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Ha vuelto a suceder. Y no por
esperado deja de sorprender (y si no que se lo pregunten a los ingleses y a una
Europa estupefacta). El PP ha vuelto a ganar las elecciones. Más allá de la
baja participación, de las futuras alianzas, de la ausencia de ‘sorpassos’, la única
realidad es que, tras años de políticas antisociales, el partido que las ha impuesto siga siendo el más votado. y además mejora sus últimos resultados. Todo un misterio desalentador. Un auténtico 'PPasso' que convierte este día en una
jornada triste; no tanto para España, que también, sino por España, que lo ha
vuelto a hacer y ha votado por quien menos le interesa.
La verdad es que mis vecinos no
dejan de sorprenderme. Casi 8 millones de votos son muchos millones de personas
que, siendo trabajadores, la mayoría con sueldos humillantes, pensionistas,
parados y jóvenes con o sin trabajo, han vuelto a votarles, a pesar de no
defender sus intereses; a pesar de gobernar en contra de sus intereses. El
partido que ha menguado la clase media y generado una legión de pobres, se ve
aupado por los mismos a los que fustiga. Es difícil de entender, pero es así;
es lo que hay. Lo que los ciudadanos desean. Y estos no se equivocan. Sin embargo,
hay situaciones como la presente, en las que no caben ni excusas ni
explicaciones y que hacen de uno el protagonista absoluto de su sino, aunque
este sea el de eterno perdedor. Lo trágico es que arrastra con sus acciones
también a los demás tras de sí.
¿Qué mueve a una persona a votar
a quien le perjudica, a votar en contra de sus propios intereses? ¿Qué
mecanismos del subconsciente le impulsan a confiar en quien le ha engañado
permanentemente y cuyo discurso se ha centrado en justificar las políticas
perversas que lo empobrecen? Sólo se me ocurre que el miedo, el arma más
utilizada por los grandes partidos durante las dos últimas campañas. Ni el
escandaloso número de delincuentes estabulados en sus filas ni la corrupción
generalizada han sido suficientes para que les dieran la espalda. El miedo
inducido ha hecho su función. El miedo a lo desconocido. El miedo al cambio. El
miedo que paraliza e impide avanzar. El miedo que hace creer en la certeza
engañosa de que vale más malo conocido que bueno por conocer. El mismo que te
hace suponer que las cosas no pueden ser de otra manera.
Cuando las campañas del miedo triunfan,
se produce entre ciertos ciudadanos una suerte de síndrome de Estocolmo que les
hace amar a quien les hace daño, a quien les mantiene apresados e
inmovilizados, a quien convierte su futuro en una posibilidad llena de negra
incertidumbre. Un síndrome de Estocolmo que les hace desear quedarse como están
y olvidar dónde estuvieron. Porque al final el tiempo lo cura todo, hasta el recuerdo de lo que
fue.
El problema es que el voto del
miedo es tan peligroso como follar sin condón: puedes coger una enfermedad de
transmisión (sexual o generacional) e hipotecar tu futuro. Y lo que es peor, el
de tus propios hijos.
En fin, habrá que resignarse a
una realidad desconcertante y ser pacientes. Al menos nos queda el consuelo de
la ausencia de una mayoría absoluta y absolutista. Esperemos que el futuro no
se nos abra tan negro como los duros años que nos han precedido. Negros como el
interior de estas croquetas, nuestra receta de hoy, con el que sólo comparten
el color: Croquetas de Chocolate PPasso.
Unas croquetas que guardan en su interior el dulce regalo que las urnas nos han
negado. Un postre original que no sólo volverá locos a los más golosos, sino
que convencerán incluso a los más exigentes, por su originalidad y exquisitez.
Que las disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 250 g de chocolate para fundir. Cuanto más puro (negro) mejor.
- 150 g de azúcar.
- 1 paquete de nata de cocina de 200 ml.
- 2 huevos batidos.
- 125 g de galletas a la canela picadas (1/2 paquete aproximadamente).
- 50 g de pan rallado aproximadamente.
- 1 cucharada de canela.
- Barquillos (opcional).
- Sirope de chocolate (opcional).
- Aceite de girasol para freír.
ELABORACIÓN
- Vierte la nata en un cazo y ponlo a calentar a fuego medio. Cuando esté caliente, pero sin llegar a hervir, incorpora 2/3 del azúcar y el chocolate a trozos; que se deshaga bien, y remueve continuamente hasta que los ingredientes queden bien atados. Guarda en la nevera al menos un par de horas o hasta el día siguiente.
- Picamos las galletas en la picadora. Deben quedar perfectamente picadas y conseguir ‘polvo’ de galleta. Le añadimos el pan picado, la cucharada de canela, el resto del azúcar y mezclamos todo bien. Verter en un bol.
- Batimos los huevos.
- Moldeamos las croquetas a nuestro gusto, a mano si las quieres redondas o con dos cucharas si las prefieres en quenelle. Es pringoso, pero tiene su encanto. Las pasamos primero por el huevo y después por la mezcla de galleta, pan, azúcar y canela. Pasarlas por ese orden 2 o 3 veces para que queden bien cubiertas.
- Sofreímos en abundante aceite, a fuego vivo, lo justo para que queden doradas. Sacamos y pasamos por papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
- Presentación: sírvelas acompañadas de un barquillo y con un hilillo de sirope de chocolate por encima.
Deliciosas y espectaculares. A disfrutar.
NOTA
Puedes hacerlas también elaborando una bechamel. En este
caso, añades el chocolate a la
mantequilla y después la harina. Deslíala bien y ve añadiendo la leche hasta
obtener la bechamel de chocolate.
Si quieres puedes congelar las croquetas antes de freírlas.
Pero pon atención para que no queden congeladas por el centro si son muy
gordas; nada peor que una croqueta con el interior helado
Si te gusta más, con chocolate blanco también están buenas,
pero el contraste visual y de sabor que le da el negro no tiene color; aunque
para gustos...
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Las alas rotas, Manu Chao.
Para la degustación: Adentro. Calle 13.
VINO RECOMENDADO
Laura, Moscatel. DO Jerez.
DÓNDE COMER
Independientemente de cuál haya
sido tu voto, en mesa vestida de fiesta, bien surtida de croquetillas PPasso y
rodeado de amigos para celebrar el triunfo o sobrellevar el disgusto de la manera
más dulce posible. El vino que las acompaña mejorará, si cabe, la velada… sea
cual sea tu caso.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Como les cojas el gustillo y te
pases, circunstancia previsible dado lo buenas que están, te recomiendo unas
buenas zapatillas y salir a trotar unos
km a hora prudencial. Si te comes un par, con un buen paseo después de la
ingesta será suficiente para quemarlas y sobreponerte al disgusto.