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Primero fue el canal de
Panamá. Más tarde el sastre de Panamá. Y ahora los ‘Papeles de Panamá’. Es
curioso, pero al parecer muchas cosas que se refieren a Panamá (con permiso de
los panameños) pueden expresarse tan sólo con 4 palabras, el mismo número de
vocablos que se necesita para definir lo que esconden los famosos papeles que
se han filtrado estos días: una caterva de sinvergüenzas.
Porque no son cuatro
gatos (casi 12 millones de documentos filtrados dan para muchos nombres), son
multitud y bien diseminados por el mundo; no vayamos a creer, en un ataque
incontrolado de chovinismo, que en cuestiones de corrupción y evasión de
capitales tenemos en España la exclusiva. Esos nunca han sido deportes
individuales. Han sido y serán juegos colectivos y muy exclusivos, pues para
practicarlos es condición necesaria pertenecer al club de los muy, muy ricos.
Siendo bondadosos (o
tontos) podemos pensar que algunos de los nombres que han salido a la luz no
sabían dónde estaban metidos o incluso desconocían la existencia de los cauces
por los que navegaba su fortuna, adheridos con fe ciega al criterio de sus
contables, del mismo modo que la palabra del médico (te alabamos Señor) es la
palabra de dios ante una enfermedad. Tal vez sea así para unos cuantos. Pero de
entre todos los que flotan sobre la mierda que achican esos papeles, los que no
tienen perdón de dios, de Hacienda ni de los ciudadanos son aquellos políticos
que aparecen y esas inmensas fortunas con patrimonios inabarcables. Porque
entre ambos legislan y exigen al ciudadano el cumplimiento escrupuloso con la
hacienda pública, apelando a un principio de solidaridad que ellos incumplen, y
rigiendo, con complicidad y alevosía, los destinos de millones de personas. Son esos que exigen que te aprietes el
cinturón y no paran de repetir que vives por encima de tus posibilidades. Esos
que en su conjunto conforman la muchedumbre de arcada que con una mano se
señalan a sí mismos como los más patriotas, mientras que con la otra se los
están llevando a su arcadia fiscal. Solidaridad, ética y moral, chorradas de
pobre que no aparecen impresas en el ADN de los poderosos, para quienes el bien
común se conjuga como beneficio propio.
Lo cierto es que nos
venden los ‘Papeles de Panamá’ como el gran escándalo, que lo es, uno más,
cuando no confirma más que aquello que todos ya sabíamos: que en el mundo de
los poderosos la corrupción y el dinero establecen las reglas a seguir. Y
ahora, los mismos estados que alimentan estas prácticas y sostienen los
paraísos fiscales se rasgan las vestiduras y montan en cólera sorprendidos ante
la noticia. Es para flipar.
Lo único bueno de esta historia es pensar que
todos aquellos que tienen cuenta en Panamá estarán con el culo prieto (algunos,
seguramente, ni eso). Y sobre todo, lo mejor, ver cómo reaccionará cada uno de
ellos y los ciudadanos cuando sus nombres se hagan públicos. ¿Cuántas
dimisiones a la islandesa habrá? ¿Cuántas manifestaciones para que dimitan?
¿Qué explicaciones darán para justificarse?... Todo un peliculón que promete
ser el más taquillero de la temporada.
Para todos ellos, los
auténticos antisistema de la sociedad, esta receta: Fideuá Antisistema, la fideuá extrema. Una receta que tiene en el
negro su enseña, el color que tiñe los valores éticos y morales de aquellos a
quienes está dedicada. Un plato tan fácil de realizar como resultón, que no te
quitará más que unos minutos en la cocina y, sin embargo, te postulará como el
rey de los fogones.
Que lo disfrutes y ojalá
se les atragantase a aquellos.
NECESITARÁS
(para 4 personas)
- 1 cebolleta.
- 4 o 5 dientes de ajo.
- 1 guindilla (opcional).
- 3 latas de calamares en su tinta.
- Un bote de 300 g de setas variadas.
- 300 g de fideo fino o cabello de ángel.
- 500-600 ml de caldo de pescado (500 ml y añade un poquito si falta).
- 1 bolsita de tinta de calamar.
- Sal y aceite de OVE.
- Un poquito de pimienta y de pimentón dulce de la Vera.
- Perejil picado.
ELABORACIÓN
- Pelar y laminar los ajos. Cortar la cebolla muy fina y trocear la guindilla. Sofreír en aceite de ove a fuego medio hasta que esté pochado.
- Añadir las setas previamente lavadas. Sofreír. Incorporar los calamares y la bolsita de tinta. Remover para que se conjunten los sabores.
- Añadir los fideos. Darle al conjunto unas vueltas, Rectificar de sal, añadir, la bolsita de tinta, la pimienta y el pimentón al gusto y dar unas vueltas para que se mezclen bien los sabores. Añadir el caldo bien caliente y dejar cocer hasta que quede seco.
- Emplatado: Servir recién hecho espolvoreado con perejil bien picado.
Económico, resultón y
buenísimo. Los 15’ mejor invertidos y más aparentes que hayas gastado en la
cocina.
NOTA
Puedes utilizar también
setas congeladas. Acompaña de maravilla con una cucharadita de alioli bien
desleído para que impregne con su sabor todo el plato. Un toque de queso
parmesano rallado en el último momento de la cocción le quedará del mismo modo
perfecto.
MÚSICA
PARA ACOMPAÑAR
Para
la elaboración: Tipo D, León Benavente.
Para
la degustación: Salvaje, Fuel Fandango.
VINO
RECOMENDADO
Candelero, tinto 4 meses
en barrica. DO Toro.
DÓNDE
COMER
En casa sienta de
maravilla, pero es una isla paradisíaca, de esas reconvertidas en paraíso
fiscal, este plato se convierte en una auténtica locura; hasta el humilde
calamar de lata sabe a gamba de Dénia o
Palamós, no te digo más.
QUÉ
HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Contar billetes, por
supuesto. O en su defecto (que será lo más probable), contar hasta tres y sin
pensárselo dos veces salir a andar un ratito, que te vendrá muy bien.