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“La educación es el
arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”
Nelson Mandela
Antes de que la crisis llamara a
patadas a nuestra puerta los brotes verdes pasaban la vida plácidamente en los
estantes de los supermercados y entraban en casa envasados al vacío, en especial los días previos a las
celebraciones, pero, sobre todo, los de después, cuando el abuso y el
arrepentimiento en las mismas han hecho de su consumo el alimento principal del
que se sabe culpable. Siempre ha sido así, desde que existen supermercados y el
placer de la gula se paga con la penitencia de la ensalada.
Sin embargo, desde que la crisis
se instalara en nuestras casas acomodándose junto a nosotros frente al televisor,
las cosas han cambiado mucho. Los brotes verdes han dejado de ser lo que eran.
Ya no son sólo la rúcula, el canónigo, la hojilla de roble o el germinado;
ahora se nos manifiestan con tantas caras y nos tienen tan confundidos, que no
sabemos por dónde meterles mano ni cómo clavarle el diente.
Hay tal variedad que al parecer
podríamos llenar cestas enteras, y maravillarnos tanto con los variados matices
de verde que presentan, como con sus propiedades vigorizantes en la economía y
en nuestras vidas. Sin embargo, tal vez de entre todos ellos los que mejor
definen el futuro que nos espera con su inclusión en nuestra dieta sean los
‘brotes Wert’, por ser una variedad que condiciona la vida del ciudadano desde
el mismo momento de su ingesta. Tan determinantes en su formación, tan
decisivos, que se conciben desde ese mismo instante no como inocentes brotes
sino como las raíces que cimentarán la base de su futuro. Y ahí radica su
toxicidad, puesto que, si el objetivo es formar ciudadanos educados, sensibles
y con espíritu crítico que haga de ellos personas responsables y no
manipulables, los ‘brotes Wert’ se interpretarían como la labor de un jardinero
con sensibilidad y generoso, ese arquitecto de lo natural que con primor da
forma al árbol desde los primeros tallos; pero viendo la naturaleza de los
mismos más bien parece el trabajo rudo y vasto de un perverso agricultor que
pretende afear el huerto de aquel para quien trabaja.
Ya no es la reducción malintencionada
de presupuesto para educación o la dialéctica utilizada para justificar el
desvío de dinero a colegios privados o concertados, es que con cada nueva
noticia se confirma el problema de salud pública en que puede convertirse el
consumo descontrolado de ‘brotes Wert’. Nada es casual, todo responde a un plan
ejecutado con premeditación y alevosía; una cruel ‘hoja de ruta’ que convierte
la formación en una carrera de obstáculos cada vez más difícil de superar y no
apta para corredores pertrechados con carteras esmirriadas, y cuya meta es
apartar de la educación a quienes no puedan pagársela y formar a mínimos a
quienes lo hagan desde la escuela pública. Planes que plantean encarecer orestringir el acceso a la universidad; becarios para suplir la falta deprofesores; asignaturas como religión, computables para la nota media, y con
‘estándares de aprendizaje’ en su currículo como: “Reconoce con asombro y se
esfuerza por comprender el origen divino del cosmos y distingue que no proviene
del caos o el azar” (BOE, 24 de febrero de 2015), ahí es nada; o argumentos que defienden que la Educación Artística ‘distrae’ de las demás asignaturas…los del propio ministro Wert. Y no
es más que una pequeña muestra, los últimos ‘brotes’ servidos a través de las
noticias. Mientras que algunos colegios británicos ya incorporan la felicidad como asignatura, aquí planteamos que la música ‘distrae’ de sus obligaciones; la música, el
dibujo, la escritura…el arte; la imaginación. Una pequeña muestra, sí, pero que
sin dudarlo dibujan el futuro de un árbol muy mal enraizado si su alimentación
se basa en ellos.
No sé si habrá alguien que quiera
esto para sus hijos. Tal vez esa élite burguesa y distante que desea la
diferencia; esa que desea para los suyos lo mejor y para el resto lo
suficiente, lo justo para que trabajen con docilidad y no puedan cuestionarse
la vida. A fin de cuentas, si no puedes pagarte una buena educación ¿acaso tienes
derecho a algo mejor?
La verdad, con brotes así ¿quién
quiere enemigos? Yo prefiero los de siempre, los de cocina, los de bolsa y al
vacío; esos siempre nos dejarán más llenos, porque son de verdad, porque son
sinceros. Y hacer con ellos un plato para compartir; uno de brotes, claro: Ensalada de ‘Brotes Wert’, tan buena
que rebañarás el plato y no dejarás ni uno. Una ensalada 3 estrellas: la térrea
suavidad del champiñón, el carácter de la rúcula y la sutil carnosidad del
canónigo en una combinación tan bien avenida que, estos sí, no dejarán ningún
paladar descontento.
Que la disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 100 g de rúcula.
- 100 g de canónigos.
- 150 g de champiñón laminado.
- 40 g de piñones.
- 2 lonchas de jamón.
- Sal y pimienta.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Reducción de vinagre de Módena.
ELABORACIÓN
- Limpia bien los champiñones y lamínalos muy finos.
- Corta las lonchas de jamón en trocitos y en un poco de aceite sofríelos hasta dejarlos crujientes.
- En el mismo aceite que ha quedado fríe los piñones hasta tostarlos cuidando de que no se quemen.
- Emplatado: Dispón los champiñones en el fondo de una fuente, salpimienta y échale un poquito de reducción de vinagre de Módena y un hilillo de aceite. Dispón por encima los brotes, salpimienta y vuelve a aliñar al gusto. Esparce los piñones y el crujiente de jamón y ralla generosamente queso parmesano.
Espectacular, facilísimo y para
no dejar nada en el plato. A disfrutar.
NOTA
Utiliza los brotes que más te
gusten, pero la combinación de la rúcula y el canónigo es muy acertada. Unas
nueces rotas y unas pasas de corinto acompañan perfectamente con esta ensalada.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Verde, Manzanita
Para la degustación: Volando voy, Camarón de la Isla
VINO RECOMENDADO
Pleno, rosado 13. DO Navarra.
DÓNDE COMER
Viste la mesa con un bonito
mantel de colores, sirve el vino en buena copa de cristal y los ‘brotes Wert’
en el medio para compartir…Verás cómo el color inunda con su luz la cara de los
presentes y hará que brote su sonrisa.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Un paseíllo hasta el supermercado
más cercano para surtir tu nevera con nuevos brotes será tarea suficiente para
compensar tan ligero bocado.