Me encanta Toya Graham, la madre
que saca a tortas a su hijo de las manifestaciones de Baltimore. “Ojalá todos
los padres actuaran así”, comentan las autoridades, poniendo en valor el papel
terapéutico de una buena colleja a tiempo (sin olvidar también que la señora,
con 5 hijos más y una ‘primera muy
corta’ parece tener un pronto a prueba de remilgos ante situaciones poco
propicias para ellos). Es paradójico que se cuestione tanto este método
disuasorio cuando es de sobras probada su eficiencia, y de lo que se trata es
de ser expeditivo (no todas las circunstancias permiten la reflexión ni la
negociación), educar y proteger, como en este caso.
Sería de desear una Toya Graham
por aquí actuando de ‘madre política’ de los políticos; un Benny Hill
repartidor de collejas cada vez que alguno de ellos abre la boca sin permiso de
la razón o, lo que es peor, cargado de razones para decir barbaridades como las
que nos tienen acostumbrados, la última de las cuales, una más, la que nos ha
regalado Esperanza Aguirre: prohibir que se duerma en la calle en el centro de
Madrid, porque perjudica al turismo. No sólo eso, también manifestarse y pintar
grafitis. Todo sea por la pela, por muy madrileña que parezca. Unos comentarios
tan fuera de lugar y de tono que incluso ha suscitado críticas enconadas en sus
propias filas.
Da igual que la constitución
reconozca el derecho a manifestarse y la libertad deambulatoria. Da igual que
por ley una persona pueda pasar la noche en un banco (o las noches que haga
falta), porque lo importante es que el turista se deje la pasta en una ciudad impoluta de gritos
incómodos o de imágenes de miseria. Qué obsesión la del PP con mantener limpio
el centro de Madrid. Qué obsesión la de sus ‘chicas de la limpieza’, Esperanza,
Botella y Cifuentes, empeñadas en barrer y meter bajo la alfombra lo que no
quieren que se vea. Porque no se trata de acabar con las situaciones de pobreza
y desigualdad extremas, con la injusticia laboral, se trata de ocultar a la mirada
lo que compromete: lo que no se ve, no existe. Una imagen de miseria que escupe
a la cara su parte de responsabilidad a quienes quieren ocultarla en la
periferia, en los extrarradios, en los ‘manifestódromos’, allá donde el turismo
ni pasea ni lo ve.
Que venga Toya Graham y ponga las
cosas en su sitio. Que se arranque por collejas y las lleve de una vez hasta su
casa; no es más que una cuestión de educación (la que no muestran) y de
protección ciudadana. Pero si no puede ser, que las urnas sean de una vez quien
se las dé.
Las collejas, además de unos cachetes,
son una planta que crece en los caminos y presagia la primavera. Una verdura
humilde, ruda y bizarra que limpia es exquisita y de una finura sorprendente
que hoy en día puedes encontrar ya envasadas y preparadas en grandes
superficies y verdulerías especializadas, si no siempre, con relativa
frecuencia; aunque si te atreves y dispones de tiempo no tienes más que salir a
pasear, recolectar y dedicarles un rato en su preparación para cocinarlas. Que nos
sirvan pues para ‘collejear’ simbólicamente a quien homenajea a través de esta receta:
Revuelto de collejas a la 'Espe',
las collejas metafóricas que te pondrán
contento. La combinación perfecta entre colleja, ajo y atún que nos
trasladará con la imaginación a ese dulce momento en que con decisión y colleja
en ristre, al más puro estilo Toya Graham, le decimos “Ale, va, que ya está
bien. Venga, ‘pa’ tu casa de una vez”.
Que las disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 600 g de collejas
- 12 ajos tiernos
- 2 latas de atún en escabeche
- 6 huevos
- Rodajas de pan ligeramente tostado
- Agua
- Sal
- Aceite
ELABORACIÓN
- Extrae las collejas de la bandeja e introdúcelas en una olla con 3 dedos de agua hirviendo. Déjalas cocer 2’ o 3’, sácalas, escurre bien y reserva.
- Limpia los ajetes, córtalos y sofríelos en un poco de aceite. Cuando empiecen a dorar añade las collejas, dale unas vueltas durante 1’ e incorpora el atún. Remueve bien y ve cascando los huevos sobre el sofrito. Rectifica de sal y dale unas vueltas hasta conseguir una consistencia jugosa; no debe quedar seco.
- Emplatado: servir en una fuente acompañado de trozos de pan de pueblo ligeramente tostados.
Umm, sencillo, económico,
buenísimo y muy, muy metafórico.
NOTA
Si no encuentras en la verdulería
o no te ves con ganas de salir al campo a recolectarlas y limpiarlas, puedes
sustituirlas por espinacas, el sabor no es el mismo y pierde sutilidad, pero la
metáfora ‘collejera’ no perderá un ápice su valor, pues nos convertirá en un
Popeye dispuesto a repartir collejas allí donde las merezcan.
El atún en escabeche es opcional,
pero en este revuelto le va a las mil maravillas.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Pongamos que hablo de Madrid, Joaquín Sabina
Para la degustación: La bicha, Bebe.
VINO RECOMENDADO
Malón de Echaide rosado 13. DO
Navarra
DÓNDE COMER
Si eres zurdo a la derecha del
collejeado y viceversa si por el contrario la diestra es tu fuerte.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
A poco que sea algo rápido el
reprendido, correr detrás de él para darle su merecido será suficiente trabajo.