fresco, también
le va de maravilla suplirlo por una cortadita de queso de cabra en rulo fundida
ligeramente al horno; el resultado es espectacular.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Land of a Thousand dances, Ted Nugent.
Para la degustación: Thunderstruck, AC/DC
Si con esto no te mueves y te
conviertes en el trueno de las calles es que no estas vivo.
VINO RECOMENDADO
Lágrimas de Obergo, rosado. DO
Somontano.
DÓNDE COMER
El pintxo Antidisturbios se come
muy bien en graderío atestado o no tan lleno, en la calle, momentos antes de
marchar con paso digno y optimista e incluso en pupitre, en clases de repaso de
Contabilidad para agentes de la autoridad. La fiambrera o el tonelillo a la
entrada de una tasca vegetariana será el soporte idóneo para tan ligero bocado.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Su ligereza es tal, tan sutil el
bocado, que cualquier esfuerzo te parecerá liviano, casi etéreo. Anda, trota,
corre, delante o detrás de quién te espolea, pero no dejes de moverte.